Las jaulas del tiempo
I
Cada historia de amor
es un teatro de sombras
donde los personajes
cumplen con su destino
entre la luz del relámpago
y el estruendo del cielo.
Cada pájaro blanco y negro
es el enigma de una melodía
cantando como la lluvia
para las sombras de una voz.
II
Todas las sombras son superficiales,
aunque éstas sean proyectadas
por distintos cuerpos.
Es por ello que los viajes comienzan
en el norte de una alcoba nevada
y llegan hasta la cruz del sur.
Como la luna que tiembla en el agua
y que baja desde sendos volcanes
hasta el ombligo de la laguna.
III
Todas las sombras son superficiales,
aunque éstas sean proyectadas
en distintos cuerpos.
Dobles imágenes del cazador y de la presa
en la metamorfosis de los elementos
soñados por una bola de cristal.
Alas de polvo en las escalas del tiempo
de un caracol que lento se desdobla
ante la inminencia de un acuerdo
y que no renuncia a estar vivo
en la memoria del espejo.
IV
Cielos rojos, leones del oído, alturas
encendidas en las constelaciones
de una rosa oculta en el verano
fugaz de la intuición.
Especulaciones de una fuente y un calendario
que se encuentran casual y simplemente
en el interior del satín decorado
con iniciales de un guante.
Abjura de las sombras, pues son superficiales…
con la excepción, claro, de las sombras
que arroja el corazón de un poema.
Sin título, 1971, Alan Glass