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¿Quién puso a un billonario en la Casa Blanca?

Enrique Alduncin Abitia | 01.12.2016
¿Quién puso a un billonario en la Casa Blanca?

La elección presidencial de Estados Unidos de este año es histórica y nadie duda que traerá cambios en ese país, en México y en el mundo. Los resultados de la elección muestran un cambio histórico y trascendental en nuestro vecino del norte, se renuevan y vigorizan el racismo, la xenofobia y el sexismo en sus versiones extremas, y se percibe una sociedad más intolerante, polarizada y con una baja cohesión social. Pareciera que se retrocede a las visiones imperantes que dieron origen a la Guerra Civil o de Secesión (1861-1865) que casi destruyen al país. Se pone en entredicho el libre comercio y la globalización, así como las bases de la relación de los tres países que integran el bloque económico de Norteamérica. La intención de salir de la otan y de otros pactos similares en Asia y el resto del mundo crea incertidumbre, igual que la promesa de campaña de cancelar acciones sobre el cambio climático. ¿Quiénes produjeron este cambio que lleva a Donald John Trump, con una fortuna estimada en 4 mil 500 millones de dólares y sin ninguna experiencia política y conocimiento de la realidad socioeconómica de un mundo globalizado, a la presidencia del país más poderoso de la Tierra? Gracias a las encuestas de salida del 8 de noviembre tenemos información para responder esta cuestión.

El voto por raza muestra que ésta influye en forma determinante: si sólo votaran los blancos habría ganado Donald Trump por 21 puntos porcentuales (PP): Trump 58% contra Clinton 37%; ventaja del republicano de 57%. Dado que los blancos representan al 70% de los votantes, contribuyeron con la mayoría de votos que obtienen ambos contendientes, 86% de Trump y 54% de Hillary. En 2008, Obama ganó gracias al voto blanco. Los blancos sufragaron la mayor proporción del total de votos para los demócratas (43%, McCain 55%); respecto a esta elección, el voto para Clinton se redujo un 14%. Los afroamericanos votaron a favor de Hillary, 88%, cuando por Obama fue 95%. Los latinos o hispanos y los asiáticos votaron en mayor medida por la candidata demócrata: 65% ambos (Obama, en sus dos elecciones, 67% y 62%). De su total de votos, Clinton obtuvo de los afroamericanos, 22%; de los hispanos, 15%; y de los asiáticos, 5%. Trump, por su parte, obtuvo de éstos 2%, 7% y 2%, respectivamente. Tanto blancos como afroamericanos votaron en mayor proporción que su porcentaje en la población total de Estados Unidos, no así los latinos, que siendo poco más del 17% de la población sólo votaron 11% (Obama 9%). Cabe recordar que, de ellos, alrededor de dos tercios son de origen mexicano. El cambio racial en Estados Unidos fue acelerándose en las elecciones del 2004, 2008 y 2016, mientras que declinó el porcentaje del voto blanco de 77% a 74% y 70%. En estos años el afroamericano pasó de 11% a 13% y 12%; el latino creció de 8% a 9% y a 11%. Sin embargo, quedó abajo del afroamericano siendo su población mayor (17% respecto a 14%). La baja votación de los latinos y la relación de dos votos demócratas por uno republicano revelan su falta de solidaridad, organización y conciencia social y política.

 

 

El voto por raza segmentada entre blancos y no blancos muestra más claramente la brecha racial. De los blancos votaron por Hillary 37% y por Trump 58%. Del total de los votos de ambos candidatos, debido a este segmento, les corresponden 54% y 87% respectivamente. De los no blancos votaron por Clinton 74%, y por Donald Trump sólo 21%, votos que participan de su votación total con 46% y 13%. Ello demuestra que la raza influyó de manera notable en esta elección —así como en la de Obama de 2008— y que los temas raciales tendrán mayor relevancia en el futuro inmediato de Estados Unidos. Se perfilan dos visiones encontradas, blancos contra no blancos, que afectan todos los ámbitos, con privilegios y tolerancia para los primeros y discriminación e intolerancia para los segundos.

