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COLUMNAS: Varianza

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Gerardo Herrera Corral | 01.01.2018
COLUMNAS: Varianza

Cuando se despidió de su esposa, él suponía que estaría ausente por tres años, quizá ocho. Los demás pensaban que se despedía para siempre. Los 16 millones de kilómetros cuadrados de mar congelado en el polo norte eran un misterio peligroso que atraía la imaginación de hombres como Fridtjof Nansen. Su expedición pretendía conquistar el polo norte y, aunque nunca lo consiguió, sus contribuciones técnicas inauguraron la época moderna de la exploración. Nansen alcanzó la latitud norte que fue récord en su momento: 86° 13’ y sus observaciones, mediciones científicas y desarrollos técnicos convirtieron el fracaso en un gran éxito.

Casi dos décadas después, Robert Peary anunció que había alcanzado el polo norte. Sin embargo, las circunstancias del anuncio acabarían por establecer a Fridtjof Nansen como el gran hombre que no llegó y Peary como un controversial explorador que, en el mejor de los casos, creyó haber llegado.

Cuando Peary recién había regresado del viaje en que aseguró haber alcanzado el pico más alto del mundo, se enteró de que Frederick Cook afirmaba haber llegado un año antes. Inició así un debate entre ellos que no terminaría, sino tiempo después, cuando ambos estaban ya muy desprestigiados ante la opinión pública. En su momento, ambos recibieron muchas críticas. La prensa, encabezada por The New York Times, que favorecía a Peary, publicó el comentario de una conocida de ambos que afirmó: “Cook es un caballero y un mentiroso, Peary ninguna de las dos cosas”. Que Robert Peary no era un caballero siempre estuvo claro. En eso estaban todos de acuerdo, incluyendo a muchos de sus partidarios, que no consideraban que tener buenas maneras fuese algo esencial. Cook tenía la fama de embustero, Peary parecía afanarse por construirla. Pero sin duda, la controversia que surgió entre ellos se convirtió en algo más emocionante que la expedición misma. Frederick Cook había mentido antes, cuando aseguró haber conquistado el pico del monte Mckinley presentando fotografías que fueron tomadas en otros lugares. El monte Mckinley se encuentra en Alaska, a tan sólo 3° del círculo polar ártico. Aunque no es uno de los más altos del mundo, el desnivel de 4 mil metros desde la base para alcanzar los 6 mil 194 metros sobre el nivel del mar, aunado a las bajas temperaturas y la intrincada geología que lo rodea, lo hacían difícil de conquistar. Cuando Frederik Cook publicó las fotos en su libro To the Top of the Continent, algunos de sus acompañantes en los intentos previos reconocieron los lugares. Luego, algunos de ellos organizaron una expedición para retratar esos mismos sitios y acabar así por desmentir a Cook. Su propio socio, Ed Barrill, el único acompañante de la expedición, testificó el fraude firmando un afidávit. Algunos historiadores encontrarían después que Robert Peary había pagado a Barrill para que firmara la declaración jurada. Sin embargo, escaladores modernos han logrado reproducir las fotos de Cook situadas a 30 kilómetros del pico.

 

Lectura de las mediciones con sextante de Robert Peary. Las lecturas con precisión de segundos son desconcertantes por la precisión de sus instrumentos <www.matthewhenson.com/1928b.htm>.

 

Cook había sido médico de Peary y de otros exploradores en expediciones anteriores y, en múltiples ocasiones, había contribuido en ellas de manera decisiva. Mucho tiempo antes había visitado Tierra del Fuego, donde conoció a Thomas Bridges, quien había trabajado algunas décadas con los indígenas de la región. Bridge había preparado un diccionario con más de 300 mil vocablos de la lengua local yamana. Se dice que Cook le pidió prestado el manuscrito y no lo regresó nunca. Un tiempo después de la muerte de Thomas Bridge, Cook intentó publicarlo como de su autoría.

El reclamo de Robert Peary por la conquista del polo norte fue más fuerte que el de Cook, empezando por que había sido apoyado por la National Geographic Society y tenía el patrocinio de grandes personalidades. La introducción del libro que publicó en 1910, titulado The North Pole, fue escrita por Theodore Roosvelt, quien había sido presidente de los Estados Unidos (EU) hasta 1909. En el breve texto del presidente se puede leer:

       Hace algunos años que me encontré en una cena en Washington al famoso noruego Nansen, explorador del ártico, uno de los héroes de la aventura polar. Él me dijo: Peary es su mejor hombre, de hecho, creo que, en general, él es el mejor de los que ahora intentan alcanzar el polo y hay muy buenas posibilidades de que lo logre.

