EstePaís cultura: diez años
Jack Dykinga
En el origen de Este País, en 1991, está la vocación para leer el cambio. Las encuestas, los sondeos, las tendencias y estudios de opinión o apenas existían o se les tomaba poco en cuenta, los aparatos autoritarios los utilizaban si acaso para disimular la realidad. Salvo su director fundador, Federico Reyes Heroles, y un pequeño grupo de osados, nadie le daba valía a ese ejercicio intelectual, que es un ejercicio político. No es pues tampoco extraño, aunque lo parezca, que precisamente una revista especializada en tales menesteres también se aventurara, en 2005, a iniciar la publicación de un suplemento cultural. No era, ni mucho menos, un ámbito que no les competiera. Bastaba revisar el directorio, la lista de fundadores, de colaboradores y consejeros, para corroborarlo.
Aún así, muchos no prestaron demasiada atención al evento editorial, de relevancia adicional dado el contexto de declive o cierre de secciones y suplementos culturales en México. Los “errores de diciembre” de 1994 tuvieron consecuencias devastadoras en los medios impresos y, como es triste costumbre, estos comenzaron sus ajustes por la cultura. Acostumbrados a apostar por causas en el momento en el que nadie cree en ellas, el director fundador y el entonces director de la revista, José Antonio González de León, le buscaron destinatario al tigre de la rifa.
Malena Mijares había trabajado durante más de veinte años en la unam, particularmente en el área de difusión cultural, donde fue directora de Radio Universidad y de Literatura, y había editado Los Universitarios y la Revista de la Universidad de México, y la invitaron para que se ocupara de la encomienda. Ignacio Ortiz Monasterio se incorporó para apuntalar el proyecto, lo mismo que, en una etapa reciente, Jéssica Pérez Casarrubias. Alguien, claro, tenía que tener los pies en la tierra, la gerente Martha Reyes, para blindar las cuentas, como lo hace desde antes del nacimiento de Este País.
EstePaís|cultura cumple diez años. Malena es la actual directora de la revista, Ignacio el editor, Jéssica está al frente de la redacción y se ocupa del suplemento, Martha sigue encontrándole la cuadratura al círculo, mientras Rogelio Rangel, a quien se debe la atractiva imagen gráfica del suplemento desde su primer número, imprime a cada entrega un sello singular. De la misma manera que el resto de la tripulación, lo hacen con discreción, sin los protagonismos de los caudillos ni las virulencias de sus tribus culturales. Están también alejados, años luz, de los cotos de poder y de los intereses creados. Esto, también, es parte del origen de Este País, “el grupo sin grupo”, apuntaba en 2011 Reyes Heroles, a cuento del xx aniversario de la publicación, justa paráfrasis a los Contemporáneos. La faena, para colmo, la ejecutan con una eficacia sin tacha, como editores y como gente de cultura, siempre afectuosos y sonrientes y, aún más, con el gran cariño del pan hecho en casa, como se prueba mes a mes.
–Nos preocupa un poco a Malena y a mí que pueda haber un tono autocomplaciente —señala Ignacio.
–Llevan diez años, contra viento y marea, con una propuesta propia, y no son cuatro, ni ocho, son treinta y dos páginas, con crítica, creación, obra plástica, a color, ¿qué más? —digo yo.
–Me inquietan las expresiones de afecto —confiesa Malena.
–Salvo una que otra, que le ponen un buen sazón, las razones que exponen están muy bien argumentadas, me parecen objetivas, centradas —les comento.
Es así que veinte colaboradores dejan constancia de los primeros diez años de vida del suplemento y, de manera espontánea y natural, convergen en torno a dos ejes cruciales: sus aportaciones a la vida cultural de México y su experiencia en tanto autores dentro del proyecto.
