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#LosJuevesAlSol: There Will Be Blood

Manuel Cruz | 15.06.2017
#LosJuevesAlSol: There Will Be Blood

There Will Be Blood, la película de 2007 escrita y dirigida por Paul Thomas Anderson, ofrece una advertencia en su título (aunque los que la identifiquen con la menos atractiva traducción, Petróleo Sangriento, podrían perderse el misterio). Pero, ¿there will be blood o literalmente, habrá sangre, de quién y por qué? Tras ver casi tres horas de Daniel Day-Lewis como un magnate en los orígenes de la industria petrolera, acompañado del sensible Dillon Freasier como su hijo, y el igualmente talentoso Paul Dano como el párroco de una pequeña iglesia, las respuestas abundan. Pero la pregunta es igual de intrigante para el mundo fuera de la cinta, a una década de su estreno. Habrá sangre en los millones de ciudadanos que morirán por la nueva ley de salud estadounidense, por la construcción de tuberías petroleras en reservas naturales habitadas por indígenas, y para las víctimas del asesinato, la masacre y la violencia, manifestaciones de la eterna crueldad entre seres que pierden su humanidad al expresarla. Habrá sangre, como ha habido antes, y hay ahora.

There Will Be Blood parece una disección pública de los responsables de esa sangre, aunque tal análisis no puede separarse de la anécdota que empuja la película: las aventuras de Daniel Plainview en una industria naciente y su insaciable ambición por controlarla, por encima de la educación de su hijo, y del también creciente poder de Eli Sunday (Dano), el párroco del pueblo donde Plainview instala su última maquinaria de perforación, arriba de un océano de petróleo. Con Plainview, el hombre de empresa, y Sunday, el hombre de fe, pastoreando a su audiencia por intereses personales y egoístas, se aparece un primer significado para el título de la cinta: habrá sangre en el enfrentamiento de ambos hombres, hambrientos por conseguir todo lo que puedan para ellos mismos, cueste lo que cueste. Paul Thomas Anderson (guionista y director de la cinta) nació mucho después de los orígenes de la industria petrolera, pero esa teoría, respaldada en la historia de la cinta, sorprende hasta ofrecer una claridad alarmante sobre la humanidad en los últimos siglos: las guerras por el petróleo. La indiferencia hacia la pedofilia y otros crímenes, por la fe. La destrucción del planeta, el petróleo. La masacre continua de seres humanos, la fe. ¿Por qué nadie ha reaccionado con tanto horror, al ver tanta sangre?

Otra serie de preguntas —y preocupaciones por la especie humana— surgen al enfocarse en los personajes de la cinta: si Plainview no hubiera tenido éxito en la industria petrolera, lo habría encontrado en la política, en su facilidad para manipular a la audiencia con promesas y discursos, y en su avaricia y crueldad a puerta cerrada. Al examinar al estratega principal, la secretaria de educación y el inversionista principal del actual gobierno estadounidense, Plainview deja de ser un personaje de ficción y se convierte en un símbolo de seres que conseguirán lo que quieran, haya sangre o no. El contexto del petróleo y la fe ciertamente ayuda a Anderson para construir otra posibilidad para la advertencia de la sangre, pero no es indispensable: detrás de la construcción social, con sus reglas y esperanzas por una mejor comunidad (irónicamente colocadas en la industria de la fe) sólo hay egocentrismo, equivalente a un hambre animal que no ve a otros más que como su presa.

 

 

A menos que ese no sea el caso. A pesar de lo mencionado, no deja de ser válido preguntarse (a pesar de los escalofríos) cómo es que los agentes de la crueldad, después de todos sus disfraces, duermen. O si incluso son capaces de tal cosa. ¿Han podido llorar, alguna vez? ¿Sentirán el mismo arrepentimiento, culpa y horror que sus víctimas, en alguna ocasión? There Will Be Blood hace esa pregunta en una secuencia que se presentó, aunque abreviada, en miles de pantallas durante la temporada de premios posterior a su estreno, y que culminó en el segundo Óscar para Day-Lewis como actor principal. En la escena, Plainview se arrodilla en medio de la iglesia de Sunday. Está ahí para confesar y liberarse de un terrible espíritu, pero también porque, una vez concluido el proceso, podrá tener acceso a un enorme terreno con posibilidades de excavación petrolera. Para Sunday, es una oportunidad de humillación, dominancia y esclavitud (posiblemente viables en cualquier confesión). La ceremonia empieza y Plainview confieza sus pecados con la exasperación de alguien que realiza un trámite burocrático. Pero Sunday quiere más, y en poco tiempo protagoniza una competencia de gritos. "¿Se arrepiente?", le pregunta a Plainview, cada vez más entusiasta por destruirlo. Hasta que lo consigue. Sí, Plainview está arrepentido y todos lo pueden ver, por un segundo. Por un segundo es humano, como todos los humanos que no se hacen esa pregunta lo son. Pero al segundo siguiente está satisfecho, incluso burlón ante lo que ocurre, porque acaba de conseguir lo quiere. Su propia liberación. Su propia humanidad.

Porque habrá sangre. Pero también habrá petróleo.

There Will Be Blood está disponible en iTunes

 

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