 

En su recuento de la hazaña, Peary reportó estar acompañado por Matthew Henson, así como por cuatro esquimales: Ootah, Seeglo, Egingwah y Ooqueah, ninguno de los cuales tenía conocimientos de navegación. Siendo afroamericano, Henson nunca lograría el prestigio que tuvo Robert Peary. Su libro titulado A Negro Exlorer of the North Pole fue publicado en 1911 y tuvo muy poco éxito en tiempos en que los afroamericanos eran discriminados por el color de su piel. Henson murió en la pobreza, pero su legado cobró gran importancia con el movimiento negro por los derechos civiles en los años sesenta y setenta del siglo xx. Peary, quien podía ser todo menos un caballero, al momento de planear su expedición, sí fue irreprochable y dijo: “Henson debe ir conmigo: sin él no lo lograré”. Éste fue, quizá, el punto más alto de su gentileza.

Los que apoyaron a Cook en el agrio y largo debate presentaron tres argumentos en contra de Peary. El primero de ellos se refiere a que, cuando la expedición había alcanzado la latitud 87° 47’, Peary ordenó a Robert Bartlett que regresara al refugio siendo justamente el único de los miembros de la expedición con amplia experiencia en navegación que podía verificar los cálculos de latitud que haría Peary. El segundo argumento es que la velocidad, necesaria para cubrir la distancia entre el cabo Columbia y el polo norte, debía ser tres veces mayor a la que Robert Peary reportaba en su diario. El tercero es que Robert Peary no comunicó a su equipo que lo habían logrado, sino hasta que regresó a cabo Columbia donde se enteró del anuncio que Cook había hecho una semana antes. Las famosas palabras de Peary pronunciadas al llegar al punto donde ya sólo existe el sur: “el polo al fin”, no aparecen en el diario, sino como piezas sueltas de papel insertadas, probablemente a posteriori.

Estos argumentos aún tienen vigencia, pero no son los únicos. En el polo norte el sol está siempre en el horizonte durante el verano y debajo de éste en el invierno. El sol sale, pues, sólo una vez cada año cerca del 20 de marzo; le lleva tres meses colocarse en el punto más alto cerca de los 23° y medio el 21 de junio. Luego comienza a descender para ocultarse el 23 de septiembre. Las temperaturas en el invierno varían entre los -43 °C y los -26 °C, mientras que en el verano, puede fluctuar alrededor de los 0 °C.  El polo norte posee una naturaleza inhóspita de nieve y hielo con enormes crestas que se elevan con la presión, cuando gruesas planchas de hielo que flotan en el océano se encuentran. Se forma así un paisaje de ríos abiertos y témpanos de hielo arrastrados por los vientos.

Peary y su equipo salieron el 1 de marzo de cabo Columbia con la intención de recorrer la distancia en línea recta al polo. El cabo Columbia se ubica a 83° 7’, es decir, a 769 kilómetros del polo norte. La expedición cruzó el paralelo 84° el 18 de marzo y cinco días más tarde, el 23 de marzo, cruzaron el paralelo 86°.

La expedición recorrió aproximadamente 110 kilómetros en sus primeros 17 días de travesía y luego más de 220 kilómetros en cinco días. Para el 6 de abril, es decir, 14 días después de cruzar el paralelo 86°, Peary, Henson y sus acompañantes inuit estaban llegando al polo norte. 

 

 

Sin embargo, las velocidades que Peary reportó en sus diarios son incongruentes con las distancias que debieron haber recorrido. Peor aún, cuando en su defensa Peary dijo que no habían encontrado obstáculos y que eso le permitió llegar muy pronto a su meta, su entrañable compañero Matthew Henson dio cuenta de tortuosas desviaciones necesarias para evitar elevaciones de presión y grandes fracturas abiertas. Cuando la expedición se encontraba a 246 kilómetros del polo, Peary decidió enviar de regreso a Robert Bartlett. Hasta ese momento, el grupo avanzaba en el orden de los 20 kilómetros por marcha. En cuanto el grupo, reducido ya a seis miembros, inició el ataque final, la velocidad se duplicó, y los últimos dos días y medio de trayecto, su velocidad se cuadruplicó.

Después de visitar el polo, Peary y su gente estaban de vuelta en cabo Columbia la mañana del 23 de abril, lo que significa que recorrieron 769 kilómetros en sólo 17 días. Peary dijo que el regreso había sido muy rápido porque usaron las trazas dejadas con antelación en el hielo. Sin embargo, Peary llegó a cabo Columbia sólo dos días y medio después que Bartlett, no obstante haber recorrido 500 kilómetros más que éste.

