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Las jaulas del tiempo

Alberto Blanco | 01.12.2017
Las jaulas del tiempo

I

Cada historia de amor

es un teatro de sombras

donde los personajes

cumplen con su destino

entre la luz del relámpago

y el estruendo del cielo.

 

Cada pájaro blanco y negro

es el enigma de una melodía

cantando como la lluvia

para las sombras de una voz.

 

 

II

Todas las sombras son superficiales,

aunque éstas sean proyectadas

por distintos cuerpos.

 

Es por ello que los viajes comienzan

en el norte de una alcoba nevada

y llegan hasta la cruz del sur.

 

Como la luna que tiembla en el agua

y que baja desde sendos volcanes

hasta el ombligo de la laguna.

 

 

III

Todas las sombras son superficiales,

aunque éstas sean proyectadas

en distintos cuerpos.

 

Dobles imágenes del cazador y de la presa

en la metamorfosis de los elementos

soñados por una bola de cristal.

 

Alas de polvo en las escalas del tiempo

de un caracol que lento se desdobla

ante la inminencia de un acuerdo

y que no renuncia a estar vivo

en la memoria del espejo.

 

 

IV

Cielos rojos, leones del oído, alturas

encendidas en las constelaciones

de una rosa oculta en el verano

fugaz de la intuición.

 

Especulaciones de una fuente y un calendario

que se encuentran casual y simplemente

en el interior del satín decorado

con iniciales de un guante.

 

Abjura de las sombras, pues son superficiales…

con la excepción, claro, de las sombras

que arroja el corazón de un poema. 

 

Sin título, 1971, Alan Glass

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