#LosJuevesAlSol: The Big Short
En el 2018 se cumple una década de la crisis económica que destruyó a Grecia, debilitó a España y, según The Big Short (o La gran apuesta, en español) fue anticipada por un grupo de personajes con más inteligencia y dignidad que avaricia pura, cosa que no se podría decir de los ejecutivos que salieron libres y más ricos tras el colapso de sus instituciones (una de ellas, el banco Lehman Brothers, que se desplomó en, literalmente, un fin de semana), y los funcionarios gubernamentales que aseguraban calma y estabilidad hasta el último segundo previo al Apocalipsis. Sin embargo, esto no convierte a sus personajes (algunos provenientes de la realidad, como el Dr. Michael Burry, interpretado por Christian Bale) en buenos y malos. A veces, la ficción es un reflejo de la realidad, y The Big Short es el ejemplo más reciente de esta afirmación.
Esta película es una representación literal de su título, siguiendo los pasos de tres profesionales financieros, dos novatos hambrientos por la posibilidad de riqueza súbita, y un veterano pesimista ante un mundo que no ha cambiado desde que él abandonó su carrera. El dinero, no sólo en Wall Street sino en todo Estados Unidos, y quizás en todo el mundo, se obtiene a pesar de la miseria en la que podrían caer otras personas y, en el caso de la cinta, indudablemente caerá. Estos sujetos saben, mediante un efecto dominó de cálculos y terminología ingeniosamente explicada para el espectador común y corriente, que la bonanza hipotecaria de Estados Unidos, donde aparentemente cualquier persona puede adquirir y pagar una casa, va a explotar en algún momento. Los asociados de sus firmas financieras los desmienten y los bancos se burlan, pero al final, ellos tienen la razón.
Si los gángsters de los años treintas fueron glorificados, y los mafiosos de los años setentas hacia los dosmiles intentaron ser humanizados, los ejecutivos financieros de la actualidad apenas comienzan una etapa de observación: no son exactamente los malos de la película, pero tampoco son los héroes rebeldes. Los personajes de The Big Short hacen lo que hacen porque pueden, a pesar de las sorpresas que atraviesan al descubrir las capas fraudulentas del sistema financiero y los conflictos éticos que los abruman al notar la ingenuidad del ciudadano común en medio de una situación precisamente diseñada para echarlo a la calle. Son, ante todo, testigos del caos que se avecina, incapaces de resolverlo, pero suficientemente astutos para sacar ventaja de lo que ven, como quizás haría cualquier ser humano frente a una oportunidad.
Sin ser un híbrido entre documental y ficción, The Big Short es una especie de documento histórico: sus complejidades están destiladas al punto de la comprensión y las aventuras de sus personajes están narradas con la clase de humor que provoca risa primero y llanto después. O por lo menos, reflexión.