I
…la valoración sobre la nave, que va…
“Sonaba como una gran aventura —apunta Bruno Bartra—, algo arriesgada y, sobre todo, inédita. Insertar una sección cultural en una revista de análisis económico, estadístico y político. A los pocos meses, esa sección abría las puertas a mi columna sobre las diversas identidades y culturas subterráneas: yo estaba lleno de emoción, con todas las ganas de contribuir a que el barco llegara a buen puerto. Hoy, diez años después, veo con alegría cómo EstePaís|cultura se ha consolidado como una parte esencial de la revista y, con su apertura a la poesía, el ensayo, el cuento, la pintura y un sinnúmero de géneros literarios y artísticos, ha ido creciendo en una década en la cual en otros lugares más bien le han cerrado las puertas a la información cultural. Con un espléndido trabajo editorial, Malena Mijares creó desde cero y forjó un suplemento plural y de enorme calidad que este mes llega a su primera década. Enhorabuena y muchas felicidades a este que ha sido un cálido hogar que ha acogido con cariño mis ideas. Brindo por estos diez años, por los diez que vendrán, y por todo su futuro”.
Angelina Muñiz-Huberman se pregunta: “¿Por qué el décimo aniversario del suplemento cultural de Este País es importante?”. Y se responde sin dudarlo: “Por muchas razones. Indica la consolidación de una revista única en el campo editorial. Única por los aspectos tan variados que abarca, desde el análisis político, económico, histórico y estadístico, hasta una destacada sección cultural que incluye obra poética, narrativa, pictórica, reseña de libros y de espectáculos. Diez años son un reflejo del amplio panorama del México contemporáneo con sus aciertos y desaciertos, con sus logros y errores. La posición crítica de la revista permite externar opiniones de manera libre y sustentada, con firmes bases analíticas. Diez años es una buena cifra por su simbolismo implícito en busca de la perfección. El suplemento cultural de Este País, sus lectores y sus colaboradores celebran su décimo aniversario”.
EstePaís|cultura apunta en distintas direcciones sin exclusión y conforma un espacio de conversación cultural aparte de las capillas, las ortodoxias y los dogmas, justo cuando más se necesita, explica Juan Domingo Arguelles: “Este País es una revista que tiene como mayor virtud tomarle el pulso a la realidad social y política de México. Y esto lo hace extraordinariamente, con colaboradores que son especialistas de gran experiencia en las más diversas disciplinas. Que, además, esta revista tenga un suplemento cultural de treinta y dos páginas, y que este suplemento haya cumplido ya una década, es algo digno de celebrarse, porque en las publicaciones mexicanas cada vez resulta más raro encontrar amplios segmentos para la creación artística y literaria y, en general, para la reflexión sobre la cultura. El suplemento cultural de Este País es, además, un suplemento plural como hay pocos, gracias a la apertura de Malena Mijares e Ignacio Ortiz Monasterio, quienes suman a su buen trato personal un gran profesionalismo. Siempre es un placer publicar en EstePaís|cultura, y siempre es una experiencia benéfica leer un suplemento orientado hacia todos los rumbos, sin capillas, sin ortodoxias, sin dogmatismos. Felicidades a quienes lo hacen posible y a todos los que han participado, a lo largo de diez años, en este espacio que nos refleja y que propicia el diálogo justamente cuando más se necesita dialogar”.
En tanto, Miguel Ángel Castro evoca una “Galaxia Gutenberg”, génesis del suplemento, que desde entonces colma las páginas culturales de “pensamientos y emociones”, de “conocimientos, experiencias y valores”: “Las noticias, los anuncios, los artículos científicos, relatos, poemas y reflexiones sobre la naturaleza, los gobiernos y la sociedad así como todo lo humano encontraron el mejor y más ágil vehículo en los periódicos para dar lugar a la opinión pública, desde las gacetas hasta las páginas electrónicas o digitales, pasando por las revistas literarias del xix, los suplementos culturales y las historietas de diversa índole que contribuyeron al imaginario del xx. Cientos de galeotes de la prensa han construido esa memoria, como una expansión de la Galaxia Gutenberg en la que ha sido posible comunicar todas aquellas cosas que nos hacen ser personas y, por añadidura, miembros de una comunidad. Malena Mijares, Ignacio Ortiz Monasterio y el consejo editorial de Este País, con una firme vocación por esos documentos que recogen pensamientos y emociones, han aceptado la misión durante una década de servir a los prójimos porque confían en la cultura escrita, es decir, en su poder, que consiste en proporcionar a los lectores conocimientos, experiencias y valores que contribuyen a desarrollar su sensibilidad y hacerlos más conscientes de su humanidad”.
