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Dulce Olivia 71

Este País | 01.06.2015

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Sobre el número 288, abril de 2015

 

Entre las cien y más preguntas necesarias para repensar México y el mundo hay quizás una frente a la que palidecen todas las demás. Es la de Patricio Robles Gil: “Ante el acoso de una sociedad consumista, cuántos humanos puede sostener el planeta sin destruir la capacidad que tienen los ecosistemas para regenerarse?”. Jaime Rojo señala que ya en los ochenta la “huella ecológica superó la capacidad de regeneración del planeta”. Llevamos tres décadas como “deudores ecológicos” de la Tierra. Obedecemos a ciegas el mandato divino de crecer y multiplicarnos, que hasta tiempos de Malthus se veía como un crecimiento por debajo de los recursos disponibles. La novedad actual es que la basura ya nos alcanzó. ¿Podríamos aprender algo de eso? La primera lección es que, en lo básico, la evolución de la biosfera está fuera del control humano. La podemos explotar, ensuciar y hasta destruir, pero no podemos controlarla ni, mucho menos, apropiarnos de ella. Lo que nos queda es aprender a compartirla, tal vez mediante el decrecimiento sereno, tal vez a golpes. Como va la cosa, la atmósfera se nos puede acabar antes que el petróleo. Antes incluso podrían dejar de funcionar los mercados del dinero. Tendríamos entonces que buscar maneras de sobrevivir dentro de los límites de los ecosistemas locales, los que se pueden recorrer a pie. No será la primera vez en la historia de la biosfera que formas sencillas, económicamente insignificantes, pueblen los espacios que dejaron exhaustos monstruos gigantes que por ahí merodeaban. Cuanto antes actuemos, mejor, porque una caída de gran altura puede ser fatal.

Leonardo Tyrtania

Universidad Autónoma

Metropolitana-Iztapalapa

 

Primero que nada me gustaría felicitar a la revista por su vigésimo cuarto aniversario. Me suscribí hace unos cuantos años porque buscaba opiniones interesantes sobre política y cultura en medios todavía impresos. Desde entonces he seguido muy de cerca a algunos de los autores del suplemento cultural, encontrando grandes sorpresas. Pero creo que merece la pena felicitar individualmente al autor de Somos lo que decimos. Mes con mes me deleito con las formidables reflexiones de Ricardo Ancira, que siempre son muy atinadas y van cargadas con un gran sentido del humor. Felicidades también por el último número y por las interesantes preguntas y debates que abren. Gracias, Este País, por mantener vivas las letras y la palabra. Un saludo desde Manzanillo.

Luis Enrique Hermosillo

Manzanillo,

Colima

 

Sobre el número 289, mayo de 2015

Me gusta el número sobre la tecnología, en especial el artículo de Braunstein, reconocido psicoanalista y toda una autoridad para hablar de adicciones. Resulta interesante su punto de vista sobre la relación que se establece con los aparatos tecnológicos y la dependencia que en algunas personas generan las redes sociales. En particular, me llama la atención que no considere esto como adictivo, por lo menos no en términos médicos. Vale la pena leerlo.

Mariluz Barrenechea

Distrito Federal

 

Celebro el excelente artículo de Octavio Aburto sobre Cabo Pulmo y, en general, que se haya abierto la sección sobre “Naturaleza posible”. Debemos reflexionar seriamente sobre la riqueza de nuestro medio ambiente y el daño que como especie estamos haciendo al planeta. Hacía falta que la revista tocara estos temas para poder conocer la opinión de los expertos. 

Jorge Arturo Talavera Meneses
Monterrey, Nuevo León

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