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Boca de lobo: Ir en pipa a la muerte, ¡qué cosa más oronda!  

Aníbal Santiago | 23.01.2019
Boca de lobo: Ir en pipa a la muerte, ¡qué cosa más oronda!  
Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP

“En Puebla vive un sensei japonés, un señor mayor que trajo el kendo a México”. La historia era un manjar: sensei, kendo, Japón, viejito, Puebla. ¿Qué más rarezas podía pedir a mi amigo kendoca Cristopher cuando hace 17 meses me sugirió para el segmento televisivo Deporte Inaudito ese reportaje sobre su arte marcial?

Con dos camarógrafos avanzamos por la autopista a Puebla en busca de Tadahiro Morita, samurái nacido en Hiroshima en días de la bomba atómica que siete décadas después vivía en el Alto Atoyac.

En plena carretera vi una montaña nevada y pedí frenarnos a grabarla (http://bit.ly/2sBmMDc). “No es buena idea”, me advirtió Manuel señalando a tres tipos en el acotamiento, y le reviré: “no pasa nada”. En medio de la soledad, sacamos la cámara de la cajuela y pusimos el tripié sobre la arcilla. A punto de apretar “rec”, los jóvenes se acercaron y nos rodearon.

Casi oía la taquicardia de Manuel.

-¿Qué hacen?-, preguntaron.

- Un reportaje para la tele.

-¿Sobre?

Sonaba tan ridículo “de un sensei japonés bla bla bla”, que solté: “Sobre Cholula”.

-¿Nada sobre el huachicol?

-Nada.

-¿Seguros?

-Sí.

-No graben nada del huachicol. ¿Y para qué graban hacia allá?

-Está bonita la montaña.

-Pueden grabar solo si me vuelven artista de novelas. Estoy galán-, juró uno y se hizo un silencio: su trampa para paladear nuestra reacción.

-Yo te ayudo-, agregué para romper la incomodidad. Se carcajearon.

-¿Y ustedes qué hacen aquí?-, preguntamos.

-Huachicoleros-, dijeron, en una especie de “¿andas viendo y no ves?”.

-Vigilamos la carretera-, precisó otro.

Ya queríamos irnos. Grabamos rápido y explicamos: “se nos hace tarde”. Choque de manos, motor encendido. A salvo nosotros y a salvo las cámaras de miles de dólares, en el coche resonó en mis oídos ese “vigilamos la carretera” que ayer mi mente volvió a traer ante la euforia del gobierno por la extraordinaria respuesta a la oferta laboral para 2000 choferes de las 500 pipas que distribuirán la gasolina del país ante el cierre de ductos.

Borges escribió esto en un poema sobre Facundo Quiroga, famoso y temerario general que pese a recibir una y otra vez el aviso de que sería emboscado en carretera, decidió viajar: “ir en coche a la muerte, ¡qué cosa más oronda!”. Orondo = satisfecho. En carruaje, viajó satisfecho a su muerte: lo mataron.

Si nuestras carreteras fueran plácidos parajes (con mariposas, aves coloridas y lagos diáfanos entre pura gente buena), que las atravesaran los piperos provocaría nuestros aplausos. Total, los dulces viajes de paz los llevarían a destino. Aunque también podríamos decir, “suena a una medida no muy razonable, presidente: las pipas no cargan agua de horchata, miel, ni Chocomilk tibio. Transportan 20 mil litros de combustible”. Y como probó Tlahuelilpan con sus 93 muertos, la gasolina no es un juego. ¿Los conductores tienen experiencia en transportar combustible? No fue requisito. Un choque contra ese volumen de líquido inflamable puede acabar en desgracia.

Y no es lo peor. Nuestras carreteras suelen ser el infierno: franjas dominadas por narcos y ahora sus hermanos jefes huachicoleros. Las carreteras son suyas. Ellos acorralan, bloquean, roban, secuestran. Matan.

“Vigilamos la carretera”, nos aclararon aquel día los halcones huachicoleros. Si la gasolina que les genera fortunas no fluye bajo la tierra sino sobre la tierra, es lógico que la busquen sobre esa tierra que vigilan. Faltaba más, aunque en una conferencia mañanera prometan vigilancia: ¿Es posible cuidar cada día, mañana, tarde y noche, 500 pipas moviéndose en miles de kilómetros? No.

Poco importa: nuestro gobierno quiere 2000 piperos heroicos.

Ir en pipa a la muerte, ¡qué cosa más oronda!

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