Oscuro escarabajo
ESTE PAÍS: ¿Por qué tardaste tanto en publicar un nuevo libro de poemas?
FERNANDO FERNÁNDEZ: Los ocho años que han transcurrido entre 2010, cuando publiqué mi último libro de poemas, y la aparición de Oscuro escarabajo, no son tanto tiempo para mí. De las relaciones que sostengo con mi entorno, las que pasan por las palabras son las que más disfruto y me estimulan, y la poesía es el lugar en donde esa experiencia ocurre con mayor intensidad. Sin embargo, los poemas casi nunca salen completos ni me dejan satisfecho. Hace mucho aprendí a no forzar las cosas y por eso en casi treinta años no he publicado más que una plaquette, dos pequeños libros y un poema suelto. Mi plaquette de 1990, El ciclismo y los clásicos, respondió a la invitación de mi amigo y primer editor, Luis Mario Schneider; Ora la pluma formó parte del proceso de rectificación a una vida, la mía, que para 1999 me pareció que había extraviado el rumbo; cuando publiqué Palinodia del rojo, en 2010, libro que reúne apenas dieciséis poemas escritos a lo largo de once años, pensé que publicaba mi despedida del género, o en todo caso la última manifestación de mi deseo de aferrarme a él; con esa misma sospecha en mente di a conocer en 2016 “Chirimoya”, el único poema que había escrito durante el lustro anterior. Afortunadamente cuando más lo necesitaba descubrí las sabias palabras de Auden: ante sus propios ojos, un poeta “sólo lo es cuando hace la última corrección de un nuevo poema, ya que antes de eso sólo era un poeta en potencia y después es alguien que dejó de escribir poesía, quizás para siempre”. Con una salvedad, Oscuro escarabajo, mi nuevo libro, reúne veintiséis trabajos escritos en un corto lapso (entre 2015 y 2016), algo excepcional en mi experiencia con la poesía, por lo cual es mi primer libro de poemas que surge como un hecho unitario y autónomo.
Tienes un blog, ¿por qué seguir publicando en papel?, ¿cuál es la diferencia que ves?
Me parece que son dos vías distintas, complementarias. Una no contradice a la otra. Mi blog me ha permitido escribir y publicar todas las semanas de la última década con la independencia absoluta que es vital para mi forma de ser. Con todo, aunque leo y escribo en línea, mi mundo está en el papel impreso. El año entrante se cumplirán diez años de la fundación de Siglo en la brisa y lo celebraré con la publicación de un libro para el cual ya hay editor. Estoy seguro de que las doscientas cincuenta páginas que tendrá Viaje alrededor de mi escritorio, que es como va a llamarse el libro, serán algo distinto pero también complementario de lo que ha sido mi cuaderno en línea.
También eres ensayista, ¿cómo se mezclan estas dos formas de creación?, ¿cómo las combinas?
Frecuento casi cotidianamente el ensayo para hablar de cuanto leo y descubro. Los poemas tienen otro modo de proceder, no sólo porque se escriben de otra manera. Mis ensayos quieren acercarse a la forma en la que hablo, por lo que son, digamos, más sueltos; los poemas trabajan al revés: por naturaleza, poseen un rigor y una tensión internos, que es donde está su mayor dificultad. Las palabras de los poemas tienen, además, la secreta aspiración de quedarse, de permanecer. No me refiero a su sobrevivencia, por supuesto, sino a su efecto, como lenguaje vivo que son, en el oído de quien lee o escucha. Uno de los poemas de Oscuro escarabajo, “El lunar de tu pecho”, empieza así:
El lunar de tu pecho
sube y baja
al ritmo acompasado
de tus emociones:
sosegado, en la cama, a la mañana
siguiente del abrazo amoroso,
parece que flotara
sobre la piel de un mar
mecido en calma;
Quiero referirme a la segunda parte del tercer verso, la que he subrayado: como en el ensayo, también aquí la lengua pretende fluir, pero a la vez tiene el deseo de sostenerse siquiera un momento después de su lectura. Por eso el poema dice: “sosegado, en la cama, a la mañana”, haciendo énfasis en la vocal acentuada a, que de la palabra “cama” salta a la pala-bra “mañana” y luego vuelve a aparecer en los siguientes versos (“flotara”, “mar”, “calma”). Por la misma razón, en ese lugar se produce aquel corte de verso que los poetas llamamos encabalgamiento: este recurso, el corte repentino, el instante en que ignoramos lo que va a suceder a continuación, todo ello ayuda a que la aquede reverberando una fracción de segundo en el oído. El poema quiere hacer que la lengua permanezca resonando, una vez que ha sido enunciada. Poco o nada tienen que ver estas consideraciones para la escritura del ensayo, género que posee sus propias reglas. Quizás podamos referirnos a ellas cuando salga el libro que va a reunir los ensayos que han aparecido en mi blog. EP
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Fernando Fernández (Ciudad de México, 1964) edita una revista digital de música, conduce un programa de radio sobre libros y renueva semanalmente el contenido de su blog, llamado Siglo en la brisa. Ha publicado tres libros de poesía, El ciclismo y los clásicos (1990), Ora la pluma (1999) y Palinodia del rojo (2010), y dos de narrativa, Ni sombra de disturbio, ensayos sobre Ramón López Velarde y Contra la fotografía de paisaje (ambos en 2014).