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#LosJuevesAlSol: Trainspotting  y las decisiones de una vida irrelevante

Manuel Cruz | 06.04.2017
#LosJuevesAlSol: Trainspotting  y las decisiones de una vida irrelevante

Veinte años más tarde, y con una secuela en salas, la secuencia inicial de Trainspotting puede demostrar lo que la hace tan peculiar para una nueva audiencia: la imagen de un joven Renton (Ewan McGregor) corriendo a mil por hora en las calles de Edimburgo, lejos de personas que, según el imponente discurso que su voz narra mientras la persecución se desarrolla, han escogido al menos parte de una determinada vida: televisiones, ropa de marca, cuentas bancarias, reproductores de CD, en un periodo donde la conservación cultural está a punto de ser reescrita con la explosión de Internet, y las tradiciones, no sólo aquellas de las que él literalmente escapa, un esfuerzo de estabilidad social representado en el trabajo y la ley, donde los "jóvenes" como él son una plaga incomprensible, pero también a la que pertenecen: la tradición de Iggy Pop, Blondie, New Order y Lou Reed como himnos de la incomprensión, de los clubs donde su generación escoge una alternativa en constante mutación a esa vida: el alcohol, la violencia, la heroína, la cocaína, la medicina, todas llegando tarde a ofrecer una respuesta, todas desapareciendo antes de la primera inyección.

Pero la secuencia se detiene. Renton choca contra un auto, cuyo conductor se detiene y lo observa con horror. Renton se levanta, lo ve, y se ríe, justo antes de ser finalmente atrapado por la ley.

Y la vida sigue, explorando los esfuerzos de Renton por alejarse de su adicción a la heroína. Pero ver Trainspotting sólo como una cinta sobre ese conflicto es quedarse en la superficie, e ignorar la declaración inicial: la vida va mal, nosotros encontramos una alternativa. Veinte años después, ¿tienen razón? La respuesta merece el mismo shock del hombre que atropella a Renton, y la misma reacción hilarante de éste. Trainspotting no es un panfleto a favor del consumo y la adicción a la heroína (y se encarga de explorar sus consecuencias con el mismo nivel de intensidad que su aparente ventaja), pero sí una extraordinaria y alarmante predicción: ¿la sociedad estúpida y consumista que Renton critica va cuesta arriba, al igual que la visión, convenientemente parcial y prejuiciosa, que se tiene de la "juventud", o las "nuevas generaciones"? El movimiento Black Lives Matter, por ejemplo, no está de ninguna forma relacionado con décadas de abuso y discriminación ante la ciudadanía afro-americana por el departamento de policía, sólo es una colección de revoltosos que quieren llamar la atención. ¿Y qué hay de la aparente insolencia, usualmente expresada en redes sociales, ante cualquier cosa? Sin duda, el acto de protesta, en avenidas virtuales y reales, es sólo un berrinche, desconectado de cualquier evidencia, argumento y demostración. Porque si el mundo de la heroína es, para Renton y sus secuaces, una escapatoria, el mundo del que escapan, entonces y ahora, es uno donde la verdad se define no por los hechos, sino por la visión conveniente de algunos, usualmente en posiciones de poder, sobre cómo las cosas deberían ser, y no como son realmente.

Junto al plano inicial de Trainspotting, Renton declara: "Escoge la vida". Pero veinte años después, la vida es aún peor, y las alternativas han aumentado: celulares, perfiles, filtros de perfiles, redes, de amigos, redes sobre redes de amigos, relojes, bots, robots, drones, secuelas tardías y decepcionantes, hashtags, noticias verdaderas, noticias falsas, agresión, hipersensibilidad, locura, fascismo, oportunidad, prejuicio, fantasía y reflejo. ¿Qué más hay por escoger?

 

* Trainspotting está disponible en Netflix

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