Taberna: Inocencia perdida
En el final desgarrador de La Strada (1954), el personaje de Zampanó1 deambula borracho por la playa luego de enterarse de la muerte de Gelsomina, hundiéndose en el arrepentimiento hasta que se desploma a llorar en la arena. Una vida de abuso y violencia, vista por el retrovisor, es una vida desperdiciada.
Los caminos de México, en particular los del norte, dan causas para el llanto a un número incierto de ciudadanos, consumidores, comerciantes. El tramo de la Ribereña (de Reynosa a Laredo) es hoy en día transitado en la modalidad de carrusel (con escolta de la Policía Federal), y a la ruta México-Puebla-Veracruz se le conoce como el Triángulo de las Bermudas. La variabilidad en las cifras reportadas es desconcertante (en miles de vidas y millardos de pesos), pero según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el promedio mensual de robos a particulares y carga en carreteras es de 156, y para el 2015 llevábamos acumulados más de 400 mil casos.
Según la Asociación Nacional de Empresas de Rastreo y Protección Vehicular (ANERPV), los robos de vehículos se concentran en el Estado de México, Ciudad de México y Jalisco. El recorrido de Querétaro a San Luis Potosí y Matehuala es donde más tráileres desaparecen, y es muy concurrido también por quienes quieren ahorrarse unos pesos, pues a 22 años de la firma del TLC todavía conviene más viajar a los Estados Unidos que visitar una de nuestras tiendas departamentales.2
No que el recorrido largo, recto y plano cercano a Matehuala no brinde virtudes. El vacío es acentuado por los pequeños torbellinos que se forman en el polvo del desierto, y los estanquillos desperdigados llevan nombres inolvidables, como “Algún día” y la picarísima “Boy de paso”. En Real de Catorce esperaba enchiladas potosinas, pero el platillo regional parecería ser la michelada.
La coctelería también distingue al camino a Catemaco. Vidrios plateados con letreros fluorescentes prometen “Especialidad en cócteles”, y debo confesar que mi imaginación resbaló hacia piñas coladas, Tom Collins y paragüitas. Pero, por supuesto, se trata de mariscos frescos. En la época en que lo más bonito de México —su diversidad geográfica y cultural— costaba unos litros de gasolina, muchos hicimos un ritual de los sopes, cecina y crema del 4 Vientos camino a Guerrero.
Al highway no le falta identidad culinaria. Como describe Eric Schlosser en Fast Food Nation, la construcción subsidiada de carreteras en California dio auge a las cadenas de comida rápida en los Estados Unidos. La historia de cadenas como Carl’s Jr., del incansable Carl Karcher,3 es inseparable de la inversión en infraestructura como modelo de desarrollo económico y es un recordatorio del enamoramiento norteamericano con el automóvil (las mesas de producción de cocina de estos “restaurantes” imitan a las líneas ensambladoras de la industria automotriz). Si el amable lector piensa manejar por California, le recomiendo la franquicia In-N-Out-Burger, probablemente lo mejor en hamburguesas de autopista.
Nuestra relación comercial con Estados Unidos hace que el golpe al tránsito por carretera lastime desproporcionadamente a México. La cercanía con dicho país permite que la mayor parte (55% del volumen y 81% del valor) de nuestro intercambio se efectúe por carretera
—según el índice de desempeño logístico del Banco Mundial, México ocupa la posición 50 en infraestructura carretera, 60 en ferroviaria y 64 en portuaria. Nuestra posición en dicho índice ha pasado de 3.06 antes del 2010 a 3.13 en 2015— aunque tal vez sea más ilustrativo citar algunos países con calificación similar: Vietnam, Malta, Bulgaria.
La realidad de nuestros caminos se acerca menos a las imágenes bucólicas de la Italia de Fellini que a la fábula postapocalíptica de Cormac McCarthy, The Road (2006). Ambas metáforas de la vida —una del pasado, otra del futuro— que nos recuerdan que quienes sobreviven a la violencia tampoco quedan ilesos.
1 El chihuahuense Antonio Rodolfo Quinn es también recordado por su escena como bandolero junto a Peter O’Toole en Lawrence of Arabia, donde declara: “The Turks pay me a golden treasure, yet I am poor, because I am a river to my people”.
2 Qué tanto se debe esta realidad al grado de efectividad de la inversión en infraestructura y a la desarticulación de cadenas productivas, o simplemente a la falta de competencia entre tiendas departamentales, queda abierto.
3 Como la historia de los hermanos McDonald, la de este hombre es iconográfica del modelo de éxito de los Estados Unidos. Como ejemplo, vale recordar que en 1993 fue expulsado del cargo de CEO por el Consejo de Administración de su propia empresa. El señor Karcher se endeudó para conseguir fondos, recuperó el control accionario de la compañía y expulsó a todos los miembros de dicho Consejo, para luego tomar las decisiones que hicieron de Carl’s Jr. el potentado que es actualmente. Esto a sus más de 70 años de edad.
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Fernando Clavijo M. es consultor independiente y autor del libro cinegético Marismas de Sinaloa.