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Falaciario: Falacia de generalización apresurada

Irene Tello Arista | 01.03.2018
Falaciario: Falacia de generalización apresurada

La queja generalizada debería considerarse un deporte mundial. En él los jugadores entrenan y compiten por generar comentarios contundentes y universales esperando miradas de asentimiento y silencios de admiración: “Todos los hombres son infieles”, “Todas las feministas son unas feminazis”, “Todos los policías son unos incompetentes”. Los matices en las ideas se desechan alegando al sentido común para crear frases tan irrebatibles que buscan ser grabadas en piedra o en el fondo de un meme con la cara de un gato enojado. Estas conclusiones lapidarias van antecedidas de pruebas que el propio jugador ha experimentado en carne propia: “Sabía que me iba a engañar, usaba la colonia Siete Machos”, “Otra vez están las chavas quejándose de supuestos acosos e incitando el odio hacia los hombres”, “Me robaron mi celular y el policía me dijo que no podía hacer nada, que fuera a levantar un acta”.

Los contendientes intentan derrotar a su adversario ofreciendo una queja igual de trascendente: “Todas las infidelidades requieren de una mujer”, “Todos los hombres son misóginos”, “Todos los pueblos tienen el gobierno que se merecen”. Como se puede ver, el objetivo del juego es desesperar al contrincante mientras se evade discutir un asunto. La inducción es la regla principal en este deporte, ya que se origina de unas observaciones particulares para llegar a un principio general. Desgraciadamente, este tipo de esparcimiento argumentativo se basa en la falacia de generalización apresurada. En este razonamiento incorrecto se parte de una muestra pequeña de ejemplos, incluso uno, y se concluye que todos los casos en cuestión deben ser como los que conocemos. Remitiendo a los ejemplos arriba mencionados, quizá una persona tuvo una experiencia de infidelidad con un exnovio, o una expareja que tenía un pésimo gusto en su elección olfativa, lo cual es motivo suficiente para un buen acto de despecho. Pero dicha experiencia no constituye en sí misma una prueba suficiente para determinar la calidad moral y actitudinal del género masculino en su totalidad.

Por otro lado, si alguien considera que la lucha por la igualdad de condiciones entre géneros se asemeja en algo a la lucha de los líderes del movimiento fascista alemán que acabó con la vida de millones de personas, esa persona tiene un grave problema de comparación y es difícil que llegue a comprender algo de esta columna. Sin embargo, por más que haya experimentado algún tipo de violencia por parte de algunas mujeres al momento de expresar su feminismo, eso no es prueba suficiente para concluir una semejanza entre ambos movimientos (el feminista y el nazi) y tampoco permite equiparar la sobreabundancia de corrientes de feminismo con una vertiente que reconozca el uso de métodos violentos para impulsar su causa.

Por último, quizá una persona conoce múltiples historias en la que los elementos policíacos fallan en su labor de proporcionar seguridad pública, pero eso tampoco equivale a tener un censo nacional del desempeño policial en el que se demuestre que todos los policías reprueban un examen de capacidades y habilidades.

Se puede reconocer que muchas veces las personas más que argumentar incorrectamente haciendo uso de la falacia de generalización apresurada, exageran sus expresiones para intentar conmover al oyente y provocar un sentimiento de empatía. Sin embargo, es necesario hablar de esta falacia, ya que las personas suelen optar por las explicaciones más sencillas que interpreten al mundo tal y como desean verlo. También porque muchas veces se utilizan falacias sin identificar el error en el razonamiento y se cree que se puede hacer el salto argumentativo y llegar a un principio universal a partir de nuestras experiencias concretas. Transitemos de la queja generalizada a la señalización concreta de situaciones que nos molestan para proponer soluciones y contraargumentos complejos.  EP

 

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Irene Tello Arista es licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, maestra en Relaciones Internacionales por la New York University y exbecaria Fulbright-García Robles. Actualmente es directora ejecutiva de Impunidad Cero.

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