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#Norteando: Trump frente a Charlottesville

Patrick Corcoran | 22.08.2017
#Norteando: Trump frente a Charlottesville

Los dos años en que Donald Trump ha dominado la vida política estadounidense han sido un desfile de idioteces, desaciertos, mentiras y predicciones equivocadas. Anunció su candidatura con una calumnia contra los mexicanos, llamándolos violadores. Unos días después, se burló del senador John McCain por haber sido capturado y torturado por los enemigos de Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. Representa el black heart del país, pues la esencia de su imagen pública es diseminar odio y veneno.

Desde ese punto de vista, no deberían sorprendernos los escándalos que ha desatado el presidente estadounidense durante el mes pasado: una serie de asaltos retóricos contra su propio procurador, Jeff Sessions, por unas ofensas desconocidas; una guerra de amenazas con un país con armamento nuclear, Corea del Norte, en la que Trump colaboró mucho para subir la temperatura; y su reiterada tolerancia frente a una marcha de neonazis en Charlottesville, Virginia, en la que una mujer murió después de que un protestante racista atropelló a la multitud con su Dodge Charger. 

Si bien no hay nada completamente nuevo en las provocaciones del presidente, la reacción de sus supuestos aliados en el Partido Republicano sí es diferente. Varios miembros republicanos del Senado, donde Sessions tuvo un curul por 20 años, salieron a la defensa de su ex colega y repudiaron los ataques del presidente. El estratega principal de la Casa Blanca, Steve Bannon, se desahogó con un reportero acerca de la situación con Corea del Norte, explicándole por qué es imposible la opción militar a la que tanto se refiere el presidente. Esta crítica pública a su jefe parece haber provocado la renuncia de Bannon el viernes pasado.

Fue más ruidosa aún la reacción de los supuestos aliados del presidente, hasta muchos subordinados al poder ejecutivo, a su inexplicable insistencia en no culpar a los nazis como los primeros responsables del caos en Virginia. Casi todos repitieron el sentimiento expresado por Marco Rubio, senador republicano de Florida, en su cuenta de Twitter:

 


 

 

* Es muy importante que el país escuche al presidente describir los eventos en Charlottesville como lo que realmente fueron, un ataque terrorista realizado por activistas en favor de la supremacía blanca.

 

Rubio no critica a Trump en términos particularmente duros, pero lo notable es que sí lo critica, y lo hace directamente, mencionándolo por su nombre. Es una muestra del creciente hartazgo hacia el presidente entre los que más necesita, algo que refleja el estado caótico de la actual circunstancia.

Entonces, ¿será que la reacción inhumana de Trump frente a la marcha de los nazis será la gota que derrame el vaso? ¿Será la chispa que prenda el incendio que acabe con su presidencia?

Me gustaría que fuera así, pero creo que no. Tampoco quiere decir que Trump está destinado a llegar al fin de su mandato, pero lo más probable es que no haya un solo momento clave en que su base electoral lo abandone. Por más asombroso que haya sido ver a el presidente ofrecer apoyo a gente marchando bajo la bandera nazi (para recordar: 183,588 estadounidenses perdieron la vida peleando contra los nazis hace tres generaciones), una buena parte de los votantes republicanos siguen satisfechos con Trump.

Pero desde el momento en que tomó protesta en enero, se ha mermado el apoyo público, paulatina pero consistentemente. Actualmente, menos del 35% de la población expresa su aprobación, comparado con el aproximadamente 60% que no lo aprueba. Dentro de la clase política, tiene cada vez menos aliados y aún menos amigos fieles. Con cada escándalo, está más aislado. Esa es la receta para una gestión fallida.

 

Soldados norteamericanos marchando en Champs-Elysees durante la liberación de París en la Segunda Guerra Mundial, 1944, Pinterest

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