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#Norteando: La perversión del chavismo

Patrick Corcoran | 08.06.2017
#Norteando: La perversión del chavismo

Uno de los debates macabros que nos heredó el siglo XX es ¿cuál fue la razón de la muerte de millones de peones ucranios durante la hambruna de 1932 y 1933? ¿Josef Stalin los dejó morir a propósito, porque vio en la población ucraniana una amenaza a su control sobre la Unión Soviética? O, ¿realmente creyó que la colectivización agraria podía ser el camino para un país más próspero y justo? ¿Fue un caso de crueldad o de incompetencia?

 

Es una cuestión interesante que tiene sus argumentos de ambos lados, pero desde el punto de vista de la administración pública, el debate importa poco. Stalin era el líder máximo y tenía las herramientas necesarias para remediar el sufrimiento de millones de sus ciudadanos; sin embargo, prefirió dejar que unos 4 millones de personas murieran de hambre. Los motivos personales me parecen un punto secundario; o fue monstruosamente malvado o monstruosamente negligente, pero en todo caso, es un monstruo que mató a millones.

 

Hasta cierto punto, la crueldad y la incompetencia se vuelven indistinguibles.

 

Vale la pena recordar esta verdad cuando se consideran los horrores actuales en Venezuela. Según el periódico argentino Clarín, en 2016, la tercera parte de la población venezolana no tenía para comer tres veces diariamente, y hay una escasez de 68% de los productos básicos. Tres de cada cuatro bajaron de peso el año pasado, nueve kilos siendo la baja típica. Las importaciones de comida cayeron el 70%.

 

Dicho de otra manera, por más increíble que parezca, en 2017, los venezolanos no tienen suficiente para comer. Es un diagnosis sencillo, pero detrás de esta frase simple se esconde un montón de sufrimiento humano. Según reportó The Wall Street Journal hace unas semanas:

 

Las hordas de gente, muchos con niños a su lado, revuelven la basura, algo poco común hace un año. La gente del campo roba las granjas de noche…los saqueadores atacan los supermercados. Las familias ponen candados a sus refrigeradores.

 

Todo esto sucede a pesar de que el país cuente con las reservas más amplias del recurso natural más lucrativo (petróleo). No parece posible, y se ha requerido un esfuerzo colosal de las autoridades venezolanas para arrastrar al país a su punto actual.

 

Las evidencias de la pésima gestión de Hugo Chávez, y más aún de su sucesor Nicolás Maduro, son muchas y manifiestas. El gobierno ha manipulado el bolívar hasta que ya no sirve como reserva de valor ni medio de intercambio confiable, dos de las funciones principales de cualquier moneda nacional. La inflación puede llegar a 1000% este año. Durante años, el acceso al sistema financiero internacional se ha distorsionado a través de programas como el mercado de permuta, que facilitó la corrupción mucho más que el acceso a los dólares y los euros. La moneda es quizá la institución pública más importante que hay, y los chavistas la han destruido.

 

Hay más: se desperdiciaban las ganancias de la petrolera paraestatal PDVSA durante la época de precios altos de crudo, y el gobierno prometió una cantidad idiota de producción futura a China. A pesar de contar con las reservas probadas de petróleo más amplias en el mundo, PDVSA ya no es un motor de prosperidad confiable.

 

Desde los inicios del milenio, se ha producido un éxodo de la clase profesional. Se estima que hasta 2014, 2 de los 31 millones de venezolanos vivían en otro país, y el problema ha empeorado en el inter. Una gran cantidad de la capacidad profesional del país vive en lugares como Doral, Florida y Madrid; no es casualidad que la autoridad máxima sobre las políticas monetarias venezolanas es un ex-oficial del ejército que se fue a Alabama en 2005.

 

El despilfarro de los oficiales que quedan ya es una epidemia. Son cientos de miles de millones de dólares que los altos funcionarios se han llevado a cuentas offshore. No solamente es dinero robado, que es un mal en sí, sino también es dinero privado de un país al cual le urge un estímulo económico; la economía venezolana ha decrecido cuatro años seguidos, suficiente para considerarse una depresión, que culminó en una contracción de casi 20% en 2016. Más allá del simple peculado, los altos funcionarios se han asociado con mafias peligrosas; hasta el vicepresidente Tareck El Aissami fue designado un capo por el Departamento de Tesorería estadounidense en febrero.

 

No queda claro cómo se puede salir de este hoyo. Un repunte en el precio de petróleo o una intervención humanitaria masiva aliviarían a los venezolanos hambrientos, pero serían medidas tintas.

 

Lo que estamos viendo es un fracaso comprensivo y contundente de un modelo de gobernar, y mientras siga Maduro, Venezuela va a seguir al borde de un abismo. Insisto, no importa si lo de hoy representa la perversión del chavismo o su conclusión inevitable; de todos modos, su legado está en las crisis y el sufrimiento que ha desatado en enorme.

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