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Varianza: México y la tabla periódica de los elementos químicos

Gerardo Herrera Corral | 01.03.2018
Varianza: México y la tabla periódica de los elementos químicos
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su reunión del pasado 2 de noviembre, proclamó el 2019 como el año internacional de la tabla periódica de los elementos químicos, a 150 años de que Dmitri Mendeléyev la creara.

Hace poco tiempo que se incluyeron en la tabla periódica el nihonio, el moscovio, el teneso y el oganesón como nuevos elementos químicos. Éstos han sido producidos de manera artificial y corresponden a los números atómicos 113 (nihonio), 115 (moscovio), 117 (teneso) y 118 (oganesón). El número atómico es el número de protones que contiene un átomo y tiene una influencia importante en el arreglo de electrones que definen las propiedades químicas del elemento.

El nihonio fue descubierto en Japón, aunque investigadores de Estados Unidos (EU) y de Rusia reclamaron el crédito. Nihonio es la palabra japonesa para Japón, de tal manera que se le designa con este nombre como homenaje al lugar donde ha sido producido por primera vez. Moscovio es también toponímico, hace referencia a la ciudad de Moscú donde se encuentra el Instituto Central de Investigaciones Nucleares (ICIN), en Dubná. Ahí se descubrió el elemento que sólo vive 100 milisegundos. El teneso hace referencia a Tennessee, uno de los 50 estados que forman a los EU y que alberga al Laboratorio Nacional de Oak Ridge (ORNL, por sus siglas en inglés). Finalmente, el elemento oganesón fue nombrado en honor al físico ruso Yuri Oganesián, quien ha estado involucrado en los trabajos que han llevado al descubrimiento de muchos de los elementos con número atómico por arriba de 102.

De los 118 elementos químicos conocidos, 23 han sido descubiertos en el Reino Unido; 19, en Suecia; 19, en Alemania; 17, en EU; 17, en Francia; y luego, en menor número, en Rusia, Austria, Dinamarca, España, Suiza, Finlandia, Italia y Rumania. Como hemos visto, Japón ha entrado en la lista de los países constructores de la tabla.

España cuenta con el crédito del platino, que fue extraído por Antonio de Ulloa, en 1735, de minas de la región que hoy es Colombia; también el wolframio, que fue sintetizado en suelo español en 1783. España además reclama la mitad de los créditos por el elemento vanadio. A propósito de esto, en 2019 también se cumplirán 170 años de la muerte de Andrés Manuel del Río, descubridor de este último elemento al que denominó eritronio.1 Este científico hispanomexicano había examinado muestras de mineral procedentes de Hidalgo y había llegado a la conclusión de que éste contenía un nuevo elemento metálico. Experimentando en su laboratorio en 1801, observó que al ser calentados los compuestos que lo contenían, se ponían rojos, por lo que decidió llamarlo eritronio, que por su etimología griega significa rojo. Un año después, cuando se encontró con Alexander von Humboldt, Andrés Manuel del Río le dio unas muestras para que las sometiera al análisis de un laboratorio europeo. Sin embargo, los resultados no fueron positivos. El químico francés Hippolyte Victor Collet-Descotils, al hacer los experimentos, confundió el cromo con el eritronio y publicó en la revista Annales de Chimie un artículo negando la existencia del nuevo elemento. En 1831, el químico sueco Nils Gabriel Sefström lo redescubrió llamándolo vanadio. ¡España reclama la mitad de este elemento no porque Andrés Manuel del Río fuera mexicano y español, como se cree en nuestro país, sino porque, según esto, el vanadio fue descubierto por Del Río siendo español, y Gabriel Sefström, siendo sueco! El eritronio fue encontrado en suelo mexicano y estudiado por quien nació en Madrid y murió en la Ciudad de México. Andrés Manuel del Río llegó al mundo cuando México aún no existía como nación y murió en ella cuando ésta ya existía como tal. Defendió la paternidad del descubrimiento por un tiempo, pero en aquel entonces no era fácil acreditar los resultados obtenidos en el continente americano ante una comunidad científica dominada por los europeos. Nunca se logró reivindicar el hallazgo. Algunos norteamericanos propusieron cambiar el nombre de vanadio por rionium para hacer, de esta manera, justicia de prioridad en el descubrimiento de Andrés Manuel del Río, pero la sugerencia no fue aceptada.

