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VARIANZA: Stephen Hawking: obituario

Gerardo Herrera Corral | 01.04.2018
VARIANZA: Stephen Hawking: obituario

Stephen Hawking ha muerto, después de casi toda una vida sujeto a la silla que no le impidió ser ambicioso ni ser creativo. Murió el padre de tres hijos des- pués de una vida plena. El escritor sin lápiz ni papel. El autor de libros de divulgación científica de excelente calidad. El hombre sin autonomía corporal que pudo conservar y cultivar su ego para abandonar la silla y lograr notoriedad sin fronteras. El físico más conocido del mundo, inmovilizado y sin voz, con una enfermedad neurode- generativa que no lo frenó al momento de ser infiel. El hombre acompañado de una esclerosis lateral que a pesar de sus limitaciones pudo ser desleal con quien lo amó. El que no se detuvo al buscar los reflectores de la fama al mismo tiempo que lanzaba ideas para generar discusiones científicas. El que dio su nombre a fenóme- nos físicos invisibles. El que planteó con- ceptos, esbozó reflexiones, asesoró tesis y publicó artículos científicos. Murió Stephen Hawking después de cumplir todos sus caprichos y todos sus sueños.

La publicación de su libro Breve historia del tiempo, prologado por Carl Sagan en 1988, le dio fama internacional. Se tradujo a docenas de idiomas y se han vendido millones de copias en todo el mundo.

Él mismo contaba que a comienzos de los años 80 le propuso al editor de Cambridge University Press un manuscri- to lleno de ecuaciones. Parece ser que fue Simon Mitton, coordinador editorial de las publicaciones de astronomía y experimen- tado escritor, quien lo persuadió de su- primirlas. Hawking aceptó con la sola ex- cepción de la famosa ecuación: E = mc2.

En los agradecimientos del libro, Hawking cuenta: “alguien me dijo que por cada ecuación que incluya, el número de lecto- res se reducirá a la mitad”. Hawking de- cidió sacrificar la mitad de sus lectores al conservar la ecuación que pasaría a ser la más conocida de todos los tiempos.

A la publicación de su primer libro le siguieron otros, un total de 15, entre com- pilaciones de artículos especializados y en- sayos de comunicación popular: Agujeros negros y pequeños universos y otros ensa- yos, en 1993; El universo en una cáscara de nuez, en 2001; A hombros de gigantes: las grandes obras de la física y la astronomía, en 2002; La teoría del todo: el origen y el destino del universo, en 2007; La gran ilu- sión: las grandes obras de Albert Einstein, en 2008, entre otros.

Además de su trabajo como escritor de ensayo científico, Hawking grabó numero- sos documentales para televisión, series y películas a través de los cuales popula- rizó sus ideas sorprendentes acerca del tema que siempre lo fascinó: los agujeros negros. Su obra de comunicador de la ciencia estuvo marcada por la pasión que involucra el hacer, practicar y vivir la inves- tigación científica.

Junto con Roger Penrose, estudió la teoría de la relatividad general para poner de relieve que en ésta se generan singu- laridades matemáticas, es decir, que en ciertas circunstancias surgen valores infini- tos de cantidades físicas. De esta manera, apuntaban a una imperfección del marco conceptual, porque una teoría física com- pleta no debe arrojar valores inesperados. En otros trabajos sugirió la producción de agujeros negros pequeños que se pudieron haber formado después del Big Bang. Formuló de manera independiente lo que un físico nacido en México y muy poco conocido (Jacob Bekenstein) describió como la entropía de un agujero negro, es decir, como el número de configuraciones que estos objetos puede tomar. Aunque Hawking primero se opuso a la idea de Bekenstein sobre la posibilidad de que estos objetos tuviesen una entropía porque le parecía que eso implicaba que tendrían también una temperatura y, por tanto, emitirían radiación, se convenció más tarde de esta hipótesis al proponer él mismo la existencia de radiación salien- do de estos concentrados extremos de materia. Entonces se unió a las ideas de Bekenstein, quien había encontrado que esa entropía depende del área del agu- jero negro, no de su volumen. Por ello es que ahora se conoce a la entropía como entropía de Bekenstein-Hawking. Estas ideas de carácter hipotético quedan para su posible comprobación o refutación en experimentos aún impensables. Como éstas, la mayor parte de sus propuestas son especulativas. La más conocida es justamente la que teoriza la existencia de esa radiación que podrían estar emitiendo los agujeros negros. Hawking llegó a pensar que quizá el Gran Colisionador de Hadrones (GCH) en el Centro de Investigaciones Nucleares (CERN) vería aparecer micro agujeros negros en la coli- sión de protones con protones a muy alta energía. Pensaba que estos condensados de materia se esfumarían rápidamente en una llamarada de radiación, pero esto no ocurrió. El evento no ha sido observado. La radiación de Hawking es el resultado de dos fenómenos disímbolos. La mecá- nica cuántica nos dice que en el mundo microscópico las partículas fluctúan conti- nuamente y por tiempos muy cortos. Así, por ejemplo, la partícula de la que está hecha la luz, que es el fotón, se transfor- ma súbitamente en un electrón y un antie- lectrón que rápidamente se vuelven a unir para seguir siendo el fotón original. Este proceso ha sido medido y es un hecho establecido con gran precisión.

