Boca de lobo: 22 razones para vaciar las mañaneras
El presidente nunca dejará de levantarse a la madrugada para subir al templete y ahí hablar, hablar, hablar. Extenuante. Pero soñemos una huelga de plumas, grabadoras, cámaras, un Palacio Nacional que López Obrador descubre vacío (y así se queda para siempre) e imaginemos los efectos:
1. El presidente no dará más la palabra. Su índice dejará de ser esa varita mágica que hace dichosos a los que toca y despreciables a los que evita.
2. El presidente tendrá la fortuna de no soltar ocurrencias sobre temas que ignora y los medios sortearán la pena de ser megáfono de ocurrencias
3. Estará limitada la agotadora monomanía del discurso presidencial que culpa de todos los males de hoy a la corrupción del pasado.
4. El contacto solo ocasional con los medios ayudará al presidente a evitar infamias históricas tipo: “si ustedes se pasan pues ya saben lo que sucede”, inmunda justificación para los ataques a la prensa no “prudente”.
5. El presidente perderá un foro para descalificar a la prensa que no lo aplaude y para repudiar y hostigar a los medios “fifís” que no se cuadran.
6. El presidente no les hará perder tiempo a sus funcionarios arriba de un escenario donde declaran nerviosos. Desde temprano, gobernarán.
7. Al acotar la reproducción de su imagen, los medios no alimentarán al personaje que asume irrebatible cualquier decisión pues lo avala el pueblo.
8. El presidente no se desgastará hasta dos horas cada mañana hablando de pie: a su energía, hoy consagrada a declarar, la usará para gobernar.
9. El presidente, que acertó al acotar la inmoral publicidad en medios, desprovisto también de mañaneras activará su ingenio para informar.
10. Los medios ya no correrán el riesgo de dormitar transcribiendo declaraciones. El músculo periodístico recobrará salud, inventiva, rigor.
11. México se sacará de encima la falacia de que una rueda de prensa cada mañana es equivalente a la diaria rendición de cuentas.
12. Los medios cortarán una imposición perversa: ser una gigantesca oficina ad honorem de Comunicación Social del gobierno federal.
13. La prensa no engordará al presidencialismo. Si el presidente trepa a un púlpito, los medios no tienen por qué rezarle ni prestarle micrófonos.
14. La sociedad mexicana tendrá un respiro informativo. La oferta noticiosa de cada mañana no nos atontará con AMLO dijo, AMLO sostuvo, AMLO manifestó, AMLO negó, AMLO indicó, AMLO señaló, AMLO aseveró.
15. Ante la imposibilidad de los periodistas de interpelar verbalmente al presidente si éste omitió información o fue incongruente o falaz, la interpelación real se edificará con la investigación periodística.
16. En lo individual y empresarial el periodismo se dignificará al romper un involuntario (o no) rol actual: ser caja de resonancia de propaganda oficial.
17. Morirá el engaño instalado desde el 1 de diciembre: que el encuentro diario presidente-prensa es un “diálogo circular” vigorizado por la discusión, cuando en realidad es un monólogo con muy discretas interrupciones.
18. El presidente perderá el espacio para exhibir en público por incapaces a sus funcionarios. En lo íntimo buscará métodos para hacerlos capaces.
19. Los medios atacarán un lastre: creer que declaración es noticia.
20. Los medios ya no serán vestuaristas, managers de imagen y maquillistas de alguien ávido de una imagen adorable, pintoresca y de sabiduría popular tipo: me canso ganso, no soy monedita de oro.
21. Los medios dirán basta a la denigrante función que el presidente les asignó: ser vehículo de sus misiles para atacar a sus enemigos
22. Ausentes de la mañanera, los medios combatirán a la figura de la rueda de prensa, el más rancio, humillante, penoso y desigual vínculo medios-poder.