 

 

El voto de acuerdo con la opinión de cómo trata el sistema de justicia criminal a los afroamericanos ejemplifica lo marcado de esta brecha racial. Los votantes que opinan que el sistema de justicia realmente es justo con los negros son 43%, de ellos votó por Hillary el 23% y por Trump el 71%; el porcentaje del total de votos que obtuvieron de ellos son 22% y 74% respectivamente. Los que consideran que es injusto son 48%, de los cuales votaron por ella 74%, y por él, 22%; el porcentaje de votos que les aportan son 78% y 26%. Se invierten las cifras. Frente a una misma realidad las percepciones son radicalmente diferentes, ello se debe básicamente a sistemas axiológicos diferentes e incluso contrapuestos. Lo que es bueno para uno es malo para el otro y viceversa.

 

 

Las estadísticas de la Agencia Federal de Prisiones revelan que el porcentaje de presos negros es más del doble de su porcentaje en la población total (28% contra 14%; 102%). Los blancos presos son 44%, proporción 29% menor a su población. Uno de cada cuatro presos son hispanos o latinos (25%), casi 50% más que su proporción respecto a la población. Igual que en otras partes del mundo, en las cárceles del vecino del norte no se castiga el delito, sino la pobreza, la cual se asocia a la situación socioeconómica. Por origen, los mexicanos en prisiones federales son 27 mil 957, es decir 1 de cada 7 (14.5%).

En Estados Unidos cualquier extranjero que no cuenta con documentos (indocumentado) es un criminal (ilegal) según la ley. En consecuencia, se explica el cuarto compromiso con el pueblo estadounidense del presidente electo Donald Trump de las acciones en su primer día de gobierno: “Comenzar a repatriar a más de dos millones de inmigrantes criminales ilegales y cancelar las visas de los países que no los acepten de regreso”.

El voto de acuerdo con la opinión sobre qué política seguir respecto a los trabajadores indocumentados —que suman 11.1 millones y representan 8% de la fuerza laboral (mexicanos 5.8 millones, 4.2%, según datos del Pew Center para 2014)— se divide en dos posturas: darles la oportunidad de arreglar sus documentos y legalizarse o deportarlos a su país de origen. La mayoría de los votantes (70%) acuerdan con la primera postura, mientras que sólo uno de cada cuatro (25%) desea la deportación. Los votos de los que favorecen legalización y permanencia para Clinton son 60% y para Trump, 34%. El porcentaje del total de votos obtenidos es de 92% y 53%, respectivamente. Entre quienes favorecen la deportación, votaron por ella 14% y por él 84%; el porcentaje de votos que les aportan son 8% y 47%. De nueva cuenta se invierten las cifras que señalan percepciones y valores en oposición. Si bien en este caso es mayoría el segmento que considera que debe dárseles a los inmigrantes sin papeles la oportunidad de vivir y trabajar en Estados Unidos, este hecho dificultará el cumplimiento del cuarto compromiso de Trump, en el que él habla de más de dos millones y no de 11, por lo que con alta probabilidad sólo realizará algunas deportaciones e iniciará la construcción del muro con bombo y platillo para después adoptar una política más pragmática y realista acorde con la opinión de la mayoría.

