La legalización de la mariguana: ¿sí o no?
Durante el mes pasado, después de que la Suprema Corte de Justicia fallara que el cultivo y consumo de mariguana representa un derecho humano fundamental, se ha pedido en casi cada rincón de los medios mexicanos que se abra un debate sobre el uso de las drogas. Pues, abrámoslo.
Las razones para no solamente aceptar sino permitir y regular la compraventa de mariguana son muchas. La más indiscutible es su uso médico. Puede ayudar a aliviar el dolor proveniente de una multitud de enfermedades donde otros medicamentos no lo logran, desde el cáncer (ayuda con las náuseas producidas por la quimioterapia) y el sida (la mota puede ayudar a mantener el apetito) hasta las migrañas. Sí, permitir el uso médico abre la puerta al abuso — no sería difícil fingir una migraña para conseguir una receta—, pero es inhumano negar un remedio a alguien que está sufriendo. Y si bien hay sustitutos que tienen un efecto parecido, para algunos pacientes no son igualmente eficaces, y tales sustitutos pueden ser más caros y más potentes.
Otra razón fundamental es que en una sociedad liberal debe haber una buena razón —por ejemplo, un daño material a un tercero— para restringir las actividades de un adulto. El argumento de que a algunos les parece incómodo no vale. Reconocemos ahora que nuestros antecedentes puritanos dieron lugar a muchas leyes incorrectas e injustas. ¿La prohibición de la mariguana es conceptualmente diferente a las leyes que antes prohibían el sexo oral? ¿O será nada más que hace falta una evolución de las actitudes hacia la mota?
Algunos dirían que la mariguana presenta un peligro para la salud pública, pero es un argumento débil. El peligro de la mariguana, tanto para los consumidores como para los terceros, es mucho menor que el que viene del alcohol, de los cigarros y de muchos otras drogas, sean ilegales o permitidas. La mariguana no provoca sobredosis. Al parecer, no provoca cáncer de pulmón. No suele inspirar agresividad. La cannabis no es una planta de milagro y, como cualquier droga, el abuso puede tener efectos secundarios. Pero castigar el uso de la mota mientras se permiten muchísimas otras sustancias que dañan a más gente con más certeza es completamente incongruente.
También hay que reconocer que los intentos de prohibir la mota no han llegado a nada más que a aumentar el precio de la droga y entregar el mercado a mafiosos. Pese a ser ilegal, quien quiera mariguana la consigue sin problemas. Claro, lo mismo se puede decir de la mayoría de las drogas, pero no diría que la inutilidad de la prohibición es un argumento para la legalización de la cocaína o la heroína, ya que éstas sí representan un peligro y el alto costo impuesto por la prohibición tiene un valor social.
Pese a todo lo anterior, una tras otra encuesta revela que una mayoría importante de mexicanos está en contra de la legalización de la mariguana, tanto para el uso médico como para el consumo recreacional. Ante este contexto, en una cuestión tan simple, legalizarla sería, en mi opinión, antidemocrático. (He ahí una diferencia clave en el fallo de la Suprema Corte, cuya función básica es interpretar cuestiones altamente técnicas y por lo tanto debería mantenerse alejada de la opinión pública, y la labor de los oficiales elegidos como representantes del pueblo, que deben tomar en cuenta sus deseos cuando es factible.)
Pero los líderes políticos no siempre tienen que responder a las encuestas. También pueden influir a la opinión pública, y si tienen la voluntad de ignorar las encuestas y mantenerse fieles a sus creencias, pueden alentar una evolución en la forma de pensar del electorado. Así que aprovecho este espacio para invitar a los líderes políticos mexicanos no solamente a convocar un debate público sino a participar y explicar los porqués de su postura sobre la mota.
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Foto: Flickr.com/“Viaje Ejercito-57” by Oswaldo