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Venezuela: dictadura autoritaria

Patrick Corcoran | 15.09.2015
Venezuela: dictadura autoritaria

Bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, Venezuela ya se ha proclamado una dictadura autoritaria. La semana pasada, una corte venezolana condenó a Leopoldo López, el mayor opositor al régimen actual, a pasar 14 años en prisión por su participación en las protestas de febrero en las que murieron docenas de personas. Oficialmente sus crímenes fueron instigación pública, daños a la propiedad, incendio y asociación para delinquir, pero en realidad va a pasar una década y media en la cárcel por convocar a unas marchas, un derecho básico de la democracia. Es una farsa.

La sentencia de López es el ejemplo más explosivo del deterioro de la vida pública en Venezuela, pero no es el único. La decisión de Maduro de cerrar la frontera principal entre su país y Colombia, seguida por la declaración de un estado de excepción en la zona, ha desatado una crisis que ha desalojado a 21 mil colombianos que vivían en Venezuela en apenas unas cuantas semanas.

Estas no son las provocaciones de un régimen que está probando la voluntad de sus adversarios, sino las acciones de una dictadura plena y cómoda con la etiqueta.

He ahí una diferencia clave entre Chávez y Maduro. Chávez tenía un don para no ir demasiado lejos. Tenía impulsos autoritarios y mesiánicos, pero también sabía cuándo y cómo hacer las reverencias necesarias ante la democracia. Es decir, hizo mucho para silenciar los medios opositores, y las condiciones para las elecciones durante su gestión fueron espeluznantes, pero eso sí, siempre hubo elecciones. Por lo mismo, él podía antagonizar a sus adversarios en Washington y Bogotá, pero para muchos gobiernos del mundo no era tan ofensivo.

Pero Maduro ha abandonado cualquier pretensión de pertenecer al mundo liberal, su rompimiento con los principios políticos del mundo occidental es absoluto. Más allá de su conflicto ideológico eterno con el imperio, lo de Maduro debe inspirar un rechazo total de todas las democracias del mundo.

Es un momento interesante para este tipo de acciones. Con la apertura cubana-gringa, está desapareciendo el símbolo actual más poderoso de la división entre el imperio y sus enemigos valientes, una división que ha servido de combustible durante toda la vida del chavismo. Por lo tanto, es cada vez más difícil para los adeptos de Maduro argumentar que sus abusos van a servir a un objetivo mayor. Al contrario, sus abusos sirven solamente para mantenerlo en el poder.

Los otros aliados y habilitadores del chavismo también están evolucionando. Sea el peronista Daniel Scioli o el opositor derechista Mauricio Macri, quien gane la presidencia argentina, la época de los Kirchner está por apagarse. El tiempo nos dirá, pero todo pinta para que su sucesor busque acabar con el aislamiento reciente del país, cosa que no se puede reconciliar con el apoyo a Maduro. En Brasil, el movimiento de Dilma y Lula está en peligro de quedar tragado por un escándalo masivo de sobornos; el liderazgo brasileño tampoco tendrá mucho capital político para invertir en Maduro. Su tiempo como el máximo líder de Venezuela será caracterizado por el aislamiento del país mucho más que en el caso de Chávez.

En fin, hay conflictos internos más importantes sucediendo actualmente en otras partes del mundo, pero la administración de Maduro es una lacra para América Latina.

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Foto: Flickr.com/“Solenidades. Homenagens” by Senado Federal

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