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El horror de Orlando

Patrick Corcoran | 13.06.2016
El horror de Orlando

Ofrezco las siguientes reacciones al horror de Orlando, que es el ataque con armas de fuego más sanguinario de la historia de Estados Unidos.  

1) Desde que los americanos se convirtieron en uno de los principales blancos de los terroristas islámicos, el país ha sido afortunado en dos aspectos: Primero, sus enemigos nunca han optado por una estrategia de atacar a los llamados blancos blandos, como bares, plazas comerciales, o cines, que no tienen forma de defenderse fácilmente contra cualquier individuo que tenga un arma de fuego. Los seguidores de Osama bin Laden optaban por ataques espectaculares contra aviones, embajadas y naves de guerra, que son más difíciles de llevar a cabo. Segundo, los musulmanes estadounidenses son mucho más integrados a la sociedad que sus pares europeos y exhiben menos tendencias radicales. Efectivamente esto niega a los enemigos extranjeros un aliado peligroso.

No queda claro si el asesino de Orlando, Omar Mateen, tuvo apoyo fuereño o si estuvo operando solo (aunque mientras escribo esto el lunes por la mañana, los reportes indican que esto último fue lo más probable). Tampoco está claro si fue motivado principalmente por el islam o la homofobia. Aunque el asesino sí declaró su fidelidad al Estado Islámico en una llamada con la policía durante el ataque y este grupo se atribuyó la responsabilidad horas después del incidente. Puede que ambas declaraciones hayan sido principalmente por conveniencia, sin embargo, este ataque, más el de San Bernardino (la masacre de diciembre realizada por un seguidor del Estado Islámico), sugieren que la suerte del país puede estar cambiando. Los autores de ambos ataques fueron americanos y fueron contra blancos fáciles. Preocupante.

2) Estados Unidos sigue viviendo fuera de la realidad con sus leyes contra las armas. El ataque de Orlando fue obra de un AR-15, la misma arma larga usada en Sandy Hook (la matanza en una escuela primaria de 2012) y en San Bernardino, también popular entre los narcos mexicanos. Es una herramienta diseñada para matar a mucha gente en poco tiempo, y así ha funcionado en éstas y muchas otras ocasiones. Y se vende legalmente gracias a una interpretación dudosa de una Constitución promulgada antes de la invención de la pistola y mucho antes de la invención de la metralleta. Mateen compró su rifle días antes del crimen, pese a haber sido blanco de una investigación del FBI.

 El responsable de este masacre fue el que apretó el gatillo, pero en este sentido fue otra herida autoinfligida.

3) El gobierno estadounidense sigue sin una estrategia coherente para enfrentar el extremismo islámico. La reacción de Bush a los ataques de 2001 fue hacer guerras en Afganistán e Irak, sin una consideración suficiente de la lógica detrás de la decisión ni de cómo salir del conflicto una vez avanzados los intereses. Obama, en cambio, ha sacado a las tropas estadounidenses de Irak y Afganistán, mientras apuesta por el uso acelerado de drones en Pakistán, Yemen y otros países, para continuar la lucha contra el terrorismo islámico. Aunque, efectivamente, se ha lavado las manos de Siria, un foco de operaciones del Estado Islámico.

En lo personal me inspiran más simpatía los instintos de Obama que los de Bush, aunque este tampoco parece haber encontrado la estrategia adecuada. La salida precipitada de las tropas americanas en Irak generó un vacío que luego llenó el Estado Islámico. Por lo que no hay una prioridad más importante para el siguiente presidente de Estados Unidos que encontrar una estrategia coherente y sostenible para lidiar con el Estado Islámico y el extremismo musulmán.

4) A cinco meses de la elección presidencial, queda ver cómo reacciona el electorado estadounidense ante esta atrocidad. En muchos casos, las amenazas extranjeras suelen ayudar a los republicanos, aunque estos no ofrezcan nada más que una agresividad ciega. Hoy en día, con Donald Trump como el abanderado, sería un grave error. Trump reaccionó a la masacre con la vulgaridad e ignorancia que le es fundamental, felicitándose a sí mismo por reconocer el peligro del terrorismo islámico ­—¡como si fuera el único que tocó el tema que más ha dominado la política extranjera desde hace 15 años! —y volviendo a exigir tanto la renuncia de Obama como la prohibición de inmigrantes musulmanes.

Sin embargo, una de las pocas virtudes de Trump es que su estupidez e ignorancia son tan manifiestas, que tal vez en esta ocasión él y el partido que representa no saquen provecho de esta tragedia. Ojalá.

 

 

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