Boca de lobo: A esto se parece la dignidad
“Dos boletos”, pedí. Contó los billetes y bajó la mirada para estudiar a mi hija, que en la estación Saint George haría su primer viaje en el metro de Toronto.
-¿Tiene más de 13 años?-, preguntó el taquillero con gafas en la punta de la nariz, cual relojero sabio.
-No-, respondí.
-Ella acá no paga ningún transporte-, me devolvió el dinero.
Canadá nos recibió en Semana Santa con el anuncio de viajes infantiles gratis y tres dólares de vuelta (pocos, pero suficientes para un hot dog en el estadio de los Blue Jays). Los turistas mexicanos entraron a ese vagón que condujo nuestros minutos iniciales en la ciudad, preámbulo de un viaje en un carrusel de bienestar que se llama “Canadá”.
A esto se parece la dignidad.
¿Vas a cruzar la calle? Los autos frenan a cinco metros de tu cuerpo; nada de ganarte el paso. Ponen otra vez primera si ya subiste a la otra acera.
En los restaurantes, con los menús te traen agua para que no gastes en bebida, si así lo prefieres. El mesero te rellenará el vaso hasta que te despidas.
En los supermercados hay contenedores donde la gente dona ropa usada, luego distribuida en centros que la lavan y regalan a la población más necesitada.
Canadá emprende una cruzada contra las grandes franquicias, detonantes de la desigualdad. Defiende al ciudadano común y su pequeño negocio, que no engendra millonarios y dibuja la identidad del barrio.
La ciudad está repleta de depósitos de basura de tres colores: orgánica, reciclable y no reciclable. No tienes salida.
Al hacer la parada, los camiones públicos admiten el ingreso por sus puertas traseras (donde hay un cobrador electrónico): de ese modo, agiliza el acceso y reduce las filas. Aunque no te ve y podrías engañarlo, el chofer sabe que pagarás.
En esquinas, parques, escuelas, oficinas, hay bebederos de agua limpia.
Los baños públicos son de una higiene de palacio imperial. Los varones levantan la tapa, y ellos y ellas jalan la cadena.
A las fachadas de las iglesias las cubren banderas del arcoíris. O sea, que quede claro: de la religiosidad son parte los homosexuales.
Cuando el metro se detiene, dos conductores, uno por extremo, abandonan la cabina para confirmar que al cerrar las puertas nadie entra ni sale. No existe ese tan nuestro pitido supersónico que avisa que las puertas se cerrarán con violencia de guillotina, aunque te arranquen la cabeza.
Y como las puertas se cierran solo si nadie entra o sale, no es necesario empujar para no quedarte afuera. Los usuarios avanzan en calma, sin tocarse.
Los vagones mezclan hombres y mujeres: no hay abusos sexuales.
Cuando abordes el transporte público, un cartel te dirá: “Respeto y Dignidad. La Comisión de Tránsito de Toronto sirve a esta ciudad que es multirracial, multicultural y multilingüe. No al acoso y la discriminación”.
Entramos con mi hija al café Snakes & Lattes College para protegernos del frío. De pronto, a las 18:30 del 25 de abril sonó mi celular. “Ontario AMBER Alert”, leí. La policía informaba que Ethan Monthes, de 5 años, había desaparecido vistiendo pijama de Batman. La alerta indicaba: “Suspect: Mother Juliet Mohammed 47 years old 130 lbs 5 ft blue shirt leggins boots brown coat. Vehicle: 2003 Toyota Matrix, grey. If observed call 911”.
Cuando un menor desaparece en Ontario, todos los celulares del estado (o de quienes están ahí, como yo) reciben la alerta AMBER. La policía vuelve a unas 13 millones de personas en un cuerpo multitudinario de búsqueda y a las empresas de telefonía las obliga a servir a la justicia.
A la noche regresamos a casa de mis amigos Nancy y Manuel, nuestros anfitriones mexicanos en Toronto. Los vimos inquietos ante la computadora. “Estamos pidiendo al gobierno la devolución de nuestros impuestos –dijo él-. Es una falta grave no hacerlo y es mi día límite”.
No te rías: para ese gobierno es inadmisible quedarse con dinero que no le corresponde, y aún más que no reclames ese dinero producto de tu trabajo. Es decir, es inaceptable que ejerzas a medias tu ciudadanía.
-Increíble –le dije a Manuel-: ¿es una falta grave no pedir la devolución?”.
Mi amigo se carcajeó: “Así es Canadá”.
Por cierto, antes de que tomáramos el vuelo a México, el diario The Hamilton Spectator informó: “Ethan Montes, 5, found in Chatham-Kent, with his mother, Juliet Mohammed, 47, in Chatham-Kent, as a direct result of the alert”.