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PROHIBIDO ASOMARSE: Al final del arcoíris

Bruce Swansey | 01.08.2016
PROHIBIDO ASOMARSE: Al final del arcoíris

Abismo

La imagen lo muestra en brazos de su padre, que se inclina hacia él. A pesar de que la cámara se concentra en el niño, puede adivinarse el rostro sonriente del padre. El hijo, en cambio, mira desconfiadamente al fotógrafo, el ceño fruncido. Entre ese pequeño y el mundo empieza a abrirse un abismo infranqueable.

 

El origen de la condena

Entre las áreas de incertidumbre destaca la que ocuparon los mentores. Ya que se molestaron en condenar cuanto ignoraban, debieron haberlo hecho caritativamente, aunque ya se sabe: la palabra pervierte.

 

Mensajes

“Puto el que lea esto”.

Eso es lo que se lee en una ventana lateral del autobús. En una de las ventanas traseras hay otro mensaje. Dice: “Puto eres”.

Sobre el cemento fresco de la banqueta alguien ha escrito: “Puto”. Lo mismo afirman las paredes de los baños en los cines, donde además el adjetivo suele ir acompañado de penes erectos.

Solo lo que escapa de las palabras es verdadero.

 

Razón amorosa

Intuir la abominación de Dios lo fulmina: crear seres cuya culpa es haber nacido. Es probable que se trate de una insolación pero en la enfermería insiste que por eso es necesario amarlo. De no ser así todo camino de perfección es execrable. Esta escena es el preámbulo de un drama.

 

Un breve vocabulario

Anormal. Desviado. Degenerado. Joto. Puto. Raro. Marica. Loca. Lilo. Mujercito. Enfermo.

¿Hace falta más en las planas del tabloide?

Sucio. Pero sería redundante.

Un breve vocabulario para fijarlos en el aspa de la cruz. Eso piensa antes de beberse el aguarrás que ha quedado después de pintar la casa. Probablemente sus últimos recuerdos no son los de quienes lo amaron sino del tío que lo violó desde pequeño.

 

Lucifer

A pesar de los estragos de la edad su rebeldía no se mitigó. Al contrario: el caudal de horror que el tiempo deposita sobre el ser estimula su rechazo de cuanto juzga injusto. Aún retirado, Lucifer continúa, subversivo, conspirando contra la tiranía que le arrebató el cielo. Por eso lo admira y adopta su nombre. Lucifer es la esperanza de liberarse.

—Cuando soy malo, soy mejor.

La única forma de comprender el mundo actual es creer en la existencia del demonio. Cualquier otra explicación está condenada a fracasar.

 

Superación del trauma

Condición para superarse: emborracharse y danzar en la disco. Y ligar vertiginosamente. Mejor con dos al mismo tiempo. A veces la droga ayuda. Pero si eso no es suficiente y aún persiste la profunda sensación de vergüenza y con ella el infortunio de ser distinto, siempre puede emprenderse un trámite burocrático. En la cola y en silencio, todos son idénticos.

 

Belleza

Un fantasma al que se mira sin parpadear, un peligro que no se esquiva, un abismo en el que precipitarse sin dudar.

 

La misión

Siempre dijo que si no había muerto habiéndolo procurado tantas veces era porque aún no cumplía aquello para lo cual le había sido dada la existencia. Ahora que logró morir cabe preguntarse si tal misión consistió en sucumbir a la humillación.

 

Temor

—El temor es la fuente de la religión. El temor es la fuente de la religión. El temor es la fuente de la religión.

Así atempera el rencor que amenaza ahogarlo.

 

Pregunta

Buscaba lo insólito con compulsión maníaca hasta que una enfermedad terminal lo obligó a permanecer en cama. Fue allí donde se le reveló el corazón del infierno y la extravagancia de Dios.

—¿Tendré un sida chico? —se pregunta en el hospital con el periódico en las manos: “Cáncer rosa”, claman los titulares exigiendo mano dura contra los degenerados.

Caro sonríe. No tiene energías para reír.

 

Heterosexismo

El heterosexismo es una enfermedad de la que los hombres se curan con la muerte. Algunas mujeres prefieren la salud en vida pero otras optan por transmitir la enfermedad. La caridad debe ser un atributo sobrenatural, ya que son muy pocos quienes la practican.

 

Castigo

Sufrir el castigo por amar es padecer por algo jamás decidido.

Intolerancia

Odiar al otro es la mejor forma de mantener a raya la desesperación. Hay que sufrir por lo que imaginamos enemigo para ignorar lo que nos aniquilaría.

 

Pregunta

—¿Habrá en el alma, como en el mar, un fondo impasible por más agitada que se encuentre la superficie?

Eso pregunta la joven encaramada en el árbol centenario.

Voglio una donna! —grita Lula jubilosamente.

 

Metafísica

Habiendo empeñado su juventud en la búsqueda del Amor y del encuentro con quien aplacaría su ansiedad arribó a la madurez renunciando a las mayúsculas pero no al misterio que busca descifrar en los rostros con los que se cruza en el camino.

 

Celebración

Comenzaron a reunirse una hora antes de que empezara el evento. Algunos participantes habían empleado días preparándose porque después de muchas marchas esta celebraba cuanto las anteriores solo habían aspirado a obtener. Desde entonces, cuando la consigna era ganar la calle y los disfraces una forma de combatir el miedo a la agresión homofóbica, por fin habían logrado emanciparse y abandonar las catacumbas. Por eso esta vez además de hadas besándose y marineritos que hasta esa mañana esculpían los cuerpos que ahora exhibían gozosamente a bordo de un enorme Cadillac rosa, también había padres cuyos hijos sobrevivieron el abuso y familiares que de tan normales parecen disfrazados al lado de los batallones de vestidas que, encaramadas en tacones, son monumentos ambulantes. Los unifica haber conseguido la igualdad al otro lado del arcoíris, donde creen que la utopía por fin comienza.