Sobre un hecho crucial de imperativa actualidad llama la atención Mariana Bernárdez en su testimonio: en este “punto de encuentro de la multiplicidad” hay “una ética sostenida” en la búsqueda de respuestas y la puesta en cuestión, ejercicio del pensamiento “contra la fatalidad, la violencia, el dolor, el horror”: “Festejo, como tantos, el décimo aniversario del suplemento cultural de la revista Este País, además de que me alegra constatar que es un espacio para la escritura que recorre el memorial de la vida, y en resguardo de la dislocación de sentido. Me sorprende cómo ha escapado el filo de lo trillado al defender un punto de encuentro para esa multiplicidad —compleja, disidente y singular— de voces que configuran nuestro panorama cultural, y reconozco en ese trazo una ética sostenida, número tras número, sobre la anchura de una mirada que alienta una reflexión que rebasa la aridez de la argumentación. Con ello quiero enfatizar que en sus páginas se registran rupturas, cruces y transgresiones, entre otros muchos asuntos, buscando respuestas o haciendo cuestión de lo que aqueja, o en pos de dar razones de los tiempos que corren. Lo cierto es que en este ejercicio el pensamiento adquiere una dimensión justa contra la fatalidad, la violencia, el dolor, el horror…, síntomas de una enfermedad creída incurable, pero que, en su representación, la memoria aventura la posibilidad de sanarse hasta del olvido y ser suelo fértil para la creación. Y eso por sí mismo ya es digno de celebración”.
La apuesta por el horizonte de EstePaís|cultura es también crucial y hacia allá señalan las reflexiones de Eduardo Garza Cuéllar y Gregorio Ortega Molina.
Eduardo Garza Cuéllar apunta hacia “la activación de la esperanza” y el “urgente cosmopolitismo arraigado que nuestros problemas demandan”: “Nuestro suplemento —como la letra frente al número, como un ciclista de montaña que se aventura a una nueva cima movido por la curiosidad de saber qué hay más allá— nació para contrastar, resaltar y complementar la tradición entonces ya consolidada de una revista cimentada en la vocación estadística. Se fue alimentando luego de oficio editorial, de calidad, diversidad y buen gusto; seguramente de las conversaciones entre sus editores que, como grandes arquitectos, propician secretamente ámbitos para lo humano, se ausentan, sonríen y animan nuevas conversaciones: tal ha sido su singularísima manera de hacer cultura.
“En diez años, lo sospechaban entonces pocos, nuestras narrativas —las de la cultura, el sentido de las cosas y el espíritu—, de suyo importantes, se han vuelto en México además urgentes, incluso imprescindibles. Mucho tendrá que aportar el suplemento al futuro de Este País desde la activación de la esperanza, la provocación de encuentros necesarios y el despertar, siempre posible, del asombro. Es difícil saber si nuestros paradigmas se romperán para dar paso a otros, mejores y distintos; si en un futuro no lejano no hablaremos de “Este” País, sino del urgente cosmopolitismo arraigado que nuestros problemas demandan. Más aún, si lo que nació siendo “suplemento” termine siendo central y las herramientas estadísticas retomen su vocación de ser suplemento. Me encantaría. Son mis mejores deseos de aniversario”.
En tanto, por “una auténtica fuga al futuro” para “permanecer vigentes como hoy lo estamos”, perfila Gregorio Ortega Molina: “Los aniversarios en materia editorial, sobre todo si se trata de ediciones culturales, no deben motivar un balance de lo hecho, pues obvia decir que si se está vigente se trabajó bien, sino una revisión de lo que debe hacerse para continuar con la fuga al futuro.
“¿Qué significado puede ofrecer lo anterior? La cultura está viva y a pesar de las agresiones en su contra, incluso por sobre la propuesta de crear una secretaría para atender a los intelectuales en medio de una profunda crisis económica y de credibilidad, hay que partir del hecho de que la cultura está en la calle; se crea y recrea todos los días, en las modificaciones del comportamiento del ser humano, del lenguaje, de la manera de observar al vecino y observarse a uno mismo, o la necesidad de participar más y mejor en el contenido de nuestro entorno político.
