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Varianza: Cambio climático: ¿mito o realidad?  

Gerardo Herrera Corral | 07.06.2016
Varianza: Cambio climático: ¿mito o realidad?  
Con base en series completas de datos históricos, lo mismo globales que de México, este artículo pone en entredicho las razones de uno de nuestros mayores temores: el calentamiento global. Este País inaugura así una nueva columna dedicada a la ciencia y da la bienvenida a su autor.

Groenlandia significa ‘Tierra verde’. Fue bautizada con ese nombre por Erik “der Rote” Thorvaldsson en el año 982, precisamente porque en aquel entonces era una tierra verde. Por esa época se asentaron en la isla los primeros colonos europeos. Según los registros históricos, alrededor del año 1410 Groenlandia empezó a enfriarse tanto que las áreas pobladas desaparecieron.

En la década de los años setenta el enfriamiento global era inminente. Una catástrofe climática aparecía en los titulares de los diarios que anunciaban la llegada de una nueva era glacial. La temperatura de nuestro planeta venía cayendo desde 1940 (ver la Gráfica 1). Antes de eso, la temperatura había subido y bajado como lo ha hecho siempre desde que existe nuestro planeta.

 

 

Mucho antes de los setenta, el 4 de julio de 1923, el periódico The New York Times había publicado una nota con el título “MacMillan Sails North” (“MacMillan navega al norte”), en la que se leía: “El explorador espera determinar si la nueva era de hielo se aproxima”. En aquellos tiempos, al igual que en los años setenta, también se temía la llegada de una nueva era fría para nuestro planeta. El avance de los glaciares en los 70 años anteriores parecía indicarlo y el capitán MacMillan prometió traer consigo la prueba científica.

 

 

Donald Baxter MacMillan había acompañado a Robert Peary en una expedición 26 años antes de que este afirmara haber alcanzado el Polo Norte. Se hizo famoso cuando en 1913 viajó al norte de Groenlandia para verificar la existencia de la Isla Crocker que había sido avistada por Robert Peary en uno de sus viajes. MacMillan anunció que no existía ese territorio nuevo, sino que solo se había tratado de un espejismo visto por Peary. La desilusión del estadounidense al no tener tierra que conquistar empeoró cuando la expedición quedó varada en el hielo hasta 1917, cuando finalmente fue rescatada por el capitán Robert Bartlett.

En su misión, patrocinada por la National Geographic Society, MacMillan reportó haber observado el más grande glaciar, así como un incremento general de glaciares no observados antes. En septiembre de 1924, The New York Times declaró que la amenaza era real: “MacMillan reporta signos de una nueva era glacial”.1

Después, la temperatura comenzó a subir hasta alcanzar un incremento de 0.6 grados, según indican las mediciones de aquellos años. El planeta se recuperaba para que, más tarde, en los años cuarenta, la temperatura comenzara nuevamente a caer, alarmando a una nueva generación de meteorólogos con el mismo gélido escenario que llevó a MacMillan a buscar glaciares.

Hoy, el incremento de 0.6 grados se nos presenta como la llegada del peor de los escenarios: un cataclismo de autodestrucción, la desaparición de las playas y de Venecia, la hecatombe de Bangladés, el fin de los osos polares, epidemias, inundaciones y calamidades sin límite. Lo nuevo de nuestra época no es el continuo ir y venir de las temperaturas sino la autoflagelación y una nueva doctrina en la que el ser humano es la plaga del planeta. El calentamiento global ha sido provocado por nosotros y pronto acabará con nosotros mismos (ver la Gráfica 1).

El temor histérico que hoy vemos en los medios de comunicación por el aumento de temperatura ya se había dado en la década de los setenta debido a su descenso, como ocurrió también en los años veinte. Curiosamente, de 1920 a 1940 no hubo calentamiento sino recuperación de la temperatura.

A esta época de temor ante la inminente caída de las temperaturas que se dio en los setenta se le conoce hoy como la “falacia de la era de hielo”. Los escépticos ante la preocupación actual por el calentamiento global a menudo usan esta variabilidad en la opinión y la interpretación de los datos para desacreditar la posición contemporánea que es mayoritaria y alarmante en favor del calentamiento.

Si bien esto parece mostrar fenómenos sociales naturales, tendencias de la moda y los estragos de un traumático abandono del paraíso y la llegada del apocalipsis, no creemos que sea un buen argumento en contra de la doctrina del calentamiento global porque la comprensión de los fenómenos ha mejorado y porque es de sabios cambiar de opinión.

Al comparar los cambios de temperatura reportados en 1975 con los más recientes,3 llama la atención que los valores sean tan diferentes. Si bien los de 1975 se refieren solo al hemisferio norte, uno esperaría algún tipo de correlación, una correspondencia convincente o una explicación del error de aquellas mediciones, pero no discutiremos aquí este insidioso aspecto histórico (ver la Gráfica 2).

