SOMOS LO QUE DECIMOS
Solidez evaporada. Los estados de la materia
Son tres, nos enseñaron desde niños: el agua es líquida; el hielo, sólido, y gaseoso el vapor. En nuestra habla diaria nos referimos a ellos también de manera figurada. Tales son los casos de la liquidez monetaria, de abrevar (cultura), “hablar con fluidez”, disolver (una manifestación), “salir salpicado”, naufragar, derretirse (por alguien), diluir (un problema), navegar en la red, empaparse (de un asunto). Líquidos son también la sangre (“sangrón”), la exudación (“tacos sudados”), la boca que se hace agua, chupar o inflar licor, el que uno se mee de risa. El océano connota inmensidad: la mar de posibilidades. No es posible brindar sin un trago ni ingerir pinole con poca saliva.
Los políticos mañosos (¿redundancia?) “nadan de (a) muertito” y lo hacen guardando la ropa y sin hacer olas; otras veces chapotean en el lodo.1 Una persona o una organización salen a flote tras una crisis económica o una enfermedad grave. Enfatizamos lo profundo de un análisis con dos verbos: sumergirse y echarse un clavado.
En la Biblia abundan los líquidos: el diluvio, la división del Mar Rojo, la pila bautismal, “ganarse el pan con el sudor de la frente”, la célebre transubstanciación del agua en vino (sueño dorado del alcohólico)…
En México son “aguadas” tanto las situaciones aburridas como las personas pusilánimes; lo están aquellas cuyas carnes han sido vencidas por la ley de la gravedad. Algunos patrones exprimen a sus empleados.2 A las Coca-Colas se les sigue llamando “aguas negras del imperialismo”. Nótese que esta adjetivación reproduce la dicotomía agua clara/agua negra, endosada al mismo tiempo a la epidermis: para los occidentales nada negro es positivo.
Dice la leyenda que un mexicano alerta a otro acerca de un peligro inminente gritándole: “¡Aguas!”, en alusión a la supuesta práctica ancestral de arrojar por la ventana el contenido de las bacinicas. Para contrastar con lo anterior, citemos una bella palabra: aguamiel, materia prima del pulque, el tequila y el mezcal. Entre nosotros, “estar agüitado” significa ‘triste’, lo cual se difumina con estas tres bebidas.
“Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir”, de un poema de Jorge Manrique, están entre los versos más certeros en la literatura universal con el tema de la muerte.
Sólidos hay argumentos y conocimientos. Se puede ser muy duro(a) con alguien, o sea inflexible. Duros son los diamantes y los huesos que hay que roer;3 ciertos individuos, como Pedro Páramo, son pétreos en todos sentidos. Se puede ser fuerte como un roble o como un toro (metáforas vegetal y animal). Está macizo algo muy sólido; “hay que amacizar”, se diagnostica para apuntalar una actividad que está empezando.4
El paradigma de lo gaseoso va desde las locuciones que se refieren a lo etéreo (una bocanada de aire puro, oxigenar/ventilar) a lo desagradable (un asunto apesta)5 o a lo escatológico (hacerla de pedo).6 “Darse aires” significa ‘fingir importancia’; algunas personas “están infladas” precisamente por esta razón. Lo fugaz se expresa con la locución “en un suspiro”; “darse un respiro” implica lo contrario, es decir tomar todo con calma. Al decir que alguien “se las huele” se quiere afirmar que sospecha algo. “Los vapores del alcohol” no tiene nada que ver con un tubo de ensayo, sino con el calor que en varios contextos producen los licores.
Ahora bien, algunas veces se desvanecen las fronteras entre los tres tipos de materia: “estar empantanado”, litros de gas, hielo seco, la transpiración, las arenas movedizas, el agua oxigenada, el deshielo, el fuego sólido o líquido (que se utiliza en las parrilladas).
Los ciudadanos, en varias regiones del planeta, estamos “como agua para chocolate” a causa de los gobernantes que, la mayoría de las veces, nosotros mismos elegimos. EP
1 Resignadas a la corrupción, algunas personas se vuelven cínicas y exclaman: “¡Que se mojen, que se empapen, pero que salpiquen!”.
2 En siglos pasados, las potencias europeas hicieron lo propio en sus colonias.
3 “El amor dura lo que dura dura”, proclama por su lado la picaresca mexicana. 4 Otro calambur: Chava Flores narra una descomunal taquiza de una señorita con su pretendiente. Éste se lamenta: “y al entrarle a la maciza, me saliste con que no”.
5 Algo huele a podrido en Dinamarca, se escucha en Hamlet.
6 Las flatulencias aparecen de manera figurada en múltiples expresiones: “empedarse” (emborracharse), “andar pedo” (borracho), “no hay pedo” (problema), “no es mi pedo” (asunto)…
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Ricardo Ancira es profesor de Literatura Francesa en la FFyL y de Español Superior en el CEPE de la UNAM. Obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001 por “...y Dios creó los USATM”. Es autor del libro de relatos Agosto tiene la culpa (El tapiz del unicornio, 2015)