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#LosJuevesAlSol: El jardinero fiel

Manuel Cruz | 16.03.2017
#LosJuevesAlSol: El jardinero fiel

Durante el inicio de El jardinero fiel, hay una secuencia que demuestra con alarmante precisión la crueldad de un mundo correspondiente a su época (2005), así como a la actualidad. Justin Quayle (Ralph Fiennes) termina de dar un discurso sobre los valores de la diplomacia (sustituyendo a un funcionario del gobierno británico con más relevancia y poder que él) y entonces recibe una tímida ronda de aplausos. Tal situación es probablemente común para el personaje, un detalle más de una labor cuyo aburrimiento se esconde en la diligencia, y lo aleja de una actividad que aparentemente le provoca más interés: sembrar y cuidar plantas.

Pero Tessa (Rachel Weisz) rechaza esa normalidad, y enfrenta a Quayle con la hipocresía del gobierno británico ante la invasión de Irak y la falacia humanitaria que presentan al público, cuando sus verdaderos intereses coinciden con la avaricia y el dinero, en ese caso, mediante la obtención de petróleo. El resto del auditorio comienza a irse, desinteresado en la confrontación, hasta que sólo queda él, incapaz de responder, y al mismo tiempo, tratando de conservar la dignidad de su profesión (y el país al que representa), y ella, gritando una verdad demasiado incómoda para el resto del mundo.

El jardinero fiel es, fundamentalmente, un thriller: la cinta abre anunciando el súbito asesinato de Tessa en alguna parte de África, y alterna la narración entre su relación amorosa con Justin y los intentos posteriores de éste por desenterrar los motivos de su asesinato. Hay un elenco de personajes secundarios con más de una intención y diferentes locaciones según cada giro de la trama, pero sobre todo, una combinación de realismo y vulnerabilidad en el protagonista que, por momentos, podría sugerir que cualquiera sería capaz de embarcarse en la aventura que él emprende; y después de conocer la verdad, debería.

 

 

 

¿Cuál verdad? En el caso de la cinta, el uso de países marginados en África como laboratorio de experimentación industrial, bajo la fachada de "proveer buena salud" a todo el mundo. Los detalles de la situación se desenredan ágilmente con el paso de la historia, pero la premisa es clara: los "buenos", en este caso representados por Europa, no son tan buenos ante naciones genuinamente vulnerables, no si su beneficio personal queda por delante de mejorar la vida en otros países (y esa convicción se demuestra en África). Los gobiernos dan el visto bueno si también pueden sacar ventaja, los diplomáticos como Quayle no se acercan mucho, y los que se acercan demasiado sufren, como Tessa. Porque conocer verdades tan salvajes, tan retrogradas y en contradicción con el supuesto "avance" de algunas civilizaciones por encima de otras implica re-escribir una identidad propia.¿Cuántas personas habrán explorado esta historia, durante los últimos días de la elección?, ¿Cuántas están dispuestos a definir a Obama como un Nobel de la Paz, después de leer esto? Verdades así invaden a Tessa, y más adelante, a Justin. Pero Fernando Meirelles, director de la cinta, no busca consignar la verdad en la ficción, porque hacerlo sería traicionar la intención de su obra. Entre los avances del drama, la cámara se desvía por segundos y muestra la verdad de su contexto, en África: la pobreza, la hambruna, la falta de respuestas y la indiferencia de los que deberían tenerlas.

El jardinero fiel es una historia de héroes, en su construcción narrativa y en la posible lección que podría ofrecer a la audiencia. Pero semejante transformación, una vez concluida la historia, implica un estado de vulnerabilidad, de donde quizás no hay regreso. El mundo cambia una vez que ciertas verdades son descubiertas. Y entonces, la aventura sigue al gritarlas en algún sitio, y preguntarse qué pasará después.

 

El jardinero fiel está disponible en iTunes

 

Recomendación:

 Citizenfour de Laura Poitras, 2014

 

 

 

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