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#Norteando: Los nombramientos de Donald Trump

Patrick Corcoran | 18.01.2017
#Norteando: Los nombramientos de Donald Trump

No sé si sería correcto decir que hubo un momento de esperanza después de la victoria de Trump, pero sí nos llegó a muchos opositores un instante en que optamos por un cierto nivel de optimismo. Es decir, uno piensa, que si bien no se puede borrar su triunfo, por lo menos se puede esperar que su gestión no sea tan horrible como lo fue su campaña. Un hombre con una falta de ideas propias puede rodearse de asesores inteligentes y sabios. Es hiperbólico, pero la idea es que Trump sea un Perón en lugar de un Mussolini.

 

En lo personal, sigo esperando lo mejor de su gestión, pero después de ver los nombres que ha postulado para algunos de los puestos más importantes de su gobierno, mis esperanzas para una gestión mínimamente dañina se están desapareciendo. Por ejemplo:

 

Rex Tillerson, actualmente el jefe ejecutivo de la petrolera Exxon, espera la confirmación del Senado para ser el próximo secretario de Estado, lo que lo convertiría en el diplomático más importante del mundo. Lamentablemente, Tillerson no tiene ni un día de experiencia en la diplomacia, ni tampoco en el gobierno. Es un gran amigo del dictador ruso Vladímir Putin, habiendo concretado acuerdos con la petrolera rusa Rosneft que valen cientos de millones de miles de dólares.

 

Steven Mnuchin, postulado como secretario del Tesoro, espera un proceso más complicado y aún no ha comparecido ante el Senado. Como Tillerson, Mnuchin no ha pasado ni un día como empleado del gobierno. Ex-socio del banco todopoderoso Goldman Sachs, la fama de Mnuchin se debe a su compra, en 2009, del banco quebrado OneWest a un precio muy envidiable. Bajo la gestión de Mnuchin, OneWest cobró fama como uno de los bancos que más se dedicaba a ejecutar las hipotecas de los propietarios.

 

Andrew Puzder, el nominado para ser secretario del Trabajo. Como Tillerson y Mnuchin, Puzder no tiene experiencia en el gobierno, lo cual ya indica un patrón para la administración que entra. Puzder es el jefe ejecutivo de la franquicia de hamburguesas Carl’s Jr., cuyo logro mayor es combinar en sus anuncios modelos esbeltas con hamburguesas engordantes. Es opositor a los aumentos en el salario mínimo, pero no son sus posturas políticas las que le merecieron su actual nominación, sino los comerciales como este:

 

 

 

Larry Kudlow es el presunto favorito para ser el jefe del Consejo de Asesores Económicos. Típicamente, han ocupado este puesto economistas profesionales, incluso pesos pesados como Ben Bernanke, Alan Greenspan, y Janet Yellen (cada uno luego llegó a ser presidente del Sistema de la Reserva Federal). Kudlow, en cambio, cobró fama como el anfitrión de un programa de tele sobre inversiones, y es de los analistas infames que, hasta diciembre de 2008, insistía en que no venía una crisis financiera, aunque tal crisis ya estaba en su plenitud. Dicho de otra manera, tanto su preparación, como su juicio en el momento más importante de su carrera, dejan muchísimo que desear.

 

Lo que está en claro con estos y otros nombramientos, es que Trump cree que la experiencia y la pericia no son ventajas, sino debilidades o hasta marcas negras en el pasado de un posible funcionario. Por eso no busca veteranos de gobiernos anteriores. Los individuos elegidos tampoco han tenido carreras brillantes en el sector privado. Es decir, no estamos hablando de Steve Jobs; Mnuchin y Pudzer son famosos por sus polémicas más que por sus innovaciones.

 

Las razones de las preferencias de Trump son entendibles. Él hizo su reputación a través de su capacidad para hacer ruido, no por tener un instinto infalible ni un conocimiento amplio para los negocios. Trump jugó su campaña bajo la idea de que nuestros líderes políticos son tan defectuosos que cualquier cambio sería favorable, y gracias a un electorado profundamente ignorante, esta apuesta salió ganadora. No es sorpresa que un hombre con tales antecedentes prefiera a un vendedor de hamburguesas en vez de a un economista reconocido.

 

Sin embargo, Trump y los que creen que su filosofía es lógica están profundamente equivocados. Supervisar las facultades del gobierno, ya sea cuidar las bombas nucleares o negociar con los cancilleres de países extranjeros, tiene muy poco que ver con las necesidades de un puesto ejecutivo del sector privado.

 

Claro, en cualquier ámbito hay momentos en que está bien traer una perspectiva distinta, pero no está bien que todos los ministros del gabinete estadounidense sean novatos. Al contrario, esta decisión refleja a un mandatario que es o menso o inseguro, o ambas cosas a la vez. Este rechazo al conocimiento es uno de los fenómenos más desalentadores de una elección presidencial que deja un legado muy deprimente.

 

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