#Norteando: Corea del Norte
Corea del Norte, nuevamente un tema de interés debido a su detonación de un arma nuclear la semana pasada, representa un problema único en el mundo de hoy.
A pesar de compartir fronteras con dos países grandes y modernos, Corea del Norte es la tierra más aislada del mundo, con una ciudadanía que vive en otro plano de existencia que el resto del mundo. El gobierno opera según un marco de valores que es simplemente ajeno a cualquier otro país del siglo 21. El asunto no es que son enemigos del Occidente -todos los poderes del mundo tienen estrategias para comunicarse y lidiar con rivales- sino que políticamente, son otra especie.
Lo demuestra de sobra no solamente su prueba hace unos días, sino también las pruebas de misiles intercontinentales y la prueba de una “bomba de hidrógeno” en enero. (Debería agregar que no obstante la etiqueta, los expertos del tema dudan que su arma sea de la misma clase que las armas más poderosas de Rusia o Estados Unidos.) No sólo es un caso de agredir a sus rivales; todo su comportamiento, especialmente la prueba de enero, representa un insulto y hasta una humillación para su único aliado, China, que no sabía de antemano de la llamada bomba de hidrógeno y luego la criticó duramente.
También lo demuestran las tácticas curiosas y las motivaciones absurdas de los norcoreanos. Por ejemplo, evidentemente la disputa con China sobre la prueba de enero se originó en la ofensa de Kim Jong Un cuando un grupo de pop femenino norcoreano no fue bien recibido durante un viaje a China. O véase la invitación del ex-basquetbolista Dennis Rodman a visitar al país para que luego se convirtiera en propagandista de Kim Jong Un, o el secuestro de periodistas para exigir la visita de Bill Clinton como condición de su liberación. En fin, tres generaciones de aislamiento han dejado líderes erráticos y una sociedad que vive dentro de una burbuja, profundamente ignorante del resto del mundo. Lo que esto refleja es el problema fundamental de Corea del Norte: casi nadie en el mundo -sobre todo los poderes del Occidente- ha sido capaz de entender sus objetivos ni predecir sus reacciones. El régimen de Kim Jong Un responde a un marco de incentivos e intereses que nos parecen verdaderamente chiflados.
Por lo tanto, Corea del Norte está inmune a las estrategias que típicamente se usan para influir a un actor maligno. El mundo no ha sido capaz de encontrar la herramienta correcta que modifique su comportamiento. Las sanciones económicas y el aislamiento diplomático solamente han servido para expandir la distancia entre el régimen y el resto del mundo, cosa que no parece desagradar a Kim Jong Un. De la misma manera, las promesas implícitas de acercamiento tampoco han sido un imán suficientemente atractivo como para motivar a Corea del Norte.
Esto lo hace simultáneamente más peligroso y más benigno. Si comparamos Corea del Norte con Irán, el primero no sería capaz de patronizar fuerzas bélicas en varios países, como ha hecho Irán en Siria, Yemen, Líbano, y Irak. No hay rebeldes ni terroristas ni gobiernos tambaleantes que buscan en Corea del Norte una salvación.
Pero ese mismo papel de poder regional, con un tejido complicado de intereses y aliados y puntos de presión, deja a Irán más susceptible a los incentivos que pueden presentar los demás países. La prueba está en el acercamiento de los últimos meses entre Irán y el Occidente, que vino después de varios años de sanciones y que culminó en enero en un intercambio de prisioneros entre EU y Irán.
La ideología revolucionaria iraní puede ser igual de hostil que la filosofía política que ha sostenido a los Kim durante 65 años, pero es dificil imaginar un semejante acercamiento para los coreanos. No hay fin previsible a su aislamiento.