Donald Trump y la base republicana
Hace varias semanas, Donald Trump anunció su candidatura para la nominación republicana con referencias a una ola de inmigrantes violadores y otras idioteces típicas de él.
La cacofonía de críticas que le llovió no le avergonzaron, al contrario, Trump subió el volumen de su discurso. Insultó de la forma más vulgar a John McCain por haber sido tomado como prisionero en Vietnam (“Prefiero a los que no han sido capturados”, dijo Trump.) También publicó el número del celular de uno de sus opositores más férvidos, el senador Lindsay Graham.
El hecho de que esta serie de ofensas no solamente no hayan tumbado su candidatura, sino que lo han lanzado al primer lugar entre los pretendientes conservadores habla de algo muy venenoso en ese partido. En lo personal, no me preocupa que gane; los charlatanes y demagogos siempre tienen una fecha de vencimiento muy corto en las campañas presidenciales estadounidenses. Además, Trump tiene suficientes antecedentes horrorosos —por ejemplo, una esposa que lo acusó de violarla durante un enfado sobre una de las complicaciones que él sufría de una cirugía plástica— que inevitablemente anularán sus posibilidades.
Lo preocupante es que en uno de los dos partidos haya tantas personas que premian actitudes como las de Trump. Mientras sea así, el sistema político está enfermo. Aunque esté difícil que los republicanos ganen la presidencia en 2016, en un sistema de apenas dos partidos inevitablemente volverán a triunfar, así que su preferencia por personajes como Trump conlleva riesgos reales.
El candidato que marca el contraste más notable con Trump es John Kasich, gobernador de Ohio y un hombre completamente sano. Es conservador, pero no vive en un mundo divorciado de la realidad. Por ejemplo, cuando tuvo que escoger entre aceptar en su estado una expansión del muy odiado sistema de salud obamista, por un lado, y la remoción de seguro médico para 500 mil residentes de bajos recursos, escogió la segunda opción, cosa que lo separa de sus compatriotas republicanos. Peor aún para su futuro político, Kasich lo justificó en términos abiertamente morales, diciendo que no quería llegar a la entrada del cielo y tener que explicar a San Pedro por qué no había hecho más por los pobres.
Hay muchos ejemplos igualmente loables en su pasado. Sin embargo, Kasich se encuentra en el décimo lugar en la contienda republicana, con un nivel de apoyo por debajo de 4 por ciento.
Kasich no es un superhéroe y tiene varias posturas que para mí no tienen sentido alguno (por mencionar una, Kasich está a favor de una enmienda constitucional que obligaría al Congreso a aprobar un presupuesto balanceado). Pero es un hombre serio, experimentado y precavido, que debería ponerlo dentro de los máximos favoritos para la nominación. Perversamente, estos atributos cuentan en su contra y la base republicana prefiere payasos como Trump.
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