El voto de acuerdo con apoyar u oponerse a la construcción de un muro en su frontera con México, en la cual ya existen alrededor de mil kilómetros de muros y cercas —casi un tercio de los 3 mil 185 kilómetros de frontera entre los dos países. La construcción de éstos, que se dio en la década de los noventa y fue reforzada al inicio del siglo xxi por Bush, fue ineficaz, ya que no impidió la gran migración de mexicanos y de otras nacionalidades, y ha tenido como consecuencia a más de 10 mil muertos. La migración disminuye e incluso se revierte con la crisis del 2008 y las deportaciones de la gestión de Obama. De los votantes, apoyan la construcción del muro 40% y se oponen a ella 54%, la mayoría. Los votos para Clinton de quienes apoyan la construcción representaron el 10%, y para Trump el 86%; el porcentaje del total de votos que obtuvieron fueron 9% y 79%, respectivamente. De quienes se oponen a esta “nueva muralla China”, votaron por Clinton 76% y por Trump 17%; los porcentajes de votos que les aportaron fueron de 91% y 21%. Se aprecia un patrón similar a los previamente analizados.

La visión de Trump y sus seguidores del comercio internacional es mercantilista y decimonónica. Consideran que las importaciones destruyen empleos. Nuestro país es su segundo socio comercial; las exportaciones de México al vecino del norte representan casi el 80% de las importaciones que realizamos de Estados Unidos, lo que refleja la integración entre los dos países, sobre todo en la producción industrial, mientras que las importaciones de Estados Unidos de China sólo representan de sus exportaciones el 25%; China requiere pocos insumos de este país. La diferencia entre las exportaciones y las importaciones se conoce como déficit comercial. El que tuvo Estados Unidos con China en el año 2015 fue de tal magnitud que representó 69% de su déficit total. El que tuvo con México participó con 11.4% de su total. El déficit de Estados Unidos con China es seis veces superior al de nuestro país. La acumulación de los déficits con China implicó, en agosto de 2016, una deuda de Estados Unidos con el gigante asiático de mil 185 trillones de dólares, 30% de los bonos de tesoro estadounidense. Estas circunstancias son el origen de los cuatro primeros compromisos de Trump para proteger a los trabajadores estadounidenses: (1) renegociar el NAFTA (TLCAN) o salirse del mismo en conformidad con el artículo 2205 del tratado; (2) anunciar el retiro de Estados Unidos del Tratado de Asociación Transpacífico (TPPTPP, por sus siglas en inglés); (3) instruir a su secretario del Tesoro (Hacienda) que califique a China como manipuladora de los tipos de cambio; y (4) instruir al secretario y al representante de Comercio que identifiquen todos los abusos que injustamente impactan a los trabajadores estadounidenses, y dirigir a los responsables todo instrumento bajo la jurisdicción de las leyes nacionales e internacionales para acabar con esos abusos inmediatamente. Destaca que la prioridad es México con el TLCAN y el TPPTPP, cuando el déficit de China es 595% mayor. Será imposible que con esas medidas reviertan los déficits comerciales y menos aún los empleos, ya que la causa principal son las innovaciones tecnológicas y los altos salarios en Estados Unidos respecto a los de China y México. De aplicarse las medidas propuestas por el nuevo presidente se desatará un fuerte proteccionismo en todo el mundo, no sólo en México, que redundará en pérdida de empleos y caída de la producción en todo el orbe.

 

 

Respecto al voto de acuerdo con la opinión sobre el efecto en el empleo de los estadounidenses debido al comercio exterior. Se ganan empleos o no tiene efecto suma 49% (crean más empleos 38%, no tienen efecto 11%), se pierden empleos para 42%, supera por 17% las posturas de que no afecta o beneficia el empleo con respecto a la consideración de que destruye empleos. De quienes responden que crea más empleo, votaron por Clinton 59% y por Trump 35%, aportando a su votación total 53% y 30%. De los que opinan que no tiene efecto, votaron por ella 63% y por él 30%, participando en su total de votos con 16% y 8%. La suma de estas dos opiniones en el total de votos le confirió a Clinton 69% y a Trump 38%. De los que opinan que se pierden empleos votaron por Hillary 31% y por Donald 65%, cifras que les concedieron 31% y 62% del total de sus votos. Aún supera el número de personas que creen que el comercio internacional es benéfico para los países al de quienes lo estiman perjudicial.