 

Balanza

“Es mejor endurecer el castigo para quienes ofenden a Dios con aberraciones innombrables” —eso se repite Omar al salir de casa una mañana sofocante.

—¿Calorcito, eh? —lo saluda el vecino enjugándose el sudor.

Para lograr su propósito elige un arma de asalto militar AR-17 semiautomática con gran capacidad para almacenar balas y que se ha convertido en el arma insignia de los asesinatos masivos en los Estados Unidos, una pistola automática y suficientes municiones como para abastecer a un comando. Lo hace felizmente, como quien por fin cumplirá con lo que se tiene prometido desde siempre. El dependiente no le pregunta para qué necesita semejantes armas. Con que las pague, basta. Y por cómo las manipula y examina, se ve que sabe lo que hace.

Nada alivia más que destruir la imperfección de quienes inclinan la balanza al contrario de lo que Dios manda. Eso piensa al entregar al cajero la tarjeta de crédito, satisfecho con su elección.

 

Liberación

Después de seis mil años, sucede el milagro civilizatorio. Quienes antes fueran considerados anormales, ahora se casan y forman familias alternativas. Contra lo que pueda opinarse, son núcleos compasivos y en ellos reside la esperanza que no tenían los hijos de quienes habían defendido la normalidad de una historia infame.

 

El islam en diez lecciones sencillas

“Los celos de Dios sobreviven a la expulsión del paraíso. Su ira los aguarda”. Eso predica el cursillo que compró en la red para entender el islam en diez lecciones sencillas. Esas palabras resuenan obsesivamente mientras se dirige hacia el lugar en el que una comunidad celebra sus recién adquiridos derechos civiles. No vivirán para disfrutarlos porque el odio visceral no obedece a votaciones ni reconoce los cambios civilizatorios de la sociedad civil. En su vocabulario nada más existe la obsesión del exterminio. Como necesita una razón para perpetrar lo que él llama justicia, disimula su odio a través de una radicalización ficticia.

 

Propósitos

El júbilo compartido los persuade de que habiendo conseguido la igualdad ante la ley cada uno puede disfrutar la dignidad hasta ahora violentamente negada. Pero a pesar de los cambios que prometen actualizar un mundo anacrónico, la homofobia sigue siendo un cáncer social. Entre quienes ahora edifican una nueva sociedad hay los que todavía llevan consigo las cicatrices de haber crecido siendo rechazados y brutalmente perseguidos. Pero en lugar de quienes no habiendo soportado el suplicio se han suicidado, los supervivientes se proponen cambiar el mundo. La culpa no es suya, sino de una sociedad enferma.

 

Selfie del justiciero

En la selfie, Omar el guardaespaldas se mira con una ceja más alzada que la otra, reproduciendo los gestos de los modelos que ha admirado en incontables anuncios de cremas para afeitar en la televisión. Lleva una camiseta color militar para lucir bíceps y una gorra de béisbol ladeada. Su gesto es un estereotipo de quien se encuentra atractivo, la boca torcida, con una mano acariciándose el mentón. Así aspira pasar a la eternidad de los justicieros narcisistas y de los mártires que han ofrecido su vida en nombre del Estado Islámico. Ciento veinte millas lo separan de su objetivo.

 

Polifonía

—Me reí con mi amigo porque al principio creí que se trataba de fuegos artificiales. ¿A quién se le ocurre?, le dije.

—Oí veinte, cuarenta, cincuenta disparos.

—Fue poco antes de que el bar cerrara, así que debió ser a eso de las 2 a. m.

—Me tiré al suelo y me arrastré entre cuerpos ensangrentados hacia donde estaba el DJ.

—Vi a la gente caer. Caótico. Sangre por todos lados. Vidrios estallando.

—El cantinero al que todos conocíamos fue de los primeros.

—Me escondí en el baño, donde había otros aterrorizados. Cerramos la puerta con llave mientras seguíamos escuchando los disparos y los gritos. Hubo un momento de silencio y luego supimos que venía por nosotros.

—¡Sálganse de aquí y corran!

—Una escena que nadie debió haber visto o experimentado. Algo que jamás debió haber ocurrido.

“Aquí está” —dice el último texto enviado desde el baño.

 

El final del arcoíris

—Lo más importante frente a un acto terrorista y homofóbico es no permitir que los agresores cambien la forma como hemos elegido vivir —dice un funcionario.

—Eso es lo que nos pasa por dejar entrar musulmanes —vocifera el candidato que promete limpiar al país de la escoria que lo disminuye.

—Era un hombre emocionalmente dañado y violento. Una de las veces que me golpeó fue a causa de haber visto a dos hombres besándose en la calle. Me quitaba el dinero y me impedía ver a mis padres —confiesa su exmujer a los medios.

Al final del arcoíris no está la olla que contiene las monedas de oro ni tampoco allí se deja atrás la prehistoria para dar paso a la historia auténticamente humana. Incapaces de escrutar la nada de la que surgimos ni el infinito en el que nos precipitamos, destruimos cuanto nos rodea. Titilación entre abismos, pero titilación perversa.  

 

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BRUCE SWANSEY cursó el doctorado en Letras en El Colegio de México y el Trinity College de Dublín, con una investigación sobre Valle-Inclán. Su publicación más reciente se titula Edificio La Princesa (UNAM, 2014).

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