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Somos lo que decimos: Los pelos de la burra

Animalizaciones parciales

Ricardo Ancira | 01.12.2015
Somos lo que decimos: Los pelos de la burra

Nuestra habla reafirma y diversifica, por medio de comparaciones, metonimias y metáforas, la naturaleza animal del ser humano. Así, podemos tener mirada/ojos de lince/águila o de pescado (verrugas); patas de gallo en el rostro o memoria de elefante. También llorar/derramar lágrimas de cocodrilo, cerrar (o no) el pico, ir por lana y salir trasquilado o hacerse/volverse ojo de hormiga.1

Se han revisado aquí expresiones que involucran animales en diversos contextos; interesan ahora las que tienen que ver con partes de sus cuerpos.

Una persona puede tener, pues, nariz aguileña, ojos de carnero a medio morir, cinturita de avispa,2 piel escamosa o lengua viperina. Unas veces saca las garras o rumia su venganza/derrota. Los ancianos ya no están para es(t)os trotes, y al final todos, sin excepción, “acabamos hincando/clavando el pico”.

La metonimia tener buena pluma (instrumento por resultado) nos remonta al siglo xix. Engatusar significa ‘engañar’; zopilotear es codiciar el puesto de otro; encabronar, enojar.3

“Se hace cola” para entrar en algún edificio o subir a un transporte. Algunos asuntos traen cola (implicaciones o consecuencias negativas); las personas con pasado tortuoso la tienen tan larga que se les puede pisar. Si la traen “entre las patas” es porque han sido humillados. La cola también es un tipo de peinado. Por un pelito significa por poquito.

Andar a paso de tortuga y “gallo, gallina” implican avance lento. “No son moco de pavo” ni “baba de perico” los asuntos complicados4 y “no tiene espolones para gallo” quien aspira a algo por encima de sus capacidades. Cuando esto ocurría en la escuela, al inepto le ponían orejas de burro. Si se obliga a alguien a actuar contra su voluntad “se le hace manita de puerco”.

Muchos prefieren ser cabeza de ratón que cola de león. Es “pata de perro” la persona que siempre anda en la calle. En México existe un tipo particular de robo de combustible: se ordeñan ductos.

Los experimentados tienen colmillo, los malvados no son “blancas palomas” y casi siempre resultan rateros; alguien venido a menos se ve como si tuviera las alas caídas: “está/anda alicaído”. Cortar las alas y su contrario, darlas, significan, respectivamente, desanimar y alentar. Vuela con las propias quien puede valerse por sí mismo (si son jóvenes, “emprenden el vuelo” y abandonan el nido familiar). También se dice, más pragmáticamente, que “ahueca el ala” el que se va. Los amantes suelen encontrarse en su nidito de amor.

Caerse/ponerse con su cuerno implica contribuir con dinero; ponen los cuernos los amantes infieles.5 “Se va al cuerno” a quien “mandan a volar”. Los cuernos de chivo son los fusiles AK-47, preferidos por los narcotraficantes.

En otro apunte se señaló que agarrar tiene que ver con las “uñas” de ciertos animales, a los cuales nos satisface asimilarnos con frecuencia.6 Meter la pata es equivocarse o cometer una indiscreción (si bien las extremidades inferiores de los humanos se llaman piernas y pies); por eso también damos patadas. A partir de secreciones de abejas, escorpiones y víboras, la gente es melosa, ponzoñosa o venenosa. El cabello sedoso cita a la oruga y su producción.

El shakesperiano huevo de la serpiente implica un mal que (se) incuba. Más pedestremente, en plural el término nombra los testículos del varón; el que los “tiene” demasiado voluminosos o bien es un perezoso (“es un huevón”: paradójicamente, también se usa en femenino) o tiene arrojo, audacia.7 Las mujeres se equiparan a las gallinas: son “pechugonas” las que tienen senos grandes.8 Las de pantorrillas armoniosas “tienen buen chamorro”;9 por el contrario, las menos agraciadas poseen “patas de araña”. Las mamás mexicanas llaman colita al ano y palomita/pajarito al pene de sus niños pequeños.

Para nosotros, un interlocutor que nos molesta no tiene boca sino hocico. Podemos caer en las garras de alguien (que entonces se considera depredador). No son las vacas las que tienen mala leche sino las personas, sobre todo si “les pican la cresta”.

Como los rumiantes, mucha gente “se parte el lomo” para ganar lana. Los políticos mexicanos, en cambio, están muy hechos a mamar de la ubre, entendiendo por esta el dinero fiscal.

Una iniciativa fallida a veces “da los últimos coletazos”, como un pez que se resiste a morir fuera del agua. De los palenques casi todos salen desplumados: los gallos de modo literal al perder sus plumas; los apostadores (figuradamente), su dinero, aun si llevan consigo una pata de conejo.

De un caradura decimos que “es conchudo”, en alusión al blindaje de las tortugas y los bivalvos. “Tiene agallas” el valiente. El frío, una historia o situación tierna, o bien escalofriante, nos pone la carne/piel de gallina. Los condescendientes y los alcahuetes “tienen corazón de pollo”.

Estas animalizaciones parciales se refieren asimismo a una multitud de otros objetos y situaciones: boca de lobo (paraje lúgubre), lengua de gato (soleta de chocolate), diente de león (hierbajo), pico de gallo (salsa tricolor), cresta de una ola. Los ríos serpentean.

Ante acontecimientos trágicos o simplemente complicados, a los mexicanos nos agrada buscarle tres pies al gato o chichis a las culebras/gallinas. Total, pensamos: una raya más al tigre.

 

1 Ojos también hay de sapo y de buey (estos últimos sin alusión política: se trata de ventanas circulares).

2 O bien ser avispado(a).

3 Cabrear, en España.

4 Jarabe de pico, por su parte, califica la demagogia o las habladas.

5 La víctima, entonces, es cornudo(a).

6 Agarrar, además, se usa en México en lugar de coger, verbo al que hemos acordado un sentido sexual.

7 En este último caso se dice que tiene “muchos”. ¡Por mis huevos! quiere decir: ¡porque así lo quiero/mando yo!; “cuesta un huevo” lo que es caro; “¡a huevo!” es un sí categórico, también un “estoy de acuerdo”. Para evitar confusiones, la corrección política dicta que los de gallina se llamen blanquillos.

8 Apechugar significa cargar con alguna obligación o circunstancia ingrata o no deseada: “a lo hecho, pecho”.

9 Si lo atractivo es el trasero, se habla de grupa, como la de las potrancas: los libidinosos, en esos casos, “se relamen los colmillos/bigotes”.

 

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Profesor de literatura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras y de español superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA (Mante, Tamaulipas, 1955) obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “...y Dios creó los USATM”. Es autor del libro de relatos Agosto tiene la culpa (Samsara, 2014).

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