La historia de la tabla periódica va más atrás. En 1834, la capital de Siberia era un pequeño pueblo llamado Tobolsk situado en la confluencia de dos ríos. En febrero, cuando las temperaturas bajas promedian los -20 y las altas no llegan a los -10 grados centígrados, nació Dmitri Ivánovich Mendeléyev. Por los días de su nacimiento, su padre quedó ciego, y poco tiempo después, perdió el empleo como director de colegio. La madre se encargó entonces de la numerosa familia, que contaba con diecisiete hijos. Cuando el negocio familiar se incendió, antes que reconstruirlo, la madre de Dmitri decidió invertir en la educación de su hijo. Se trasladaron entonces a Moscú, pero Dmitri fue rechazado en la universidad por su origen siberiano. Esto lo llevó a educarse en un instituto pedagógico para luego ir a Heidelberg, Alemania, donde trabajaría al lado de Gustav Kirchhoff y Robert Bunsen. Mendeléyev se interesó por muchos temas de ciencia y tecnología, resolvió problemas de la industria de la sal, del carbón y del petróleo, y en química estudió la disolución y la expansión térmica de los líquidos, pero sin duda la contribución que le dio fama fue la sistematización derivada de considerar que las propiedades químicas de los elementos están relacionadas con sus masas atómicas. Esto le permitió ordenar a los elementos en grupos según sus propiedades. Su convicción de un orden subyacente lo llevó a cambiar la posición de pares de elementos prediciendo que las masas asignadas eran las incorrectas. Algunas de estas temeridades fueron confirmadas pero otras resultaron ser falsas, debido a que lo que realmente se oculta en el orden de los elementos químicos es el número atómico y no la masa atómica: es el número de protones en el núcleo del átomo de un elemento lo que determina su comportamiento.

 

Dmitri Ivánovich Mendeléyev (1834-1907)

 

 

Mendeléyev dejó huecos en su tabla que deberían ser llenados por elementos aún no conocidos en ese momento. De acuerdo con el arreglo obtenido, predijo cuáles serían las propiedades de estas piezas faltantes de la naturaleza. El descubrimiento del galio, en 1875; el escandio, en 1879, y el germanio, en 1886, le dio un valor al trabajo de Mendeléyev que hasta entonces había sido mal ponderado. Cuando él hizo este ordenamiento se conocían sólo 63 elementos. Hoy sabemos que existen 118, tomando en cuenta los producidos de manera artificial. Los primeros 92 elementos de la tabla periódica actual existen de manera natural. El elemento 93 es producido de manera artificial y, luego, el 94 es el plutonio, del que se encontraron muestras naturales en México, en 1960.2

En su declaratoria, la onu también señala que “el 2019 coincide con los aniversarios de una serie de hitos importantes en la historia de la tabla periódica, en particular con el aislamiento del arsénico y del antimonio por Jabir ibn Hayyan hace unos 1200 años, el descubrimiento del fósforo hace 350 años, la publicación de una lista de 33 elementos químicos clasificados en gases, metales, no metales, y térreos por Lavoisier en 1789, el descubrimiento de la ley de las tríadas por Döbereiner en 1829 […] y el descubrimiento del francio por Marguerite Perey en 1939”.3

Para el químico costarricense Gil Chaverri Rodríguez las cosas fueron diferentes a las que tuvo que vivir Andrés Manuel del Río. En 1952 propuso una ubicación en la tabla periódica para los lantánidos y los actínidos en una secuencia concordante con su número atómico. La propuesta del científico de Costa Rica fue muy bien recibida. Gil Chaverri Rodríguez vivió tiempos de más apertura y fue reconocido hasta su muerte, en mayo de 2005.

Cuando en 2019 se evoquen los diferentes aspectos del desarrollo de la tabla periódica, España recordará que un español y un sueco descubrieron al vanadio, Latinoamérica recordará a Gil Chaverri Rodríguez como constructor de la tabla moderna de los elementos químicos y los mexicanos recordaremos a Andrés Manuel del Río, hispanomexicano descubridor del eritronio, hoy llamado vanadio.  EP

 

NOTAS

1. Francisco Collazo-Reyes, María Elena Luna-Morales, Jane M. Russell y Miguel A. Pérez,  Scientometrics, 2017, 110: 1505-1521.

2. Rosalinda Contreras Theurel, “El abecedario del universo”, Avance y Perspectiva, núm. 35, 1988, p. 3.

3. “Proclamación por las Naciones Unidas de 2019 año internacional de la tabla periódica de los elementos químicos”, Conferencia General, Unesco, 39ª reunión, París, 2 de noviembre de 2017.

 

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Gerardo Herrera Corral es doctor en Ciencias por la Universidad de Dortmund, Alemania, e investigador titular del Departamento de Física del Cinvestav.

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