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Fotografía de Martirene Alcántara

Redacción Este País | 01.02.2016

Un rayo de sol matutino —débil aún— cruza la ventana e ilumina poco a poco la habitación. Un haz de luz atraviesa el diafragma de la cámara. Martirene Alcántara (Ciudad de México, 1965) ha entrenado su mirada en dos artes: la arquitectura y la fotografía. El espacio no solo es habitado sino creado por la luz y la sombra —su siamesa—, y la fotografía nace del mismo encuentro.

La serie que ilustra este número es una clara muestra de las emociones que la arquitectura transmite a través de su afortunado encuentro con la luz. Es gracias a la fotógrafa que podemos apreciar las texturas de la madera, el metal, el cemento de las construcciones; gracias a su mirada la tercera dimensión se congela en un instante sin perder ninguna de sus cualidades: color, forma, temperatura.

Desde 1992 Martirene se ha dedicado a desarrollar la paciencia necesaria para presionar el botón del obturador en el momento preciso en que cierta luz se encuentra con aquella curva, en que desciende al fin, lentamente, por la escalera de caracol, en que la trama del piso de madera nos la devuelve con ese tono particular.

La sencillez de la obra nos hace pensar que las cosas estaban ahí esperando a la artista, pero en realidad fue ella, con esa habilidad mágica de detectar el brillo, el destello, quien configuró la maravilla del instante. En estas páginas compartimos quince atisbos a lo que Martirene puede ver a través del lente de su cámara.

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