“¡Claro que un año más es digno de estímulo!, pero fugarse al futuro es determinarse a permanecer vigentes, como hoy lo estamos”.
En la era digital, asegura Flavio González Mello, un suplemento cultural impreso en papel es necesario para quienes creen en el criterio de un buen editor: “Pertenezco a la última generación de escritores que adquirió una parte sustancial de su formación en los suplementos literarios de la prensa mexicana. También ahí hicimos nuestros pininos, pagando la ineludible cuota de reseñas antes de tener la posibilidad de publicar algo un poco más personal. Hoy, en la era de las plataformas sociales, nada parecería más obsoleto que un suplemento cultural (para colmo, impreso en papel). Pero, como el teatro, ese carácter obsoleto lo vuelve necesario para quienes aún creemos que el criterio de un buen editor vale más que la proliferación indiscriminada de opiniones. Felicidades a EstePaís|cultura, ojalá siga desarrollando este trabajo tan anacrónico durante muchos años más”.
Por su parte, Ricardo Pozas Horcasitas destaca lo que es ya una realidad en las páginas de EstePaís|cultura: la presencia de “las variadas y posibles versiones de la vida”: “Hace diez años, en octubre, aparecía entre las páginas de la revista un nuevo espacio que nos daba la otra parte del mundo: el arte, redondeando el horizonte que ahora va de la gráfica a los rostros de la pintura, de la política a la poética, de la sociedad a lo humano. Hoy la revista guarda entre sus páginas las variadas y posibles versiones de la vida”.
La “hospitalidad” y la “amistad” de las páginas del suplemento son, sin más, “un trozo de paraíso”, destaca Claudio Isaac: “Desde su inicio, EstePaís|cultura ha sido un espacio hospitalario y amigable. Para un escritor esto representa, de por sí, un trozo de paraíso, y en estos tiempos mezquinos en que los suplementos han desaparecido o se han convertido en capillas excluyentes y trincheras cerradas, la importancia de un lugar de expresión tan generoso salta a la vista. Por eso su décimo aniversario es un triunfo que celebramos colectivamente”.
Se trata, pues, de la convergencia de “diversidad, apertura y equilibrio”, afirma César Guerrero, quien sintetiza los sucesos de diez años en las páginas del suplemento en la imagen de una “glorieta”: “Por definición, el suplemento de cultura de la revista Este País no es muy extenso: alrededor de treinta páginas. Pero, en su brevedad relativa, cumple diez años demostrando, tanto a lectores como a autores, que los límites no son obstáculo para la diversidad, la apertura y el equilibrio. O, dicho de otro modo, que la extensión no es garantía de ninguna de las tres. Como no quiero extraviarme definiendo lo que representan para mí diez años de este querido suplemento, usaré una imagen: una glorieta. Una glorieta es un punto común (la cultura, en este caso) en el que convergen varios caminos (diré “los géneros”) y en torno al cual circulan innumerables transeúntes (los autores). Algunos pasan ocasionalmente (una vez al año o menos), otros lo hacen con frecuencia o regularidad. Hay quienes siempre van y vienen por el mismo camino (la dramaturgia, el ensayo, la música) y otros hemos probado más de uno (la narrativa, la poesía, las artes plásticas). Algunos son figuras bien reconocidas, otros son personas reconocibles o por reconocer. Cada ejemplar del suplemento equivale a una foto aérea de esa glorieta, con una escala equivalente a treinta páginas a la redonda. Glorieta que nunca se mira igual salvo en tres cosas: que es diversa, abierta e integral. Un equilibrio que por cierto me parece muy difícil de lograr, repetir y sostener. ¡Muchas felicidades!”.
II
…la ancha y abierta libertad de la escritura…
Sabe bien Fernando Fernández del oficio de edición de publicaciones culturales, y su tributo es desde esa condición y, de manera explícita, desde lo que desea, como escritor, de un editor: “Una legítima aspiración de cualquier escritor es, me parece, contar con un espacio editorial impreso en el cual colaborar de cuando en cuando; más todavía, en el que sus inquietudes y sus propuestas puedan ser escuchadas. Si ese espacio tiene a la cabeza a editores inteligentes y sensibles, que practican estas virtudes con apertura, aquella aspiración, de verse colmada, es una fuente de satisfacción inacabable. Pero mi testimonio no tendría más que un valor subjetivo si no fuera porque esa sensibilidad y esa inteligencia son prodigadas por igual a una considerable cantidad de colaboradores, muchos de ellos talentosos y brillantes, lo que acaba por reflejarse en el resultado impreso. Eso exactamente es para mí el suplemento EstePaís|cultura, que este mes cumple diez años. Felicidades a esos editores, encabezados por Malena Mijares y Nacho Ortiz Monasterio”.