El voto por género muestra un mayor sufragio de ellas que de ellos (52% contra 48%), cuatro PP más. El voto masculino se identificó con la misoginia de Donald Trump y minimizó la preparación y experiencia de Hillary; por él votaron 53% y por ella 41%, la diferencia de 12 PP (29%). Esto se explica también por el voto de los hombres por candidatos marginales. Las mujeres muestran mayor preferencia por Hillary Clinton: 54% respecto a 42% para Trump. Hillary obtuvo 59% de sus votos totales de mujeres, cuando Trump obtuvo 46%. De los varones la primera obtuvo 41% y el segundo 54%. Si las mujeres hubieran querido realmente una mujer como presidenta lo habrían logrado, pero el esfuerzo no fue suficiente, ya que fue contrarrestado por los hombres que todavía presentan tendencias misóginas. Así se perdió la oportunidad de poner a una mujer en la presidencia. Continúa pendiente en Estados Unidos la conformación de una sociedad sin sesgo sexista.

El voto por edad muestra una importante brecha generacional; la mayor se percibe entre los jóvenes de 18 a 45 años y las personas mayores de 45 años. A los primeros corresponden 44% de la votación y a los segundos el 56%. De los jóvenes votaron por Hillary Clinton 52% y de los mayores de 45 años, 44%; Trump recibió de los primeros 40% y de los segundos 53%, cifras casi invertidas. La diferencia se observa más marcada en los votos totales: el de los jóvenes representa para ella 48% y para él 37%. Los mayores de 45 años participan con 52% y 63% respectivamente. Entre los jóvenes que votaron, la preferencia por Hillary es 30% mayor, y entre los mayores de 45 años la ventaja de Trump es de 21%. Votación similar a la del Brexit en que los jóvenes perdieron por apatía.

El voto por escolaridad segmentado entre los que cuentan con grado de licenciatura y los que no entre la población de votantes es mitad y mitad (50% ambos). Los que tienen licenciatura votaron en mayor porcentaje por Hillary (52%) que por Donald (43%); ocurre lo opuesto entre los que no tienen licenciatura: Clinton 44% y Trump 52%. La primera recibió de estos dos grupos en el total de votos 54% y 45%: el segundo, 46% y 55%. Los que cuentan con mayor escolaridad votaron 20% más por la demócrata que por el republicano e, inversamente, los que tienen menor escolaridad votaron 20% más por Trump. Al igual que con la votación por sexo, en la votación de acuerdo con la escolaridad un segmento cancela la ventaja del otro por tratarse de proporciones similares y votación invertida.

 

 

El voto por ingreso familiar —teniendo en cuenta sólo dos segmentos: los votantes de familias con ingresos de menos de 50 mil dólares anuales (36% de los votantes) y aquellos que perciben una cantidad superior (64%)— muestra ligeras diferencias. De los primeros, votaron por Clinton 52%, y de los segundos, 41%. Trump recibió de los primeros 47% y de los segundos 49%. Cifras casi invertidas. Los votos totales para Hillary de las personas de familias de menor ingreso fueron 38%, y para Trump 32%; de aquellos con mayor ingreso familiar contribuyeron con 62% y 68% de su votación total, respectivamente. Votaron ligeramente más por Hillary los de menor ingreso (19%), y los de mayor ingreso contribuyeron con más votos para Trump (9%).