El explorador polar Wally Herbert fue comisionado en 1989 por la National Geographic Society para revisar los registros de Peary y se le dio acceso a todos los manuscritos y observaciones astronómicas. Herbert fue uno de los más grandes exploradores de todos los tiempos y caminó al polo norte con motivo del 60 aniversario de la controversial expedición de Peary. Sus conclusiones, publicadas en un libro, han sido ampliamente aceptadas al sostener que Peary no alcanzó el polo norte aunque sí llegó muy cerca, “a tan sólo unos kilómetros de distancia”. Por supuesto que los resultados de su análisis lo dejan a él mismo como el primer hombre en caminar al polo norte. Cuando las consecuencias de una revisión benefician al revisor, la credibilidad desmerece.

Frederik Cook nunca recuperó su reputación y la de Robert Peary se mantuvo por un tiempo hasta que los estudios detallados de su expedición lo fueron desacreditando para que, finalmente, la National Geographic Society lo abandonara después de haberlo protegido tanto tiempo. Cook ingresó en 1922 al negocio del petróleo en Texas y, un año más tarde, fue condenado a prisión por fraude al exagerar los descubrimientos de su compañía con provecho por especulación. Muchos consideraron entonces que la pena que le impusieron había sido exagerada y no dejó de mencionarse que el juez que lo sentenció era amigo de Peary. Después de cinco años en prisión, Cook fue puesto en libertad y diez años más tarde fue perdonado por el presidente Franklin D. Roosevelt, en 1940. Ese mismo año, Cook murió.

El 10 de abril de 1909, a las 10 de la mañana, Peary hizo detener la marcha. Entonces esperó al mediodía para calcular la inclinación del sol. Midió con el sextante y determinó su posición en 89° 57’ 11’’ Norte. Esto significa que se encontraban a tan sólo cinco kilómetros del polo norte. Para estar seguro de pasar por el polo, avanzó 16 kilómetros rumbo al norte. Se percató luego de que viajaba al sur y reflexionó sobre el maravilloso hecho de cómo, en tan poco tiempo, pudo pasar de un hemisferio al otro. Marchando en línea recta se había dirigido al norte y al pasar por un punto se encontró caminando al sur. Después de algunas horas en las que Peary hizo mediciones para confirmar su posición, los exploradores engancharon los perros e iniciaron el retorno.

En 2005, un explorador inglés llamado Tom Avery recreó con cuatro acompañantes el recorrido de Peary y logró llegar al polo norte en cuatro horas menos que su antecesor. Si bien esto le dio fuerza al reclamo original de Peary, las mayores velocidades que Avery alcanzó durante su recorrido fueron considerablemente menores a las que Peary llegó a reportar en sus anotaciones para algunos trayectos. Tom Avery utilizó el mismo tipo de equipo que Robert Peary en su expedición y manifestó haber descubierto reliquias del recorrido de 1909. Luego escribió un libro titulado To the End of The Earth: The Race to Solve Polar Exploration’s Greatest Mystery, en el cual, Avery argumenta que Peary realmente llegó al polo norte y expresa su gran admiración por él. Esta demostración también fue criticada, por el hecho de que Tom Avery hizo sólo el trayecto de ida. El regreso lo realizó por aire y esto le permitió mayor ligereza en sus abastecimientos para el viaje.

 

 

Cuando Robert Peary tenía 40 años pasó mucho tiempo en la base desde la cual emprendió sus múltiples expediciones. Peary estaba casado y era el padre de una niña; la madre y la hija vivían en Pensilvania cuando Peary conoció a una joven esquimal llamada Ahlikahsingwah. Procreó con ella dos hijos fuera del matrimonio, uno de los cuales murió muy joven. El otro, Kaala, sobrevivió. Cuando la base de Robert Peary fue abandonada en septiembre de 1909, los niños se quedaron sin su padre. No obstante y con la ayuda de padres postizos, el niño sobreviviente aprendió a cazar focas, narvales y osos polares. Kaala creció y tuvo tres hijas y dos hijos, asegurando la descendencia esquimal de Peary. Uno de sus bisnietos inuit, llamado Hivshu Ua, vive en Suecia y tiene cuenta de Facebook y Twitter. Hivshu es un activista de Greenpeace que lucha por la conservación de la naturaleza, las culturas y la diversidad. Se preocupa por la desaparición de las diversas maneras de vivir que existen en nuestro planeta.  EP

 

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Gerardo Herrera Corral es doctor en Ciencias por la Universidad de Dortmund, Alemania, e investigador titular del Departamento de Física del Cinvestav.

 

 

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