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Falaciario: Falacia del miedo y prisión preventiva 

Irene Tello Arista | 13.02.2019
Falaciario: Falacia del miedo y prisión preventiva 
Falaciario es el blog de Irene Tello Arista en Este País y forma parte de los Blogs EP

Si te enseñan un video de un asalto en un camión a mano armada y te dicen que los criminales que cometen este tipo de delitos están sueltos por nuestro sistema de justicia, ¿qué es lo primero que te viene a la mente? Probablemente un miedo justificado. Por desgracia, este temor puede obnubilar nuestra capacidad para juzgar las propuestas expuestas para evitar que este tipo de delitos sigan ocurriendo.

La semana pasada en la Cámara de Diputados tuvieron lugar las audiencias públicas para determinar si se aumentan los delitos que merecen prisión preventiva automática. Cuando me llegó la noticia de que estaba invitada a participar en las audiencias, me emocioné mucho. Por fin podría utilizar los datos que tenía a la mano y algunos argumentos para demostrar por qué incluir más delitos en el catálogo del artículo 19 constitucional no ayudaría a disminuir la incidencia delictiva ni la impunidad.

Sin embargo, conforme pasaban los días me vino una inquietud inminente: quizá los argumentos ya no importan. Y es que muchas decisiones públicas se mueven por la popularidad y la falsa retórica. En mi ansiedad, pensé que igual aportaba más a la discusión haciendo una participación que se volviera “viral” que ofreciendo buenos argumentos. En esta desesperación, pensé en hacer un performance que pudiera ser titulado “#LadyImpunidad”. Sin embargo, no tuve muy buenas ideas para hacerlo. Al final, debido a mi frustración por la discusión en torno al tema acabé haciendo un performance involuntario que podría titularse #Tirene.

Casi cualquier discurso, además de contener argumentos e historias, recurre a una serie de elementos retóricos que buscan dirigir al público hacia la postura expuesta. Esto es normal. Sin embargo, utilizar falacias o argumentos incorrectos en un discurso o discusión que tiene como finalidad establecer una política pública, no puede ser tomados a la ligera.

Durante los tres días de las audiencias públicas, la mayoría de las participaciones de los ponentes intentaron explicar por qué la reforma al artículo 19 de la Constitución representa la violación de diversos tratados internacionales, así como la posibilidad de una mayor cantidad de violaciones de derechos humanos y una reforma inútil para intentar reducir los niveles de inseguridad que vivimos.

Sin embargo, las posturas a favor de la reforma del art. 19 se caracterizaban por tener un elemento en común: casi todas ellas utilizaban la falacia Ad Baculum o la falacia del miedo.

 

Falacia Ad Baculum

Se llama así ya que remite al miedo que podría producir el golpe con un bastón (baculum = bastón). Esta falacia no recurre a la violencia física para convencer a nadie, pero sí intenta aporrear a los interlocutores con imágenes o ejemplos que generen miedo. Todo esto con el motivo de mover el punto de atención sobre lo que se intenta probar. Ahora explicaré más detenidamente por qué utilizar ejemplos de miedo en la discusión sobre prisión preventiva oficiosa, cae en la falacia ad baculum.  

El dictamen para incluir entre los delitos que merecen prisión preventiva automática los delitos relacionados con la corrupción, el robo de hidrocarburos y el uso de programas sociales con fines electorales, argumenta que esta medida ayudará a hacer frente a la incidencia y la impunidad de delitos que afectan gravemente a los mexicanos.

Si uno desea respaldar este argumento, se debe probar que la prisión preventiva oficiosa logrará las acciones para las que es propuesta. Es decir, bajar los niveles de incidencia delictiva y la impunidad para estos delitos. Asustar a alguien con videos de asaltos no prueba esto. Es como si uno viviera en una casa en la que todas las noches hay una serie de ruidos extraños y molestos. Uno busca la forma de deshacerse de la molestia sonora y acude a diversos expertos. Uno de ellos intenta convencernos de que lo mejor para desaparecer los ruidos nocturnos es contratar sus servicios como exorcista en lugar de revisar si hay un gato en la azotea o cual es la causa de la molesta disrupción acústica y para terminar de convencernos nos enseña una serie de videos de fantasmas. Si este fuera el caso, yo le daría todo mi dinero porque me dejaran de enseñar los videos de los fantasmas y esto muy probablemente no acabaría con los ruidos ni con los gatos.

Es claro que todos estamos asustados por el nivel de inseguridad en el que actualmente vivimos. Todos queremos que se realicen propuestas que logren atacar los problemas de delincuencia que dan pie a esta inseguridad. Nadie quiere ser asaltado en un camión sabiendo que si la policía detiene al delincuente este saldrá libre. Sin embargo, la prisión preventiva ya puede pedirse para cualquier delito. Decir que actualmente no se hace porque estos delitos no están considerados en el catálogo de delitos para prisión preventiva oficiosa del art. 19 es incurrir en una falsedad. Además de incurrir en falsedades, el uso de imágenes violentas para justificar una medida de política criminal no prueba o justifica que dicha medida sirva para reducir la violencia y menos aún la impunidad para estos delitos. Para prueba de esto hay que recordar que el homicidio doloso o intencional ya es un delito que merece prisión preventiva oficiosa y que no por ello ha bajado el número de asesinatos que se cometen en el país y tampoco ha ayudado a bajar la impunidad para este delito.

Desgraciadamente, esta no fue la única falacia que se mencionó en las audiencias públicas para ampliar el catálogo de delitos de prisión preventiva oficiosa. El miedo es un sentimiento poderoso, pero no es una buena razón para aceptar una mala política pública.

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