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Identidades subterráneas: El reloj inteligente y la computación ubicua

Bruno Bartra | 01.07.2015

“Checo la hora en mi celular, pero aún me pongo mi reloj. Sí, estoy confundida respecto a cómo se supone que debo conectarme a cualquier cosa en la actualidad”.1 La frase de Lady Lamb the Beekeeper, cantante estadounidense de 25 años, encierra las contradicciones sociales que suscita un avance tecnológico tan rápido que no respeta siquiera a las generaciones más jóvenes. La cantante confiesa su amor por ese objeto que ha desaparecido de la muñeca de varios seres humanos inmersos en la era de la informática. El reloj de mano parece inútil en la era del smartphone, ese aparato omnipresente capaz de interrumpir intempestivamente algunas de las reuniones más serias e íntimas.

De pronto, el anuncio que hizo Apple el 9 de septiembre de 2014 de que lanzaría su smartwatch este 2015 viene a sanar esa contradicción. Este reloj inteligente en realidad no se trata de un invento de la compañía, sino que agrega funciones e innovaciones a un invento ya existente buscando hacerlo, como en los casos del iPad, iPod y iPhone, un objeto casi indispensable. Aún está por verse si el reloj alcanzará ese nivel, pero lo que es verdad es que se trata de una fuerte apuesta por el mercado de la wearable technology, el de dispositivos inteligentes que se pueden portar como accesorios (lentes, relojes, collares, pulseras, etcétera), y que en los últimos dos años han ganado gran aceptación e interés en el mercado estadounidense. Cuando Farhad Manjoo reseñó el Apple Watch para el New York Times en abril de este año, se mostró fascinado ante ello, y escribió cómo su esposa se alegraba de que no estuviera sacando todo el tiempo su teléfono.

Todo ello se une a un cambio que es bastante notorio, sobre todo en las calles de las grandes urbes de los países más desarrollados: cientos de personas parecen hablar solas por las calles, hasta que uno nota que portan un pequeño dispositivo auricular —el “manos libres”— conectado vía bluetooth a su celular; otras personas responden ávidamente a un mensaje de WhatsApp, Facebook, Twitter o del cada vez más anticuado correo electrónico. La gente quizá deambula sola por las calles, pero está más acompañada que nunca. De hecho, según describía hace ya unos años Pamela Paul en su artículo “Don’t Call Me, I Won’t Call You” (New York Times, 18 de marzo de 2011) el teléfono celular se usaba para comunicarse cada vez más, pero cada vez menos para realizar llamadas telefónicas. La autora, que aseguraba que casi solo hablaba por teléfono con su madre, afirmaba que si recibía una llamada de otra persona, pensaba que se trataba de una emergencia. Consideraba la comunicación a través de mensajes de texto o de audio mucho menos invasiva que una llamada. Quizás en algunas profesiones y trabajos de oficina esto aún dista de ser cierto, pero es verdad que el rumbo se dirige hacia allá. Hace poco aún sorprendían las entrevistas realizadas por correo electrónico; ahora no debe tardar en publicarse la primera hecha vía WhatsApp.

Pero en realidad lo que parece estar sucediendo es que cada vez con mayor velocidad nos acercamos al sueño de la computación ubicua descrita por el científico informático Mark Weiser (1952-1999) como aquella perteneciente a “la era de la tecnología gentil, cuando esta pasa al trasfondo de nuestras vidas cotidianas”. Cuando toda nuestra información, desde el historial de llamadas, nuestras búsquedas en internet y las canciones escuchadas en línea, hasta los correos y mensajes, se hallan en la nube y podemos acceder a ello en todo momento a través de la computadora, la televisión, la consola de videojuegos, el teléfono, los lentes Google Glass o el reloj, entonces nuestra impronta digital se convierte en una extensión ubicua e indispensable de nuestra vida. El reloj es solo el primer paso en una serie de nuevas tecnologías que en algún momento incluso podrán desplazar al smartphone. 

 

1 Frase de “Billions of Eyes” del disco After (Mom+Pop, 2015) de Lady Lamb de Beekeeper. La traducción del texto original en inglés es mía: “I check my phone for the time but I still wear my watch. Yeah, I’m confused about how I’m supposed to connect to anything now”.

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Escritor, sociólogo y DJ, BRUNO BARTRA ejerce desde 2000 el periodismo en medios como Reforma y Replicante. Actualmente cursa un doctorado en etnomusicología. Es miembro fundador del grupo musical La Internacional Sonora Balkanera. Twitter <@brunobartra>.

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