Jorge Comensal era un becario de la Fundación para las Letras Mexicanas y, como muchos otros jóvenes, encontró en el suplemento cultural la posibilidad de difundir sus escritos en un ámbito más amplio de lectores. Lo evoca así, y lo evoca también como lector: “Mi primera publicación en EstePaís|cultura fue hace varios años, como becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Gracias a este espacio dentro del suplemento, muchos escritores jóvenes como yo pudimos dar a conocer nuestros primeros trabajos a un público más amplio que el de las revistas literarias especializadas. Desde entonces ha sido un privilegio seguir colaborando con un suplemento tan diverso como este, que me ha permitido entrevistar a personas muy valiosas y dedicar la escritura a uno de los temas que más me apasiona: la vida silvestre y el ambientalismo en México. Por otro lado, mi sección favorita de EstePaís|cultura es ‘Mirador’, en el que se establece un diálogo totalmente imprevisible entre una fotografía y un texto detonado por ella. Me gusta el desafío impuesto por la imagen, y la colaboración fructífera que se establece entre formatos artísticos tan diferentes. De la misma forma, la ‘Obra plástica’ que ilustra el suplemento cada mes se ha convertido para mí en una galería imprescindible para conocer el trabajo de pintores y fotógrafos contemporáneos. Celebro la existencia de este magnífico espacio cultural, y hago votos por su continuidad”.
Desde Querétaro, Jorge Degetau aspiraba, al igual que tantos escritores, a publicar en un medio que le diese presencia nacional, solo que le ocurrió lo que a muchos, las publicaciones consolidadas como parte del establishment literario no abrían sus puertas, hasta que tocó las de Dulce Olivia 71, en Coyoacán: “Mi primer contacto con EstePaís|cultura fue a inicios de 2008. Para entonces no había publicado sino en un puñado de medios queretanos y aspiraba a tener presencia nacional. Sistemáticamente contacté a las revistas que me gustaba leer. Me ocurrió lo que a todos: encontré una vigorosa resistencia a publicar nombres nuevos, lineamientos editoriales caprichosos y castrantes, y cierta autosuficiencia insufrible en la mayoría de los medios de prestigio. De entre todas las respuestas solo una era esperanzadora: con su calidez habitual, Malena Mijares prometía leer mis textos y dictaminarlos en breve. Creo que fue en junio de ese año cuando vi, impreso, mi primer artículo en las páginas del suplemento.
“Desde luego que esto me ayudó a acceder a otros medios; por eso me atrevo a fincar mi desarrollo posterior en la generosidad de Male, generosidad que nunca se limitó a este gesto primigenio. Además, ella y Nacho han sido mis más fieles críticos, siempre francos, siempre nobles. Sus criterios editoriales, sanamente dilatados, de una sensibilidad liberal e incluyente, me dotaron de licencias que no existen en otros lados: esto ayudó a que descubriera mi camino. Más de una vez les propuse alguna pequeña locura, y ellos tan felices como de costumbre. Por eso, cuando nos tomamos un cafecito en las oficinas de Dulce Olivia, siento a Male y a Nacho como familia no sanguínea, del tipo de la que uno va eligiendo en el camino. Sobra decir que Este País es mi casa. Gracias, muchas gracias por todo”.
Desde el otro ángulo, Bruce Swansey, escritor que se incorporó con una obra reconocida y apreciada, también encontró en las páginas los aires de libertad literaria que alientan su obra reciente: “El suplemento de Este País ha significado para mí un umbral estilístico. Allí empecé a experimentar con textos cada vez más sintéticos, relatos mínimos que aspiraban a la concreción relampagueante del aforismo. Al cabo de un tiempo me propuse crear relatos más extendidos, pero divididos en escenas que pueden leerse de manera autónoma o como eslabones de una historia que las desborda.