El voto según los principales problemas del país, con sólo cuatro opciones para escoger, muestra en primer lugar a la economía (52%), seguida del terrorismo (18%), las relaciones exteriores (13%) y la inmigración (13%). Se dejan de lado problemas que revelan otras encuestas con preguntas abiertas sobre el racismo y las relaciones raciales, la reforma electoral y las propias elecciones, la seguridad nacional o la ética y el declive religioso, entre otros temas. Quienes consideran a la economía como el factor más importante se inclinaron más a favor de Hillary Clinton que por Donald Trump (52% contra 42%). Ocurre lo opuesto con el segundo aspecto: el terrorismo, para ella 39% y para él 57%. Los que consideran las relaciones exteriores favorecieron a Clinton sobre Trump (60% contra 34%). A quienes les preocupa en primer lugar la inmigración volvieron a favorecer más la postura del republicano que la de la demócrata (32%, 64%). El total de votos que recibió ella se debió a estos cuatro factores en las siguientes proporciones: 59%, 15%, 17% y 9%. Para Trump los porcentajes son: 49%, 23%, 10% y 19%. Convencieron más las opiniones de Trump que las de Clinton en cuanto a terrorismo y migración, e inversamente se votó más por Hillary que por Donald en los temas de economía y relaciones exteriores.

 

 

Voto según la percepción de las cualidades de los candidatos: éstas son buenas predictoras del voto, reflejan la imagen que desean proyectar y los ejes rectores de las campañas. El de mayor peso para el electorado fue que hará los cambios necesarios (39%), que logró capturar casi totalmente Donald Trump y menos Hillary Clinton (83% contra 14%). En segundo sitio, tiene experiencia (21%), es un posicionamiento que logra la demócrata (90% contra 8%). En tercero, tiene buen juicio (15%), un tercio para Clinton (66%, 26%). Finalmente, se preocupa por la gente como yo (15%) es en mayor medida de Clinton (58%, 35%). En resumen, las cualidades personales del ahora presidente electo se concentran en que hará los cambios necesarios, cuando las de Clinton fueron tres: tiene la experiencia necesaria, tiene buen juicio y se preocupa por la gente como yo.

 

 

Voto con respecto a los sentimientos sobre el desempeño del Gobierno federal entre las opciones de satisfecho o entusiasta (29% de los votantes) e insatisfecho o enojado (69%). De los que votaron por Clinton, 76% tienen los sentimientos de satisfacción, y de insatisfacción, 36%; de los que votaron por Trump, satisfechos sólo 20% e insatisfechos 58%. De los satisfechos con el Gobierno federal recibió Clinton en su votación un total de 47%, y de los segundos, 53%. Por su parte, Trump, de los primeros, recibió 13%, y de los segundos 87%. La campaña de Hillary, basada en la continuidad y mejoría del actual Gobierno, equivocó su lectura del electorado que tenía sentimiento de insatisfacción y enojo respecto de los resultados y desempeño del Gobierno de Obama, con lo que redujo su ventaja. La propuesta de cambio y nuevas ideas de Trump, aunque algunas no tuvieran fundamento y fueran en gran medida descabelladas, le restaron votos a la demócrata. Sin embargo, la elección con el sistema de votos estatales por delegados le dieron el triunfo al que perdió el voto popular. De cualquier manera las encuestas dieron una visión real de la evolución de la campaña con un empate técnico con votaciones casi iguales; fue un volado.

 

 

Voto con respecto a los sentimientos que causaría la elección si ganara Donald Trump, entre los extremos de optimista o entusiasmado (40% de los votantes) y preocupado o asustado (57%). De los que votaron por Clinton tienen los sentimientos positivos 3% y los negativos 78%; de los que votaron por Trump, son optimistas y están entusiasmados casi todos (96%), y preocupados o asustados uno de cada siete (14%). De los primeros recibió Clinton en su votación total 3%, y de los segundos, 97%. Por su parte, Trump, de los primeros recibió 83% de sus votos totales y de los segundos uno de cada seis (17%). Los resultados muestran que la mayoría de los estadounidenses (57%) se sienten actualmente preocupados y asustados por los resultados de la elección, pero si hubiera ganado Clinton estarían menos felices y más asustados y preocupados. Fue una elección en la que se decidió el voto no por el mejor sino por el menos malo. EstePaís

 

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Enrique Alduncin Abitia es director general de Alduncin y Asociados desde 1995.

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