Ayuujk: ¿La diversidad lingüística tiene un gran futuro por delante?
Tiempo, espacio y metáforas
Es casi inevitable hablar del tiempo sin utilizar metáforas de espacio: el futuro que tenemos por delante, el pasado que quedó atrás. Adelante, atrás, líneas del tiempo que se mueven en planos horizontales. La lingüista Martina Faller dice que en la lengua quechua, al igual que en aymara, las metáforas del tiempo son distintas: el pasado, que ya conocemos, está delante de nosotros, frente a nuestros ojos, mientras que el futuro, incierto, queda atrás, a nuestras espaldas, no podemos verlo. La lengua que hablamos configura el modo en el que hablamos del tiempo, en el que lo detallamos. En el caso del mixe, el tiempo también se predica en términos de espacio, sólo que este espacio no es horizontal, es vertical, el tiempo nos atraviesa desde la cabeza a los pies, el tiempo nos cae encima: Ka’t y’aknajäw tii menp këtäkp, decimos, “No se sabe lo que viene-baja”, o menp pajtp “viene, sube”. Cambiar de mixe a español implica pasar de un plano horizontal a un plano vertical cuando de metáforas hablamos.
En español utilizamos palabras como porvenir para el futuro y decimos que vamos a bailar, vamos a pensar, vamos a descansar, utilizamos un verbo de movimiento, un verbo que recorre un espacio para hablar del tiempo. El tiempo, como ya sabemos, es relativo. Se establece en el momento en el que estoy hablando. Si hablo el día 18 de agosto de 1934, el 18 de agosto de 1981 será futuro; si hablo el día 18 de agosto de 1989 el mismo día será pasado. En ambos casos, es la misma fecha: 18 de agosto de 1981: era futuro el día en que mi abuela nació, era pasado el año que mi abuelo falleció.
Las maneras en las que se codifica el tiempo en la lengua son variadas, van desde las formas en las que elaboramos discursos sobre él y las palabras que se asocian a su transcurrir hasta los patrones de conjugación con los que terminamos los verbos, como los del español: como, comí, comeré. Estos verbos cambian si cambiamos de pasado a presente o a futuro, la forma de estos verbos es sensible a este cambio. Por contraste, los verbos del mixe cambian al final dependiendo más bien de la estructura temporal de las acciones a que refieren: si son eventos terminados se marcan de un mismo modo, aunque éstos se hayan realizado en el pasado o en el futuro:
Tëë näjty y’etsy (Habrá bailado) FUTURO
Tëë y’etsy (Ya bailó) PASADO
A diferencia del español en el que el final de los verbos cambia si se hace referencia al pasado o al futuro, los verbos del mixe (en negritas) no lo hacen. En ambos casos se muestran igual, sin cambios, pues en ambos casos se habla de acciones que han terminado. Como se ve en los ejemplos a continuación, la forma del verbo bailar cambia (en negritas) pues en estos casos se habla de eventos incompletivos, se marcan igual no importa si se dan en futuro o pasado:
Ajtsp näjty japom (Bailará mañana) FUTURO
Ajtsp näjty axëëy (Bailaba ayer) PASADO
La forma de los verbos del mixe parecen ser indiferentes al pasado o al futuro, les importa el tiempo pero de otro modo, si se completan o no las acciones:
Tëë y’etsy (Bailó ayer) PASADO, completivo
Ajtsp näjty axëëy (Bailaba ayer) PASADO, incompletivo
Aún cuando ambos verbos sucedieron en pasado, el mixe sigue marcándolos de manera distinta. El verbo cambia según el son que le toquen, en español el son del pasado-presente-futuro es fundamental mientras que los verbos mixes bailan al son de la estructura temporal interna de la acción, si se completó o no se ha completado. A esta manera particular de puntualizar el tiempo se le llama “aspecto”. Las lenguas como el mixe, el maya o el ruso son lenguas de aspecto, con verbos indiferentes al contraste entre pasado, presente y futuro.
¿Cómo sabemos entonces en mixe si una acción sucede en pasado o en futuro si el verbo puede seguir igual en su forma de manera tan campante? Lo sabemos por contexto o lo indicamos con otras palabras sin que se refleje en la forma misma del verbo. Tiempo siempre, pero recogido de manera distinta en cada lengua. Transitar de lenguas como el mixe a lenguas como el español implica hacer ese cambio en el sistema temporal que se recoge en las variaciones de los verbos.
Regresando al principio, dicen los lingüistas que el hecho de utilizar el espacio para hablar del tiempo es un rasgo universal. Como buena rebelde me niego y trato de pensar y hablar del tiempo de otra forma, ya sea en mixe o en español. Pero me cuesta, pero no puedo. ¿Lo han intentado?