“‘Prohibido asomarse’ me ha brindado la oportunidad de experimentar y —espero— de afianzar un estilo basado en la economía, bagatelas donde no debe sobrar ni un signo de puntuación y en las cuales hay una voluntad estilística cuyo propósito es destilar la ironía y a menudo el desencanto: un laboratorio en el que produzco golosinas envenenadas.
“La libertad creativa que el suplemento de Este País ha hecho posible me ha permitido abrirme a temas muy diversos, desde la intimidad doméstica hasta acontecimientos estrechamente relacionados con la actualidad periodística. Una vez establecida la tensión que debe sostener al lenguaje, ‘Prohibido asomarse’ alberga cuanto me marca con la esperanza de que sea relevante para los lectores”.
“Erotismos”, de Andrés de Luna, una columna canónica en la prensa cultural, fue acogida en EstePaís|cultura. Luego, De Luna inició sus “Travesías”, que circulan desde Helmut Newton hasta Marcel Proust: “Escribir mi columna de ‘Erotismos’ fue mi entrada en Este País. La hice con gusto y satisfacciones que se expresaron en los textos; hubo varios que aún me quedan como parte de la emoción de publicar sobre estos asuntos, que a veces causan cierta ira o desconcierto, aunque cada vez se pierde más el temor y se gana la confianza en que esto también es literatura. Por estos días hago mi sección ‘Travesías’, un recorrido que nos lleva por diferentes rumbos, según el viajero que se elija. También la hago con todo mi aprecio. En estas páginas han aparecido personajes de la talla de Mircea Eliade, Aldous Huxley, Yuri Gagarin, Helmut Newton, Marcel Proust, entre otros cuyos periplos he podido encontrar publicados. Realizar mi trabajo al lado de Malena Mijares, Ignacio Ortiz Monasterio y Jéssica Pérez Casarrubias ha sido uno de los privilegios que uno puede darse luego de tantos años de escritura en diarios y revistas. A ellos les debo que mi columna se haya mantenido sin censuras y con un nivel que antes apenas si conocía en el medio editorial mexicano. Vayan para ellos mis mayores felicitaciones por estos años en una revista excelente. ¡Felicidades!”.
En su espacio “Somos lo que decimos”, Ricardo Ancira ha aprovechado para explorar lo que verdaderamente decimos cuando decimos los que decimos: “Se dice que ‘el pez por su boca muere’, y también que ‘en boca cerrada no entran moscas’. Para nuestra desgracia, cuando decimos algo no solo transmitimos determinada información sino que, al mismo tiempo y sin darnos cuenta, comunicamos al otro nuestra ideología, nuestras obsesiones y nuestros prejuicios. A lo largo de treinta y ocho números, la columna ‘Somos lo que decimos’ ha intentado diseccionar algunas de las múltiples facetas que posee hasta el enunciado más nimio que sale de nuestros labios.
“Así, por una parte y sin proponérnoslo, comunicamos a los demás cómo andamos en cuanto a racismo, homofobia, clasismo, sexismo, xenofobia, intransigencia, autoritarismo, envidia, corrupción. Por otro lado, las columnas tratan de explorar en un tono ameno las metáforas que utilizamos en nuestra habla diaria y que tienen que ver con disciplinas y referentes tan disímbolos como la arquitectura, el mundo animal, las plantas, la religión, la tauromaquia, la ropa, la muerte, el engaño o los deportes.
“Es un privilegio ser publicado en un suplemento cultural como el de Este País, poder así compartir páginas con excelentes escritores y alternar letras con imágenes de magníficos artistas plásticos. ¡Larga vida a EstePaís|cultura”.
