#Norteando: El desastre de algunos republicanos
Mientras escribo estas palabras, el partido republicano estadounidense se está posicionando para confirmar el nombramiento del juez Brett Kavanaugh a la Corte Suprema antes del fin de septiembre. Ya que el nombramiento es de por vida y la Corte desempeña un papel de altísima importancia en el sistema estadounidense, es un triunfo para el movimiento conservador.
Sin embargo, la llegada de Kavanaugh a la Corte Suprema --si es que se concreta-- no se recordará por su fidelidad a causas conservadoras, sino porque se forzó su confirmación a pesar de una acusación de que hace 35 años, él y un amigo, ambos borrachos, encerraron a una muchacha de 15 años en un cuarto, y Kavanaugh le tumbó en una cama y la intentó violar. La presunta víctima dice que el ataque se frustró cuando el amigo de Kavanaugh se echó encima de los dos, todos se cayeron al suelo, y ella aprovechó de la confusión para escapar de los agresores y del cuarto.
Kavanaugh asegura que su versión es completamente falsa—no exagerada, ni un malentendido, sino un invento total. Según él, no estuvo en la fiesta donde se dio el encuentro, ni ha hecho nada parecido en toda su vida.
Pero hay muchos factores que apoyan la versión de la mujer que planteó la acusación. Ella y Kavanaugh vivieron en la misma zona y ocuparon los mismos ámbitos sociales. Aparentemente, como adolescente Kavanaugh tenía una reputación de tomar alcohol en exceso. Durante años, ella ha mencionado el incidente a diferentes personas en su vida, incluso su esposo y dos terapeutas. Ella ha proporcionado los nombres de otras personas que asistieron a la fiesta. Ella ha solicitado una investigación por parte del FBI. Nada de esto es consistente con la obra de un fabulista.
A pesar de las evidencias en su contra, los republicanos en el Congreso están creando argumentos espurios e incluso contradictorios para justificar su elevación a la corte. El ataque no pasó, dicen algunos; según otros, no se puede juzgar a un cincuentón por lo que hizo a los 17. Aunque finalmente caiga su nominación, la determinación republicana de ignorar una acusación creíble de un crimen grave quedará escrita en la historia. He ahí otro ejemplo de que al partido conservador estadounidense le interesa cada vez menos la mala conducta sexual. Resumamos:
- Por lo menos 16 mujeres han acusado al presidente Trump de manoseos y otras acciones indebidas. Incluso él mismo se presumió de besar y tocar mujeres en contra de su voluntad en un video filtrado durante la campaña de 2016. Actualmente, disfruta la aprobación de casi 9 de cada 10
- El diciembre pasado, Roy Moore fue el candidato republicano para senador de Alabama. Durante la campaña, surgieron varios reportes de varias mujeres de que Moore salía con muchachas de hasta 14 años mientras él tenía treinta y tantos. Su reputación de acosador de muchachas adolescentes fue suficiente para que una plaza comercial local le prohibía la entrada. La proporción de republicanos que votaron por Moore fue encima de 90 por ciento.
- Según una investigación sobre el abuso sexual de deportistas en la Universidad de Ohio, Jim Jordan, congresista poderoso de Ohio y ex-técnico de lucha libre, ignoraba las quejas de sus luchadores sobre un doctor del equipo. Siete luchadores de la universidad afirman que Jordan sabía que el doctor les tocaba inapropiadamente y buscaba bañarse con ellos, entre otros comportamientos abusivos. Jordan, a pesar de todas las evidencias, afirma que cada uno de sus acusadores miente. La respuesta de sus colegas republicanos ha sido apoyo casi total.
Afortunadamente, la cultura estadounidense está evolucionando hacia una nueva comprensión de lo que significa la palabra “acoso”. Cada vez más, los que se portan mal tiene que pagar por sus actos. El país será mejor gracias a este cambio.
Pero, como bien demuestra el apoyo amplio que recibe Trump, Kavanaugh y Moore, el partido republicano se está ausentando de esta evolución cultural. Al contrario, los republicanos se han destacado por minimizar la violación, ignorar el acoso, y defender la pederastia. El partido de los valores tradicionales ya no cree en nada menos la búsqueda de poder.
Un movimiento así, tan carente de virtudes, no merece la confianza de la gente. Debe irse del poder cuanto antes. Y no es sorprendente que mucha gente --motivado más por su concepto de decencia que lealtad a un partido político-- está abandonando el partido de Trump. De cierta forma, es reconfortante que hay un costo para defender lo indefensible. La hemorragia de apoyo, sobre todo entre las mujeres educadas, es lo que está llevando el partido republicano hacia un desastre en los comicios del Congreso este mismo noviembre.
Pero hay un efecto secundario a la huida de la gente decente del partido republicano: Deja el partido en manos de los amorales. Y puede que la influencia de los republicanos esté en declive a nivel nacional, pero será un proceso largo. De mientras, hombres con una brújula moral digna de un psicópata tendrán una gran influencia sobre el camino del país.
La fotografía es de la Casa Blanca/Wikimedia Commons