Por otro lado, la teoría de relatividad general nos dice que alrededor de una aglomeración de materia gigantesca se puede curvar el espacio y el tiempo formando un agujero negro. Al hacerlo se dibuja un horizonte marcado por una línea que separa al agujero negro del res- to del universo. Cuando un objeto cruza esta raya ya no hay más retorno. Stephen Hawking unió ambas cosas. Propuso que las transformaciones de fotones en electrón y antielectrón podrían ocurrir en esta línea divisoria y que al hacerlo el agujero negro absorbería a uno de los dos mientras el otro quedaría libre yendo en la dirección opuesta. La partícula que escapa se vería como radiación que sale del agujero y a esto se le ha llamado la radiación de Hawking. Pero en esto hay más, el fenómeno no ocurriría sin que el agujero ceda un poco de la energía que contiene, de tal manera que después de mucho tiempo, el agujero negro podría haber perdido tanta energía separando pares de partícula y antipartícula que acabaría por desaparecer. A tal aconteci- miento se le conoce como la evaporación de un agujero negro. Deberán pasar miles de millones de años para que un agujero negro se vaporice como resultado de este proceso. Quizá un día se podrá observar este extraordinario acontecimiento que junta dos pilares de la física moderna que hasta la fecha siguen siendo incompati- bles: la mecánica cuántica, que describe la producción de pares de partículas y antipartículas como fluctuaciones de una partícula original real y la teoría general de la gravedad, que describe a los agujeros negros y la aparición de un horizonte de sucesos como línea divisoria que separa como bisturí a los pares de la fluctuación cuántica.

Aunque en los últimos años Hawking se atrevió a opinar sobre otros temas, su trabajo más serio, invariablemente, giró en torno al estudio de las deformaciones del espacio y el tiempo que inducen las grandes concentraciones de masa. No obs- tante, se sirvió de la visibilidad que obtuvo al contacto con el público para atraer la atención y ganar credibilidad en temas aje- nos como el calentamiento global, la inte- ligencia artificial, la vida en otros planetas y el fin del mundo. Cuando opinó sobre el bosón de Higgs se arriesgó demasiado, la aridez del terreno lo sorprendió y entonces se alejó con la gracia ya conocida de sus apuestas para luego pedir púbicamente el premio Nobel para Peter Higgs y lamentar al mismo tiempo haber perdido la apuesta con Gordon Kane cuando aseguró que un tal bosón no existía.

En otra ocasión, el uso excesivo de la idea de Dios en sus libros y conversaciones ocasionó la irritación de su exesposa, Jane Wilde, quien consideró las continuadas citas a Dios como deshonestas y con un claro interés mercadológico. Hawking no era creyente. En una de las primeras frases Breve historia del tiempo, Stephen escribió: “Si llegamos a descubrir una teoría del todo... conoceríamos la mente de Dios”. Sobre esto Jane Wilde se expresó diciendo: “Él es ateo, por qué aparece Dios”. Siendo creyente, Jane se sentía incómoda con esos pronunciamientos públicos, incoherentes con la postura real de Hawking. Quizá por eso él decidió enfrentar a los medios de comunicación con declaraciones más concretas sobre su ateísmo. Entonces parece haber cambiado de actitud y ya en su libro El gran diseño (2010) descarta a Dios como creador del universo y con- sidera que el Big Bang fue la inevitable consecuencia de los principios físicos.

Para mí, lo mejor de Hawking ha queda- do en aquella entrevista de 2012 cuando manifestó su falta de confianza en la via- bilidad de los viajes en el tiempo: “Tengo evidencia experimental de que los viajes en el tiempo son imposibles. Ofrecí una fiesta a los viajeros del tiempo, pero no envié las invitaciones sino hasta después de la fiesta. Estuve esperando por mucho tiempo pero nadie llegó”. Ese evento en la vida de Stephen Hawking es mi preferido. Describe muy bien la imaginación refina- da, la generación de ideas frescas y su admirable creatividad.

Más allá de su trabajo científico y la gran obra en la que divulgó los resulta- dos recientes y las nuevas concepciones de la cosmología, más allá de la fascina- ción que tuvo por la ciencia como acti- vidad y forma de vida, Stephen Hawking significó la fuerza emocional de una gran cantidad de gente. Su legado es su vida misma, la entereza por vivirla como él quiso vivirla, la determinación de seguir adelante, la fortaleza para superar las condiciones adversas de una realidad que se le presentó a los 21 años como un muro en la más profunda oscuridad. Con todo eso y a partir de los peores presa- gios, no fueron las penas, sino la imagi- nación y la alegría de vivir, lo que mostró todos estos años. Así se trasformó en una fuente de anhelos para muchos. La vida de Stephen Hawking se convirtió en una intangible inspiración: esa luz que ilumina al espíritu y que antecede al pro- ceso creativo. EP

Stephen Hawking significó la fuerza emocional de una gran cantidad de gente. Su legado
es su vida misma, la entereza por vivirla como él quiso vivirla, la determinación de seguir adelante, la fortaleza para superar las condiciones adversas

 

Gerardo Herrera Corral es doctor en Ciencias por la Universidad de Dortmund, Alemania, e investiga- dor titular del Departamento de Física del Cinvestav.

 

 

 

 

 

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