Jack Dykinga
Como “historias de amor” define Ana Cruz ese vínculo que inició hace diez años, y rememora al maestro Miguel Ángel Granados Chapa: “Mi relación con el suplemento cultural de Este País es una historia de amor en etapas, que inició hace diez años, cuando Malena Mijares, flamante directora, me invitó a acompañarla en este viaje para escribir sobre los asuntos que nos mueven y conmueven, sobre los temas de interés individual y colectivo que nos afectan. Mi primera encomienda fue entrevistar a Miguel Ángel Granados Chapa para el número que dio a luz a este suplemento. Con el maestro Granados Chapa sostuve otra historia de amor desde mis años de estudiante, caracterizada por la admiración y el respeto, porque sin ser mi profesor en las aulas, Granados Chapa jugó un papel protagónico en mi vocación por los medios públicos. Con él nació mi serie de televisión Personajes y escenarios, en un principio en Canal 22 y, posteriormente, como columna en el suplemento cultural de Este País. En ese espacio, decidí escribir solo de aquello y aquellos que, por sus ideas, obra o personalidad, me provocaran una emoción espectacular. ¿Y qué otra cosa es el amor sino un sentimiento espectacular, fuera de medida, racionamiento y toda proporción? Así, cada vez que escribo en el suplemento, recuerdo la consigna, autoimpuesta por voluntad desde hace una década, y dejo que las historias de amor sucedan y se cuenten”.
Mientras, Carlos Olivares Baró llegó a la nave no hace mucho, dispuesto a imponerle un ritmo de guaracha, jazz y guaguancó: “Llegué hace poco: el inefable Luis de la Barreda me puso en contacto con la revista. Confieso que en la primera cita que tuve con la profesora de Literatura Mexicana Colonial de la unam y directora de Este País, Malena Mijares, quise ser colaborador de la sección de cultura, la cual desde octubre de 2005 leía y leo con sumo interés siguiéndole los pasos a autores muy significativos para mí. Estaba cara a cara con la creadora de esa ventana de información cultural sin parangón en la prensa escrita mexicana. Hablamos de literatura cubana: Alejo Carpentier, Lezama Lima, Gastón Baquero, Reinaldo Arenas, Severo Sarduy y Leonardo Padura. Hablamos de música cubana: habanera, danzón, contradanza, guaracha, son, guaguancó, Chano Pozo, Rita Montaner, Ernesto Lecuona, Benny Moré, Juan Formell, Celia Cruz, Leo Brouwer y Paquito D’Rivera. Me enamoré de su mirada y de su silencio inquisidor ante la verborrea antillana de mi oratoria. Imprudente, ya llevaba yo el nombre de mi columna: ‘Fonogramas y estribillos’. Recuerdo que Ignacio Ortiz Monasterio, el editor, presente en el encuentro, me miró dudoso. Malena asintió afectuosa: ‘Ok, espero tu texto para el próximo número’. Y aquí estoy sorprendido cada dos meses con mis apuntes atrabancados de música entre colaboradores de primera línea. Mientras me dejen seguiré jazzeando y guaracheando en estos folios. Solo digo gracias”.
III
…coda: diez años, un soneto…
En ocasión del décimo aniversario
del suplemento cultural de la
revista Este País
Eduardo Langagne
Una década pasa, son diez años
de constancia de un rico suplemento
que se convierte en vívido alimento.
Con mérito celebra su cumpleaños.
Siempre alcanzando atento los tamaños
de la propuesta lúcida, el acento
de no ponerle límite al talento
ni a los sueños que suben los peldaños.
La remembranza personal me llena
leyendo zurdas páginas de Claudio:
un contenido que hace mi verbena.
El empeño de Ignacio y de Malena
da el testimonio en pod cast, en el audio
sintonizado con moderna antena.
EstePaís|cultura, diez años. No un grupo, sino la conjunción mensual de autores. No una posición a favor o en contra de una tendencia artística o corriente cultural, sino un afán de indagación. No un liderazgo, sino un encuentro y una reunión. No un centro, tampoco una periferia: diversidades y convergencias. No se polemiza ni se asume una u otra ideología, se comparte y se conversa. No un poder cultural, un espacio cultural. Los colaboradores y los lectores de EstePaís|cultura estamos de fiesta. Muchas gracias, Este País. ~
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GERARDO OCHOA SANDY fue agregado cultural en Praga, Lima y Toronto. Es autor de La palabra dicha: Entrevistas con escritores mexicanos, Política cultural: ¿Qué hacer?, 80 años: Las batallas culturales del Fondo y la novela cuadrama.