Boca de lobo: El sellito en la frente
“No, no llevas 2; llevas 1”. Alma en vilo y lápiz en mano revisabas la multiplicación de naranjas porque la maestra de 2do B, inclinada en tu pupitre te explicaba que si iniciabas bien la operación y seguías bien pero a punto de acabar te distraías y ponías un numerito incorrecto arriba del multiplicando (así se llamaba) todo se iba al diablo. “Si te equivocas en una cifra el problema se echó a perder”, explicaba la maestra.
¿De qué servía tener casi todo el problema perfecto si a segundos de que pusiera en tu frente el sello de “excelente”, escribías 2 en vez de 1 y ya la cuenta de las naranjas salía mal? De nada: adiós, sellito de ganador. Volvías con tache a casa, escarnio de lo que son las matemáticas y la vida: si haces todo bien y en medio de eso resbalas y haces algo, una cosita, mal, poco importan tus buenas intenciones.
Al gobierno de esta nación de pánico las matemáticas al menos le deberían servir para contar muertos: “Se revirtió la tendencia sobre el delito de homicidios”, dijo el presidente el viernes al medirse a gobiernos pasados. En la mañanera, con su osadía mediática Jorge Ramos lo refutó. Aunque no se lo dijo así, su mensaje fue: Falso. Cuentan mal porque no saben contar, porque sí saben pero se distraen o porque les conviene contar mal. Andrés Manuel apeló a la emoción: “Antes los presidentes no se levantaban temprano para atender el problema de la inseguridad”. Ramos no cayó y lanzó un dato duro: “En sus primeros tres meses asesinaron a 8524 mexicanos. Si continúan esas cifras, el 2019 será el año más sangriento en la historia moderna de México”, adujo el periodista.
Aunque López Obrador repuso que sus cifras eran otras, Ramos le aclaró: “Son cifras de su propia Secretaría de Seguridad (SSPC)”. Sí, eran números oficiales, los del mismo gobierno del presidente. “Revisemos –pidió Andrés Manuel-. Mira ese recuadro, a ver si coincide con tus datos” y proyectó una tabla llena de puntitos diminutos que desde la lejanía de su asiento Ramos sólo habría comprendido con telescopio: “No alcanzo a leer”.
Invitado al templete, el periodista oyó del presidente el número de asesinatos mes por mes. “¿Y las cifras totales?”, cuestionó Ramos. Sin idea de lo reflejado en el muro, un nervioso presidente recorrió con el índice la imagen luminosa, buscaba cifras que ahí no aparecían: “No las tengo”. En el aire su dedo quedó en lo alto, colgado a la ignorancia. “Listo, gracias”, dijo Ramos victorioso tras exhibir al político.
Horas después, la luz la dio Animal Político: López Obrador se basa en la estadística de las fiscalías estatales que suman cada día las secretarías de Seguridad, Marina, Defensa Nacional y la Fiscalía General de la República. En este caso, el promedio de homicidios del primer trimestre de este gobierno, 79.3 al día, sí podría ser menor a los del primer trimestre de Calderón y Peña. Pero, maravilla mexicana, existe una segunda fuente de información oficial que colisiona con la primera: el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que en el primer trimestre de este gobierno promedió 94.87 asesinados, 15 más al día en relación al otro informe. Y aquí sí el promedio supera a los del trimestre inicial de Calderón y Peña.
¿Elegimos la primera fuente o la segunda? La que te apetezca.
Carnaval macabro el de las cifras de nuestros muertos. ¿Cuántos van? Sepa Dios.
El gobierno no sabe sumar o se distrae al hacerlo o bien no quiere sumar porque no le conviene. Lo que importa es llevarte a casa el sellito de ganador en la frente, decir que te levantas a chambear temprano aunque tus números sean un desastre y no estés multiplicando naranjas, sino seres humanos.