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#Norteando: ¿Es un idiota Donald Trump?

Patrick Corcoran | 24.01.2018
#Norteando: ¿Es un idiota Donald Trump?

Con la pregunta anterior no busco lanzar un insulto, sino plantear una cuestión seria: al presidente estadounidense, ¿le falta cerebro? ¿Será que este hombre de 70 años, que durante décadas ha presumido un estilo de vida muy poco sano, padece de algún efecto cognitivo relacionado con su edad? 

Es la pregunta del momento en Washington, debido a un nuevo libro del periodista Michael Wolff, un cronista veterano de la alta sociedad neoyorkina que cataloga una serie de choques personales entre su staff, rencores desde su campaña, y otros acontecimientos escandalosos, aunque triviales.

Pero la imagen duradera de este libro es la de un mandatario que claramente no cuenta con las habilidades mentales ni emocionales para ser presidente. Como escribió el autor: “Mi impresión indeleble después de haber hablado con [sus asesores] y haberlos observado durante una gran parte del primer año de su gestión, es que todos ellos —100%— llegaron a creer que era incapaz de funcionar en el puesto”.

En entrevistas, Wolff ha hecho hincapié sobre todo en cómo la gente que rodea a Trump lo trata como a un niño berrinchudo. Varios amigos y conocidos suyos —incluso sus aliados políticos como Roger Murdoch, el dueño de Fox— lo tachan de imbécil.

El equipo de Trump ha atacado a Wolff por una gran serie de pequeños, pero penosos errores en el libro, desde la ortografía, hasta confundir los nombres y puestos de personajes menores. También se han clavado en la cuestionable ética periodística de Wolff, ya que incluyó comentarios de conversaciones privadas sin avisar a los sujetos participantes de antemano. Para ellos, el libro es un ataque injusto de un ambicioso que no tiene vergüenza.

Puede que Wolff sea culpable de traicionar a algunas de sus fuentes y de ignorar los detalles en su libro, pero tiene las entrevistas grabadas, así que es indiscutible lo que él presenta acerca de la pobre opinión del staff de la Casa Blanca sobre su jefe; y por más que en la Casa Blanca juran que Trump es un hombre inteligente y dedicado —él mismo se designó como un “genio muy estable”— tenemos años de evidencias que apoyan la versión del libro de Wolff. 

El mismo Trump ha afirmado que no lee libros. Los reportes desde la Casa Blanca indican que es incapaz de enfocarse en un solo tema, y se rehúsa a leer documentos de más de una página. Sus aliados le presentan información a través de las fotos, los mapas y otras gráficas, porque así no llega al límite de sus poderes de concentración. El libro de Wolff no es el primero en compararle al presidente con un niñote; al contrario, los cuantiosos ejemplos de ello se han convertido en una cadena popular de Twitter.

Una tras otra, el presidente de los Estados Unidos se ha mostrado incapaz de entender las reformas que impulsa; en más de una ocasión, ha desconocido sus propias posiciones. En sus discursos, en el momento en que deja de leer un texto preparado, sus palabras se vuelven incoherentes. Si se comparan sus entrevistas de hoy con las de hace 30 años, se nota un claro deterioro en la sofisticación de su lenguaje.

Esto no es nada secreto; su falta de cerebro ha sido conspicua desde el momento en que lanzó su candidatura en 2015. Desde un punto de vista, su incompetencia —es decir, su lejanía de las creencias de los expertos tradicionales— ocupa una parte central de su oferta política.

Finalmente, de lejos es imposible saber si Trump es cognitivamente deficiente. Pero si lo fuera, se portaría igualito. No hace falta leer el libro de Wolff para saberlo.

 

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