 

 

El año pasado la NASA (National Aeronautics and Space Administration) publicó los datos obtenidos con sus mejores computadoras sobre el comportamiento de las temperaturas y las precipitaciones pluviales para los próximos 100 años. Desde entonces (junio de 2015) todos citan a esta autoridad que constituye una agencia aeroespacial de éxito histórico, salvo por algunas fallas de poca importancia.

Los datos climáticos de la NASA ofrecen un pronóstico de temperaturas máximas y mínimas diarias, así como información sobre las precipitaciones en todo el planeta en el periodo 1950-2100, con una resolución de 25 kilómetros cuadrados. Lo que los servicios meteorológicos regionales no consiguen hacer para los siguientes tres días, NASA lo ofrece para un periodo de 150 años. Una de las gráficas publicadas por el nuevo paradigma de modelación se muestra aquí (ver la Gráfica 2).

En su libro Cómo mentir con estadísticas4 —un clásico—, Darrell Huff dice: “Supongamos que lo que usted quiere es ganar una discusión, impresionar al lector, moverlo a la acción, venderle algo. Para esto, al gráfico le falta sentimiento. Corte la parte de abajo. Ahora sí (además ahorra papel, algo que usted puede apuntar en caso de que algún criticón objete su engañoso gráfico)”. Y también señala que “es la misma gráfica. Nada ha sido falsificado excepto la impresión que da”.

En la gráfica de temperaturas publicada por NASA GISS (Goddard Institute for Space Studies), que aquí reproducimos tal cual (ver la Gráfica 2), se puede ver que el eje vertical ha sido cortado por abajo aun cuando los datos se salen de la escala. De esta manera se enfatiza el crecimiento del cambio en la temperatura. La escala vertical ayuda a mostrar que la temperatura aumentó y la línea roja “guía al ojo” de manera conveniente. En algunas reuniones de discusión sobre el análisis de datos en las que he participado, el colocar una línea así costaría una buena reprimenda por parte de la audiencia. Los especialistas en análisis de datos consideran que es una manera de engañar. No obstante, en los medios de comunicación es muy útil porque no solo guía al ojo, sino que guía también las ideas del lector (ver la Gráfica 3).

 

 

Pero, ¿por qué detenerse en solo truncar la gráfica por abajo para amplificarla por arriba? Cuenta usted con más trucos. Haga de su modesto incremento en temperatura algo más notable. ¡Cambie usted la proporción de los ejes horizontal y vertical! Su intervalo de tiempo en el horizontal ha crecido en un 30% con respecto al que tenía en 1975. Ahora cuenta con datos por 40 años más, pero la escala vertical sigue teniendo como máximo 0.6. Con estos cambios le da usted más vida al efecto deseado.

Como dato curioso mostramos la información sobre precipitación en la República Mexicana proporcionada por el Servicio Meteorológico Nacional5 (ver las gráficas 4 y 5). El intervalo de 74 años que va de 1941 a 2015 abarca los dos periodos de enfriamiento y calentamiento global de 0.8 grados. Es decir, en las gráficas de precipitación aparece el periodo en que nuestro planeta se enfrió 0.8 grados centígrados en muy poco tiempo (35 años) y luego se calentó en un periodo más largo de 50 años por la misma cantidad de 0.8 grados.

 

 

Patrick Moore es uno de los fundadores de la organización ecologista Greenpeace y fue miembro de la misma de 1971 a 1986. Con un doctorado en Ecología, Moore decidió salir de Greenpeace porque consideraba que hubo un cambio en la organización con el que se abandonó la base científica para adoptar posturas políticas. Sobre el cambio climático señala: “[…] soy estudiante de la historia y la filosofía de la ciencia y sé que el método científico no ha sido aplicado de manera tal que podamos probar que el bióxido de carbono está causando que la Tierra se caliente. Estoy convencido de que el futuro mostrará que toda la histeria del cambio climático fue una completa fabricación”.6

Por cierto, esto también vale para el pasado. La histeria de la década de 1920 ante la inminencia de una era glacial y la de los años setenta por la llegada de una nueva era de hielo, hoy nos parece una curiosidad sociológica como muchas otras de carácter apocalíptico. EstePaís

 

1

2 US National Academy of Sciences, “Understanding Climatic Change: A Program for Action”, 1975 https://ia801806.us.archive.org/7/items/understandingcli00unit/understandingcli00unit.pdf.

3 NASA GISS, http://data.giss.nasa.gov/gistemp/graphs/.

4 Darrell Huff, How to Lie with Statistics, W.W. Norton & Company, Nueva York, 1954.

5 http://smn.cna.gob.mx/

6 https://www.youtube.com/watch?v=NzVMSxszudo

 

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Gerardo Herrera Corral es doctor en Ciencias por la Universidad de Dortmund, Alemania, e investigador titular del Departamento de Física del Cinvestav.

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