youtube pinterest twitter facebook

#EspecialEnLínea: Día de los muertos que no dejan de regresar

Luis Reséndiz | 01.11.2018
#EspecialEnLínea: Día de los muertos que no dejan de regresar

Las ánimas, dicen, vuelven del más allá. Lo hacen en estas fechas, cargadas de magia desde que el animal de símbolos que somos lo decidió así, y vuelven para visitarnos: para darnos un último beso en la frente, para comer con los suyos, para visitar, aunque sea una vez al año, a los hijos y a las nietas y a los sobrinos y a las amigas y a los amantes. Las ánimas vuelven del más allá por unas horas y se regresan con la misma, pues vienen de pisa y corre.

Pero no todas las ánimas que vuelven lo hacen en calidad de turistas. A veces, las ánimas se tornan agrestes —están enojadas o tristes o sencillamente no entienden qué diablos está pasando, por qué de pronto ya nadie las ve ni oye ni siente ni toca— y, en un desesperado intento de llamar la atención de los vivos, los atormentan mientras buscan comunicarse. A estos espíritus se les conoce como fantasmas —y también como chocarreros, yūrei, espectros, apariciones: ustedes sabrán mejor—. El cine les ha servido de casa y de incubadora, toda vez que siguen apareciendo y provocando nuevos y estimulantes terrores nocturnos que nosotros, en secreto, seguimos disfrutando. Y aquí hay algunos ejemplos que podrían provocar parálisis nocturna si se conjugan con una cena pesada de todo lo que quedó en el altar.

The Haunting (Wise, 1963) / The Haunting on Hill House (Flanagan, 2018)

La novela de Shirley Jackson, The haunting of Hill House, ha tenido tres adaptaciones cinematográficas: esta, la primera, una de 1999 que es mejor no mencionar mucho, y la más reciente, homónima, dirigida por Mike Flanagan y estrenada por Netflix. Ambas versiones ejercen músculos similares, y vale la pena mirarlas juntas para notar sus aciertos: sustos cuidadosamente construidos —más de uno presente en ambas versiones, lo que inevitablemente genera un rico ejercicio comparativo—, melodrama tensísimo entre sus personajes y un diseño de producción y un trabajo de cámara que se dejan la piel en edificar una atmósfera inquebrantable. Brillantes ambas.

Hasta el viento tiene miedo (Taboada, 1968)

Carlos Enrique Taboada es quizá el director mexicano que mejor aprendió las lecciones atmosféricas del horror gótico de la Hammer, Amicus y Roger Corman. Con una imaginación inusual en el cine de terror mexicano, Taboada construye una película que no deja descansar: arranca con un potente susto de largo aliento —toma larga, horror por encuadre, jumpscare genial— y termina con una tenebrosa incertidumbre. El mismo director contribuiría con otras buenas películas al subgénero —Veneno para las hadas, Más negro que la noche—, y vale la pena echarle ojo a todas las que sean posibles. Hay una copia en YouTube.

Poltergeist (Hooper, 1982)

Vamos a olvidar por un momento que los fantasmas de Poltergeist son los espíritus de un cementerio indio y concentrémonos en lo que mueve a esta película: un enorme oficio y un amor absoluto por la imaginación, por la búsqueda de nuevas soluciones. En Poltergeist cada susto y cada manifestación de lo paranormal se da mediante formas inventivas, cada vez más emocionantes y aterradoras. En más de una forma, una película de terror es como una casa de los espantos: para ser efectiva tiene que ser creativa, tensa, retadora. Poltergeist es así.

Sleepy Hollow (Burton, 1999)

Un poco sin querer —y un poco con justicia y otro tanto sin ella—, Tim Burton se ha convertido en un cliché. Es una pena, claro, porque el tipo es uno de los directores más imaginativos del cine hollywoodense en las últimas décadas, un creador capaz de idear soluciones auténticamente inventivas a problemas y situaciones, además de un director comprometido hasta la obsesión con su diseño de producción y su identidad visual. Sin importar el destino de su reputación, sus grandes películas siguen siendo grandes, y Sleepy Hollow es una de ellas: con un tono que oscila entre lo espeluzante y la comedia tétrica, y con un Johnny Depp en estado de gracia —justo unos segundos antes de convertirse en una caricatura—, Burton entrega una de sus mejores y más bellas películas. Está en PrimeVideo.

Unfriended (Gabriadze, 2014)

La factoría Blumhouse es una de las productoras más interesantes del horror contemporáneo —aunque 2018 no haya sido su año, con más películas malas que buenas y poquísimos goles en su especialidad—, y lo es, entre otras razones, por su disposición al riesgo. Unfriended es una película que puede gustar —o no— pero que se compromete totalmente con el estilo y la innovación formal. Aquí, la anécdota —una delgadísima historia de espíritus de venganza adolescentes— está puesta al servicio del músculo técnico, que se encarga de convertir el familiar entorno de nuestras computadoras en un territorio mortal. Vale la pena verla en la computadora para intensificar la experiencia.

 

 

_______

Luis Reséndiz, (Coatzacoalcos, 1988) es escritor, editor y guionista. Ha publicado dos libros de ensayo: Insular (Cuadrivio, 2016) y Cinécdoque (Dharma Books + Publishing, 2017).

 

Más de este autor